Esta semana la Marcha del Silencio se hizo en un contexto único. No solo porque fue el año número 25 en que familiares de desaparecidos reclamaron, de nuevo y en paz –con esa persistencia que solo te da el amor–, saber dónde y cómo murieron sus seres queridos y quiénes los mataron. También porque se dio en medio de una pandemia, lo que obligó a aguzar el ingenio en materia comunicacional, algo que además se hizo con maestría, inundando redes sociales y medios masivos de comunicación tanto o más que si la marcha se hubiera caminado paso a paso a lo largo de 18 de Julio, como en las 24 ediciones pasadas.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá