Si uno tuviera esa tendencia hacia las teorías conspirativas que propalan, por ejemplo, algunos terraplanistas y antivacunas, encontraría entre los ediles opositores montevideanos un hermoso material para llegar a una conclusión fantástica acerca de las razones que los llevaron a votar un juicio político contra la intendenta Carolina Cosse.
La conspiración de los ediles tendría estos ingredientes: como informó El Observador este sábado, blancos, colorados y cabildantes creen que el intendente de Canelones, Yamandú Orsi, sería el candidato frenteamplista más duro de vencer en las próximas elecciones nacionales de 2024.
En el oficialismo consideran que el intendente canario tiene más llegada que su posible contrincante, la ahora enjuiciada Cosse, para recuperar los votos que la izquierda perdió en el interior y en la periferia de la capital en los pasados comicios.
Con esa información, los ediles blancos y colorados volaron hacia las alturas de Maquiavelo y, oteando el horizonte, decidieron desde ya impulsar la figura de Cosse para que supere a su compañero Orsi en las internas del Frente y se convierta en la candidata presidencial de la izquierda.
Para ello, hicieron pie en una excusa menor –la supuestamente escasa respuesta de la intendenta Cosse a sus pedidos de informes- para realizar un movimiento en apariencia desubicado pero que en realidad llevaba escondido el caballo de Troya de una ingeniosa estrategia electoral.
Tras su reclamo de juicio político, le otorgaron a Cosse un rol de víctima que la intendenta supo aprovechar calificando el hecho de “atropello republicano”, ocupando caracteres y minutos en los medios de comunicación, y siendo arropada por su fuerza política que la recibió con aplausos y abrazos en la sede la izquierda. Por interpósita persona, los curules le dieron una estocada a Orsi y empujaron a los frenteamplistas a empatizar con Cosse. Una genialidad…si fuera cierto.
Aquí termina la teoría conspirativa y empieza la realidad. Los ediles opositores no fueron cínicos sino meramente torpes. Tomaron una decisión exagerada –el juicio político debe ser usado en violaciones graves a la Constitución- que ni siquiera tiene todo el apoyo en sus propias filas y que obligará a los senadores oficialistas a abordar en el Senado un juicio político que algunos públicamente y otros en reserva, reconocen desmesurado por más que los respalden por compromiso,
Más allá de la influencia de la decisión en la puja entre Orsi y Cosse, lo concreto es que los curules le dieron al Frente Amplio la oportunidad de cerrar filas para lanzar una andanada de críticas al oficialismo.
Lejos de cualquier estrategia ingeniosa, los ediles opositores procedieron con una incompetencia más digna de los terraplanistas que de Galileo. Ya lo dijo Serrat: nunca es triste la verdad. Lo que no tiene es remedio.
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