Por María Eugenia Scognamiglio Fernández - Especial para Cromo
Cursos para que tus hijos sean creadores de tecnología
Academias dictan cursos de robótica y programación a niños, incluso usando el reciclaje
Academias dictan cursos de robótica y programación a niños, incluso usando el reciclaje
Por María Eugenia Scognamiglio Fernández - Especial para Cromo
La academia para aprender tecnología es un pretexto. En realidad, es una orden secreta de científicos y tecnólogos que sirve como sitio de creación de objetos que aportan al bienestar y la seguridad de la humanidad. Leonardo da Vinci es uno de los reconocidos personajes que envía las misiones que hay que cumplir.
Con esa historia de ciencia ficción, The Electric Academy estimula a niños y adolescentes a crear usando la metodología Steam (ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemática por su sigla en inglés).
Aunque el negocio de los cursos tecnológicos para niños de entre 6 y 18 años es todavía incipiente, en Montevideo hay por lo menos tres academias y dos más en Ciudad de la Costa que los ofrecen.
Según los empresarios de ese rubro, Ceibal fue un facilitador de infraestructura y habilidades digitales para que las academias de las áreas Steam sean una opción viable en el mercado.
Según Juan Manuel Petrissans, director de The Electric Academy, el programa educativo de Primaria empujó la estructura pero no acompañó al desarrollo de los contenidos. “Los chicos son grandes consumidores pero pobres productores tecnológicos”, comentó a Cromo. After School, el programa de enseñanza anual de esta academia, nace para que los niños tengan interés por crear tecnología desde niños. Hoy tienen 150 alumnos y cuenta con 100 que esperan para ingresar.
Gastón Menéndez, ingeniero en sistemas y fundador de Hack Academy, da cursos para niños con una buena cantidad de alumnos. “Nos contactan centros educativos pidiendo que les dictemos talleres o los ayudemos con el armado del plan de estudios. O sea que claramente hay un nicho”, contó a Cromo. No obstante, asegura que son los adultos los que más buscan aprender sobre tecnología.
Estas academias buscan cautivar a niños en un contexto donde hay cierto recelo sobre las orientaciones científico-tecnológicas, según opinó Petrissans. “Los chicos están tomando la decisión de abandonarlas, o no siguen carreras como ingeniería o vinculadas a la programación, porque les tienen miedo a las ciencias duras. Entonces, tenemos que ir un paso atrás de la universidad”, comentó.
Entre legos, códigos y cables
La oferta académica incluye cursos de programación para crear videojuegos o aplicaciones, electrónica, diseño y robótica. Cada lugar tiene su impronta.
La robótica es transversal en la oferta de cursos para niños. La clave de su popularidad se debe a que tiene un componente lúdico atractivo para ese público gracias a Lego. En las academias se usan kits de esta marca para crear coloridos robots y placas programables, como Microbit y Arduino –pequeñas placas que, conectadas a una PC, se pueden programar, por ejemplo, para crear videojuegos, controlar el movimiento de los robots o reproducir música–.
En Integratic brindan talleres de robótica a 50 alumnos que tienen entre 6 y 18 años usando los kits de Lego. Y en su propuesta van un paso más: buscan generar conciencia ecológica y les piden a los niños que llevan juguetes o aparatos electrónicos. El objetivo final es que pueden crear uno nuevo a partir de él.
“Desde que traen el juguete hasta que lo convierten en otra cosa, hacemos una gestión de proyecto con el niño de 6 años: trabajar la idea, viabilizarla y poder llegar a materializarla. Va mucho más allá de la robótica en sí”, señaló Tatiana Fosalba, licenciada en Ingeniería Audiovisual y fundadora de Integratic.
La academia Robótica de la Costa, además de Lego, permite crear animaciones y juegos con conocimientos básicos de programación. Utilizan Scratch, un lenguaje que busca generar habilidades sin adentrarse demasiado en cómo funciona el código.
A partir de los 12 años se utilizan las placas de programación Arduino y el kit de Fischertechnik, un sistema de construcción alemán que complejiza aun más el lenguaje de programación en comparación con Scratch.
“Los niños de 12 en adelante encuentran en la línea de Arduino una salida comercial y un aprendizaje electrónico que les motiva”, afirmó Gustavo Dutour, fundador y docente de Robótica de la Costa.
Asegurar el futuro
La oferta de cursos de tecnología para niños va desde $ 900 a $ 4.200 por mes. Se puede encontrar talleres por temporada, por el día y campamentos de verano. Lo que más les interesa a las academias es que los niños realicen cursos anuales.
“Los padres pagan con gusto porque ven que sus hijos tienen habilidades, que les gustan los juegos y las cosas que pueden armar”, señaló Dutour.
Petrissans cree que la decisión de inscribirlos en After School, el programa de enseñanza anual de The Electric Academy, también está motivada por una intención de “asegurar” el futuro laboral de los niños. “Hay una generación de padres que está viendo cómo la revolución 4.0 y la digitalización de ciertas áreas empiezan a dejar sin trabajo a la gente y se crean nuevos puestos”, señaló.
Fosalba, en tanto, cree que asistir a estos cursos parte de la necesidad y entusiasmo de los propios niños y adolescentes. Dutour asegura que muestran más interés y sorpresa en el aprendizaje de robótica y programación que los adultos.
Las academias saben que a la hora de enseñar a armar un auto miniatura que se mueve o programar un videojuego se generan otras enseñanzas colaterales. Por ejemplo, nociones de mecánica, electricidad, física, matemática, pensamiento lógico. Hasta sin querer, aprenden y desarrollan otras capacidades, como el trabajo en equipo, la gestión de un proyecto y la resolución de problemas.
“Si estoy haciendo un estudio del movimiento, que es una de las áreas de robótica, puedo empezar a introducir conceptos, como aceleración y centro de gravedad, que son de física”, señaló Petrissans.
El director de The Electric Academy cree que las habilidades socioemocionales son competencias necesarias para los trabajos del futuro, así que After School usa tres metodologías de enseñanza: la primera es el aprendizaje basado en proyectos. Al igual que Integratic y Robótica de la Costa, los niños integran y gestionan el proceso desde la etapa inicial hasta el producto final.
“En edades tempranas la programación los ayuda a pensar, a identificar un problema, dividirlo en pasos y obtener una solución a través de un algoritmo”, dijo Dutour. La segunda es la metodología “escuela invertida”: los alumnos leen los contenidos formales por fuera del curso y en el aula el docente pone los conocimientos en práctica. Y la tercera es “hackear el proceso de aprendizaje”, que propone que los proyectos estén basados en los intereses y gustos de los propios alumnos.
Han creado objetos de todo tipo. Entre ellos, se destaca una avioneta amarilla realizada por un niño de nueve años que participó de un workshop de cuatro horas. Le dieron palitos de helado, motor, cables, pilas, interruptor y silicona caliente para que inventara un objeto. “Con esos implementos realizó su avioneta. Nosotros lo ayudamos en la conexión de los cables al motor y el interruptor ya que era su primer acercamiento con nuestros talleres”, comentó Fosalba de Integratic.
Robótica de la Costa
Integratic
The Electric Academy
En internet también es posible aprender robótica y programación. Los gigantes tecnológicos e instituciones reconocidas tienen juegos y cursos gratis sobre programación para que los más niños dejen de ser consumidores tecnológicos y pasen a producir objetos tecnológicos que sean disruptivos.