El jugador contiene la respiración. Se viene una rápida sucesión de curvas que son clave para lograr un tiempo de vuelta que lo ponga arriba en el clasificador. Se ha preparado durante meses para este momento, con la paciencia de un francotirador. Con un suave movimiento de manos entra a fondo a Maggots, sabe que tiene que levantar para poder girar en Becketts y ser muy cuidadoso en Chapel antes de volver a acelerar en la recta del Hangar, la más larga del circuito británico de Silverstone.
Pero un instante de desconcentración lo hace poner una rueda en el pasto húmedo y a pesar de su rápida reacción, no logra evitar que el auto entre en trompo. Desalentado, espera el amigable cartel que le propondrá intentarlo nuevamente hasta que el inconfundible olor de sus frenos maltratados le recuerdan que la experiencia que ha vivido es real.
De lo virtual…
Kazunori Yamauchi es un hombre reservado, hasta enigmático. Como buen amante de los automóviles y de la competición -es además piloto amateur- se propuso diseñar una experiencia de manejo realista, donde los jugadores se enfrentaran delante de una pantalla a los desafíos de circuitos de culto como el
Nürburgring Nordschleife o a la extrema dureza de las
24 Horas de Le Mans. Se dio el gusto de sumar algunos trazados de fantasía, otros cercanos a su infancia como el pequeño circuito japonés de Tsukuba y una enorme cantidad de autos de producción y de competición emblemáticos. El resultado fue uno de los simuladores más idolatrados por los fanáticos de los autos en el mundo: el
Gran Turismo.
El juego se transformó en el título más popular dentro del catálogo de la consola Play Station original, y rápidamente evolucionó en las PS2 y PS3 hasta el
Gran Turismo 5. Cuando falta poco para el lanzamiento de su sexta versión, nadie duda que se ha consolidado como un clásico.
Pero la experiencia no era aún lo suficientemente realista que Yamauchi pretendía, por lo que en sociedad con Nissan y Sony, su empresa
Polyphony Digital decidió dar otro paso: llevar el mundo de las carreras virtuales a la realidad.
.. a lo real
Lucas Ordóñez era un joven estudiante español, que había abandonado el karting por falta de fondos, para centrarse en sus estudios. Mientras cursaba su maestría disfrutaba del Gran Turismo en su tiempo libre hasta que un anuncio haría cambiar su foco.
Se convocaba a los jugadores de Gran Turismo de algunos países a participar de una prueba especial, que los enfrentaría de forma virtual en una sesión de clasificación sobre el mismo circuito. Quienes registraran los mejores tiempos en la rondas nacionales serían invitados a un exigente entrenamiento –denominado Race Camp- en el autódromo británico de Silverstone donde pilotos de carne y hueso los ayudarían a pulir sus habilidades. Dejarían los sofisticados controles de sus PS3 para ponerse al mando de autos de competición reales y enfrentarse a sus pares por un trofeo que todos anhelaban: ser becado en una escuela de pilotos y contar con la posibilidad de integrar la escuadra oficial Nissan.
Lucas Ordóñez se convirtió en el primer ganador de la
GT Academy y compitió hace pocas semanas en las 24 Horas de Le Mans sobre un Greaves Nissan LMP2. Tiene como desafío para este año un extenso calendario en la series FIA GT y Blancpain Endurance, las dos categorías de autos de Gran Turismo más importantes del mundo. Conduce, al igual que en el entorno virtual, un Nissan GT-R preparado por Nismo.
La academia ya ha presentado oficialmente el cronograma para la temporada 2013 en los principales mercados europeos y aún restan publicar las fechas correspondientes a los Estados Unidos. Lamentablemente América Latina aún no forma parte de este esquema que ha ido ganando prestigio bajo la premisa de hacer realidad los sueños de algunos de sus miles de aficionados. Que se mantienen entrenados, coleccionando horas de vuelo virtuales en los mejores circuitos del mundo, a la espera de su oportunidad.