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Concesiones de Merkel para continuar en el gobierno son un riesgo para Alemania

El pacto político de la canciller puede frenar el papel del país como la locomotora europea
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18 de marzo de 2018 a las 05:00
La economía alemana no podría haber estado en mejor forma para cuando, el miércoles pasado, Angela Merkel comenzó formalmente su cuarto periodo como canciller. Los precios de las acciones están a la alza en niveles récord, y el desempleo y la inflación son casi inexistentes.

Sin embargo, las concesiones políticas que permitieron que Merkel se quedara en el poder podrían acabar con ese auge. Tuvo que ceder ante las demandas del socio menor de la coalición en la que se involucró su partido y accedió a frenar desregulaciones que habían dado rienda suelta a la economía del país desde 2005.

Ahora que la economía europea está ganando impulso después de una caída prolongada, Alemania —el puntal económico y el líder de facto del continente— corre el riesgo de dirigirse en la dirección contraria.

Merkel, quien por fin prestó juramento para el cargo el miércoles pasado, junto con su gabinete, enfrenta la misma disyuntiva política que está aquejando a muchas naciones industrializadas, entre ellas Estados Unidos. La vida debería sonreírles pero no es así para muchas personas. Sus salarios se han estancado, sus trabajos parecen menos seguros y creen que los buenos tiempos ya pasaron.

Lea también: Luego de ceder ministerios clave, Merkel acordó formar gobierno con los socialdemócratas

Durante las elecciones pasadas en Alemania, donde el desempleo es de tan solo el 3,6 %, muchos votantes enojados abandonaron a los dos partidos centristas — los democratacristianos de Merkel y los socialdemócratas de izquierda— en favor de partidos minoritarios, en especial el de extrema derecha Alternativa para Alemania.

"La gente se siente menos segura", comentó Stefan Sachs, uno de los líderes de una división local del sindicato IG Metall en el estado de Hesse. "De un día para el otro, te pueden despedir".

Concesiones


Para lograr que los reacios socialdemócratas finalmente aceptaran participar en un gobierno de coalición después de varios meses de negociaciones, Merkel hizo concesiones que, según los críticos, provocarán que Alemania regrese a la época en que el país se parecía más a Francia, con reglas que protegían a los trabajadores de ser despedidos, con una red de seguridad más amplia y... que aplastaba la iniciativa empresarial y el crecimiento.

El acuerdo para compartir el poder da más influencia a los socialdemócratas sobre la política de la que tenían en la coalición anterior, la cual gobernó hasta las elecciones del año pasado.

En particular, Merkel cedió el Ministerio de Finanzas y el control de las riendas de la cartera al partido de centro con tendencias izquierdistas, el cual probablemente relaje la estricta disciplina fiscal que prevaleció bajo la batuta de Wolfgang Schäuble. Este, ministro de finanzas desde 2009 hasta que renunció el año pasado, fue una figura dominante no solo en Alemania, sino también en toda Europa, donde hizo cumplir la austeridad que se impuso a países en crisis como Grecia y Portugal a cambio de ayuda de la eurozona. Las medidas de austeridad tras la crisis financiera incluían principalmente la reducción del gasto gubernamental, por medio de recortes a las pensiones y a los programas sociales, como una forma de controlar los déficits en el presupuesto.

Schäuble también presionó a esos países para que emularan las reformas de Alemania, en particular la relajación de las restricciones a las contrataciones y los despidos. Muchos países cumplieron, al menos hasta cierto grado, con lo cual se logró que el desempleo de la eurozona cayera al 8,6 % en febrero, una cifra menor a la que se tuvo en 2013, la cual fue superior al 12 %.

Sin embargo, ahora algunos críticos creen que Berlín está al borde de negarse a tomar su propia medicina. Si Alemania no sirve como ejemplo, los dirigentes de otros países de la eurozona podrían tener aún más problemas para negociar el terreno políticamente peligroso de reformar.

"La coalición está arruinando todas las reformas que hicieron que Alemania pasara de ser el enfermo de Europa a ser su locomotora", señaló Holger Schmieding, economista en jefe de Berenberg, un banco alemán.

Una oportunidad francesa


Schmieding predijo que el declive relativo de Alemania sentaría las bases para que Francia se encargara de ser la fuerza motora de la eurozona.

Francia se encuentra cerca de donde estaba Alemania a inicios de la década de 2000, y Emmanuel Macron, el presidente francés, ha comenzado su propia, aunque irregular, ofensiva reformadora.

A pesar de que los dos países parecen tener historias divergentes, Alemania sigue siendo por mucho la economía más grande de la eurozona, y Macron necesitará que Merkel cumpla sus prioridades regionales, como reparar la maquinaria destartalada de la Unión Europea.

De hecho, el poder en aumento de los socialdemócratas —quienes han defendido un mayor gasto en inversiones y están decididamente a favor de Europa— podría servir como apoyo a Macron, aun si Alemania diera marcha atrás a las reformas económicas, de acuerdo con Hans Stark, un profesor de la Universidad de La Sorbona que estudia las relaciones entre Alemania y Francia.

"A Alemania le interesa que Macron tenga éxito con sus planes reformadores", afirmó Stark.

A nivel nacional, las promesas que hicieron los socialdemócratas durante las difíciles negociaciones con Merkel facilitarían la organización de los trabajadores de empresas pequeñas, permitirían mayores aumentos a las pensiones y pondrían límites para que las empresas emplearan trabajadores temporales.

Esa última disposición es de interés particular para las automotrices y las empresas que han dependido de trabajadores con contratos a corto plazo para enfrentar las fluctuaciones en la demanda. A diferencia de los empleados permanentes, los trabajadores temporales pueden ser despedidos sin grandes indemnizaciones ni largas negociaciones con los representantes sindicales.

BMW, por ejemplo, fue capaz de reaccionar rápidamente a una caída en las ventas de autos en 2008 y 2009 por medio del despido de trabajadores temporales. Hace poco tiempo, la automotriz contrató a trabajadores a corto plazo para cumplir con el aumento en los pedidos de un modelo de vehículo utilitario deportivo que se produce en una fábrica ubicada en Ratisbona, Alemania.

Es una herramienta que las empresas alemanas han utilizado con libertad: los trabajadores temporales representan el nueve por ciento de la fuerza laboral alemana y el 19 % de los trabajadores de 35 años o menores.

Los partidarios de esta forma de empleo aseguran que el sistema sirve para que los trabajadores más jóvenes y menos calificados obtengan una base en el mercado laboral, lo cual les ayudará a tener un trabajo de tiempo completo.

No obstante, los representantes sindicales acusan a los empleadores de abusar del sistema, pues crean una cohorte de trabajadores de segunda clase que depende de cada contrato de seis meses. Los trabajadores temporales corren más riesgo de caer en la pobreza y es menos probable que se casen o tengan hijos, según un estudio que realizó la Fundación Hans Böckler, la cual es financiada por sindicatos alemanes.

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