El Pícnic! está pronto y esta semana viene con muchos piques y algunas reflexiones sobre la soledad, pero “la buena”. Luego de meses en los que compartimos más tiempo de lo usual con nuestros seres cercanos, los expertos detectan que es hora de que casi todos tengamos un poco más de tiempo a solas, un bien preciado para algunos pero temido por otros. La soledad suele tener una nube negativa sobre ella, aunque sea una necesidad imperiosa en algunos momentos del devenir humano. Somos seres comunitarios y como tales necesitamos de momentos en los que no hayan ruidos sonoros ni mentales, en los que podamos reencontrarnos con nosotros mismos y hasta equilibrar nuestras emociones. Después de un domingo de “tiempo mío”, gracias un resfrío pasajero en el que leí, estudié, miré series y “perdí” el tiempo con mucho gusto, no puedo más que estar de acuerdo con los expertos que explican que la clave es elegir estar solos, lo que no es lo mismo que elegir la soledad.
Pero, ¿cuánto miedo le tenemos a estar solos, incluso si es por un rato? “Nuestra aversión a estar solos puede ser drástica: una cuarta parte de las mujeres y dos tercios de los hombres que participaron en un estudio de la Universidad de Virginia eligieron someterse a un choque eléctrico en vez de no hacer nada y pasar tiempo a solas con sus pensamientos”, dice el artículo que vinculé más arriba.
La historia nos recuerda, de mil maneras, que el miedo a la soledad es enorme y las razones son tan variadas como las culturas y personas que habitan este planeta. En el siglo III A.C vivió en China Qin Shi Huang, el primer emperador que unificó a ese país, a quien se lo conoce por dos hitos: fue quien ordenó el comienzo de la construcción de la Gran Muralla para defender las fronteras, y quien decidió que en su muerte sería acompañado por 8.000 guerreros de terracota. El emperador le temía a la soledad durante la eterna muerta y por eso mandó esculpir miles de guerreros de tamaño natural, que fueron hallados a mitad del siglo XX.
Pero la vida está llena de trampas que no podemos prever; Qin Shi murió a los 39 años y se cree que por envenenamiento por mercurio, el mismo que ahora rodea su tumba magnífica y la mantiene solitaria, ya que no se puede visitar.
Esta semana te propongo que te regales un rato de soledad y que le regales a alguien más un tiempo sin demandas, ni un “¡salí de tu cuarto!”. Planealo y luego me contás. Soy Carina Novarese y siempre me gusta escuchar tu punto de vista, si me escribís por acá.
*Este Pícnic viene con Factor Sorpresa. Está divino, no te lo pierdas, que anda mezclado por el texto :)
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá