Cuba: La isla que atrapa

Con mochila al hombro y agua para hidratarse en el camino, el comienzo para comprender más al país y su pasado-presente puede ser la histórica Plaza de la Revolución, en La Habana. El lugar, mítico si los hay, es para su pueblo un símbolo máximo, hoy está en etapa de refacciones y remodelación, pero conserva su encanto y peso político. Con los edificios y las caras de Ernesto “Che” Guevara y de Fidel Castro de fondo, en segundos se ven turistas del todo el mundo y guías explicando hechos. Con los icónicos largos automóviles estacionados allí, el camino invita a contemplar el lugar y a buscar la mejor foto.

El paseo puede continuar por el museo de la Revolución, edificio albergado en el antiguo Palacio Presidencial, construido entre 1913 y 1920 y utilizado por varios presidentes. En la actualidad (en refacción parcial en su interior), se puede acceder a dos pisos con habitaciones que exhiben cartas, planos, mapas, vestimentas, banderas, documentos, armas y otros objetos que fueron parte de la revolución contra Fulgencio Batista, gobernante de facto entre 1952 y 1959. El edificio y su acervo valen la pena para entender buena parte de la historia del país.

La visita a La Habana debe incluir además una recorrida casi ineludible por el famoso malecón, el Hotel Nacional (inaugurado en 1930) y sus cuatro plazas principales (Plaza de Armas, Plaza de San Francisco de Asís, Plaza Vieja, Plaza de la Catedral), puntos con carga cultural, histórica y arquitectónica.

La recorrida puede continuar por una visita al Capitolio Nacional (réplica del estadounidense). Dicho edificio será la sede del parlamento desde 2019; allí funcionó la Academia de Ciencias y del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente hasta que se decidió restaurarlo en 2010 como parte de la remodelación emprendida por la Oficina del Historiador de La Habana. Construido en 1929, fue obra del arquitecto Eugenio Raynieri Piedra, por encargo del entonces presidente Gerardo Machado.

Calificado como uno de los mayores monumentos arquitectónicos del país, su cúpula tiene 92 metros de altura y una vista increíble. Un día de mucho caminar puede cerrarse perfectamente en la famosa Bodeguita del Medio, clásico y reconocido restaurante construido en 1942, que hoy ofrece comidas, tragos típicos y una orquesta cantando y bailando al ritmo que invita la gente.

Merece tiempo visitar también Santa Clara, capital de la provincia de Villa Clara, en el Centro del país. Mencionar esta ciudad es decir Ernesto “Che” Guevara. El lugar a destacar, por historia, peso político-cultural y atracción, es sin duda el Complejo Monumental en homenaje al guerrillero, que se divide en dos partes. La parte superior, con un gran monumento del líder revolucionario y frases alusivas al proceso, mientras que debajo se ubica un museo con fotografías, armas, documentos, objetos, vestimenta y cartas de Guevara. A escasos metros de ese espacio, en el memorial descansan las cenizas de Guevara desde octubre de 1997, protagonista de la toma de Santa Clara, así como los restos de otros 28 guerrilleros caídos en Bolivia.

En tanto, al este de la ciudad se ubica el Parque del Tren Blindado, monumento nacional y museo de la Revolución cubana. Fue creado en memoria de los acontecimientos del 29 de diciembre de 1958, durante la batalla de Santa Clara. Allí se accede a seis vagones del tren que fue descarrilado con 22 vagones en enfrentamiento del Che Guevara y su ejército, en diciembre de 1958.
Por su parte, San Juan de los Remedios es un pequeño pueblo fundado en 1513 por los españoles. Conocida también como la octava villa, posee construcciones españolas del siglo XVII que fueron declaradas monumentos nacionales (en buen estado).

Su perfil encaja en el clásico y pequeño lugar que ofrece una cara pintoresca que vale la pena conocer. Su principal atractivo es la iglesia mayor San Juan Bautista (1550), que tiene 13 altares con figuras religiosas cubiertas y bañadas en oro de 22 quilates. Entre las estatuas está representada la virgen de la Inmaculada Concepción embarazada, un monumento calificado por especialistas como único en América. 

Capítulo aparte es el Cayo Santa María. Esta pequeña isla ofrece todo lo que un turista busca en esa zona del mundo. Playas con aguas cristalinas (unos 10 kilómetros) y 21,4 kilómetros cuadrados de superficie exhibidos en un lugar que se transforma en paradisíaco gracias a grandes complejos turísticos de cinco estrellas. Construidos a pasos de la playa y con todos entretenimientos posibles –desde clases de baile hasta recitales en vivo-, el turista solo tiene que preocuparse en elegir cómo descansar y pasar bien. 

La zona, conocida también como la Rosa Blanca de los Jardines del Rey (por sus paisajes y costas), cuenta además con la bahía de Buenavista, una reserva natural de una gran riqueza en fauna y flora.