Este año, Pionyang ha llevado a cabo una serie de lanzamientos, incluido un primer ensayo de un misil balístico de combustible sólido. En respuesta, Yoon se ha acercado más a Washington para lidiar con la opinión pública de su país, que pone en duda el compromiso de Estados Unidos con la llamada disuasión ampliada para prevenir ataques contra sus aliados.
En este contexto, un grupo de políticos, científicos, militares y analistas surcoreanos inauguraron un foro de Foro de Política Nuclear, que tiene como objetivo trazar una hoja de ruta para que el país desarrolle sus propias armas nucleares y, de esta forma, tener capacidad de disuasión.
La idea, hace unos años marginal, ha ganado terreno en casi todos los ámbitos de la sociedad. Hasta el propio Yoon planteó la posibilidad durante una reunión de defensa, convirtiéndose en el único presidente que ha puesto la opción sobre la mesa en tiempos recientes.
No es la primera vez que el país alienta la idea. Lo hizo en la década del 70, cuando avanzó con un programa nuclear secreto. Washington lanzó un ultimátum. Seúl debía elegir entre desarrollar sus propias armas nucleares o permitir que Estados Unidos la defendiera. El gobierno escogió el apoyo estadounidense.
Yoon, que visitará la NASA, además de la Cámara de Comercio, deberá regresar con "resultados tangibles", estima Gi-Wook Shin, profesor coreano de sociología de la universidad de Stanford. Su lectura, al igual que la de otros analistas, señala que de lo contrario se arriesga a debilitar todavía más su apoyo público y "la confianza de la población en Estados Unidos".
La nerviosismo de la sociedad surcoreana se ha incrementado desde el inicio de la guerra en Ucrania y al compás de despliegue de China en la región del Índico-Pacífico y la agresiva política del autocrático gobierno de Kim Jong-un. Mucho más desde que por primera vez en muchos años Corea del Norte y Corea del Sur disparan misiles desde sus costas.
En los hechos, las maniobras militares conjuntas entre Seúl y Washington realizadas el año pasado en el marco del llamado “Escudo de la Libertad”, los mayores entre ambos países, no han conseguido tranquilizar a los surcoreanos. Tampoco las declaraciones de Washington sobre su “inquebrantable” compromiso con Corea del Sur.
Los gestos de Estados Unido no parecen tener el efecto deseado. Ni siquiera en el elenco gobernante. "Es irracional pensar que otro país deba ser el que nos protege. Este es nuestro problema y nuestra responsabilidad", afirma Choi Ji-young, miembro del Foro de Política Nuclear e integrante del oficialista Partido del Poder Popular.
La adhesión que concita entre los surcoreanos el desarrollo de armas nucleares es, al menos en parte, producto de la propia política de Washington. En 2016, el entonces presidente Donald Trump acusó al país de ser un "parásito" y amenazó con hacerle pagar por las tropas estadounidenses estacionadas en el país desde la Guerra de Corea en la década de 1950. Caso contrario, amenazó con retirarlas.
Nada de eso ocurrió. No obstante, el miedo que sus afirmaciones infundieron no ha disminuido. Tampoco con los gestos del gobierno de Biden. Un número cada vez mayor de surcoreanos creen que las promesas de Estados Unidos dependen de la voluntad del líder de turno, y no de una política exterior consistente. Un temor que se acrecentó en los últimos meses con la posibilidad de que Trump regrese a la Casa Blanca.
Ante el drástico cambio de la situación geopolítica en la región desde la década del 50, un sector cada vez más numeroso de políticos surcoreanos señala que, en los hechos, Seúl ni siquiera sería informado si un presidente estadounidense decidiera lanzar un ataque nuclear contra Corea del Norte en nombre de Corea del Sur. Una posibilidad que reconocen los propios analistas de seguridad de Estados Unidos.
Por lo pronto, el presidente del Foro de Política Nuclear, el académico Cheong Seong-chang, impulsa una iniciativa que tiene por objetivo presionar a Washington. La propuesta señala que la próxima vez que Corea del Norte pruebe un arma nuclear, Seúl se retirará del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Si, seguidos seis meses, Pionyang no acepta renunciar a su arsenal nuclear, Seúl comenzará a desarrollar el propio.
Según la postura, esto reduciría la probabilidad de una guerra nuclear en la península coreana, dado que Kim estaría menos dispuesto a atacar si sabe que Corea del Sur podría contraatacar. Una lectura que no comparte Jenny Town, del grupo de expertos estadounidense 38 North, nombre que hace referencia al paralelo que traza la frontera entre ambos países.
"Que haya más armas nucleares no le da mayor seguridad de que no se vayan a usar", dice Town. "Si observamos India y Pakistán, esto no es lo que hemos visto. Por el contrario. Si algo podemos afirmar es que tener armas nucleares les ha dado la luz verde a los países para ir cada vez un poco más lejos", agrega el integrante del grupo con sede en Washington.
Yang Uk, un analista de defensa del Instituto Asan con sede en Seúl, estaba con el presidente Yoon cuando comentó la posibilidad de que el país desarrolle armas nucleares. Según su lectura, la postura es una forma de presionar indirectamente a Washington. "Estados Unidos se muestra reacio a discutir su política nuclear con nuestro país. Sin embargo, si estalla una guerra nuclear en la península, somos nosotros quienes más sufriríamos", dice Yang. Una posibilidad de la que son cada vez conscientes los surcoreanos.
Seúl, al menos en una primera instancia, ha manifestado su deseo de estar más involucrado en la planificación y ejecución en torno al uso de armamento nuclear. Eso podría significar tener armas nucleares estadounidenses estacionadas en su territorio, o un acuerdo para compartir armamento nuclear, similar al que tienen los países de la OTAN. De esta forma, el país podría decidir el uso en el caso de una guerra.
La cuestión, según informaron los medios surcoreanos antes del inicio de la visita de Estado de Yoon a Estados Unidos, será parte de las conversaciones con Biden. Y aunque es muy poco probable que Washington modifique sustancialmente su posición, los analistas consideran que la Casa Blanca deberá ofrecer algo concreto al presidente Yoon, algo que pueda considerar una victoria de cara a la sociedad surcoreana.
Por su parte, los críticos del Foro de Política Nuclear enfatizan que la sociedad surcoreana no es consciente de los riesgos que implica tener armas nucleares o violar el tratado internacional de no proliferación. Tampoco del peso económico que representa para una economía que, pese a su dinamismo, escapó en los primeros tres meses de este año por muy poco a una recesión técnica, según los datos publicados el banco central del país.
Incluso ante este panorama, algunos creen que podría ser demasiado tarde para convencer a los surcoreanos. La idea de desarrollar un programa nuclear, antes inconcebible, está ahora arraigada. De avanzar en esa dirección, Estados Unidos podría retirar su compromiso de defensa. China, en tanto, imponer sanciones económicas contra Seúl. Un escenario que, sin embargo, los analistas como Town consideran improbable debido a que Corea del Sur es demasiado importante estratégica y económicamente.
(Con información de la agencia de noticias AFP y BBC Mundo)