Decisiones torpes. Algunas con un trasfondo complejo de entender en el marco de la coyuntura especulan con un resultado a largo plazo. Otras, simplemente responden a impericia, incompetencia y desesperada estupidez.
La semana estuvo dominada por la incertidumbre y la beligerancia. Los actores de la política nacional no parecen entender que para transitar estos eternos meses hasta las elecciones presidenciales de octubre hace falta algo más que dejar pasar el tiempo. Por lo menos para transitarlos de manera tal que se garantice llegar al acto eleccionario en paz.
El viernes que se conoció el índice de inflación más alto de los las últimas décadas: 8,4%. Los alimentos y bebidas llevan acumulado mas del 40% y se necesitan tres dígitos para expresar el índice interanual que trepa al 108%. En el marco de este escenario desastroso se pronunció sin eufemismos el ministro de Economía Sergio Massa, que había estimado para abril un índice que comenzaba con un “tres adelante”. “No nos entra un quilombo más, necesitamos orden político para que haya orden económico”
Muchos tomaron la frase como una verdad revelada. Y la repiten como si Massa hubiese descubierto la pólvora. Ahhh es la política. Pero el eureka del ministro tiene más años que las crisis económicas o por lo menos nació con ellas. Desde el New Deal tras el crack del 30 a la mentada salida a la israelí de Shimon Peres en el 85. Orden político, consenso, pacto. Nada de todo esto se avizora en el horizonte inmediato. Mucho menos cuando el hombre fuerte del gobierno coquetea con una candidatura presidencial por parte del oficialismo que genera en la oposición sospechas innecesarias y, sobre todo, el Massa candidato lo pone en el lugar donde, torpemente, le acota el margen de maniobra sobre lo que él mejor sabe hacer: tejer puentes con todos los sectores del quehacer político.
Desde una confiteria de Avenida del Libertador que suele funcionar como oficina satélite del Pro, uno de los hombres influyentes en esta campaña asegura que no hay posibilidad de restablecer un diálogo hasta no saber quién está del otro lado y la indefinición de Massa no ayuda a saber si es el ministro moderado y dialoguista que invitaba a recorrer la “ ancha avenida del medio” en las elecciones del 2015, alejándose de los sectores más radicalizados; o es el hombre ungido como candidato por la vicepresidenta Cristina Fernandez de Kirchner y los sectores más radicalizados de ese espacio.
En una entrevista para Radio Mitre, el economista Carlos Melconian, que trabaja en el plan económico del próximo presidente de la oposición, aprovechó su histrionismo y su influencia entre los sectores del establishment para poner estos off que circulan con fuerza en palabras que sonaron con tremenda fuerza: “Jugar a que quiere ser candidato en este contexto ya roza la irresponsabilidad… No es que ponga a la persona primero porque primero está el país, pero tiene que terminar de definir qué es lo que quiere hacer, jugar a que quiere ser candidato en este contexto ya roza la irresponsabilidad. Va a tener que desistir este histeriqueo, ese coqueteo con la candidatura, para concentrarse decididamente en lo que yo defino una gran transición, porque esto tiene que durar hasta el 10 de diciembre”.
Mientras todo esto sucedía, la Corte Suprema de Justicia con sólo tres de sus miembros (uno de licencia y otra vacante) suspendía a sólo cinco días del acto, las elecciones en Tucuman y en San Juan. Dos de las provincias en las que se daba por descontado un triunfo cómodo del peronismo. La Corte dictó sendas medidas cautelares para que se suspendieran las elecciones sin analizar la cuestión de fondo respecto de la vulneración de la alternancia ya que ambos candidatos (Juan Manzur y Sergio Uñac) ya habían cumplido tres y cuatro mandatos en el ejecutivo de sus provincias. Cinco días. Con las boletas impresas, las urnas repartidas y el desconcierto absoluto del electorado.
Imposible no leer en tono político esta decisión jurídica tomada por el presidente del cuerpo Horacio Rossati, Carlos Maqueda y Carlos Rozenkratz. Cuesta entender los tiempos de la Corte. Otra decisión que a simple vista parece torpe y apresurada: le sirven al kirchnerismo en bandeja argumentos para consolidar la teoría del lawfare, la persecución y la victimización.
Rapidamente Cristina Fernandez de Kirchner recogió el guante y respondió a lo que le resulta funcional: interpretar el fallo de la Corte como una declaración de guerra. Y atrás fue un Alberto Fernandez que encontró también la oportunidad para congraciarse con su compañera de fórmula que hoy sólo busca despegarse de él y de su gestión. CFK entiende que es la única manera que el kirchnerismo tenga una oportunidad.
“Ya se salieron con la suya”, tuiteó la vicepresidenta. “Ahora no tienen excusas”, dijo y calificó la decisión de la Corte como una maniobra contra el peronismo y una “tapadera” para cubrir los escándalos en el Juicio Político que se sustancia en el Congreso contra los miembros del Tribunal.“Dejen votar a los tucumanos y las tucumanas en paz", continuaba exaxperada CFK.“Dejen votar a los tucumanos y las tucumanas en paz YA”.
La Corte cita antecedentes y jurisprudencia. Los constitucionalistas debaten cuestiones técnicas como la competencia originaria del tribunal en estos casos. Las redes se llenan de fechas y casos y hombres como Andrés Gil Dominguez, referente en la materia, expone que los ministros de la Corte tenían en sus manos un planteo similar al que terminaron tratando respecto de la provincia de Tucuman desde diciembre del 2022. ¿Por qué la sorpresa y la necesidad de generar semejante nivel de zosobra? Se pregunta. La mano derecha de CFK en el Senado encargada de Asuntos Jurídicos, Graciana Peñafort, asegura que se trató de una venganza. Lisa y llanamente. Mientras que otros aplauden a una Corte dispuesta a poner límites en términos de interpretar las constituciones provinciales como se debe.
El ex jefe de Gabinete, Candidato a vicegobernador de Tucumán y hombre fuerte del peronismo Juan Manzur se bajó de la candidatura y las elecciones en esa provincia tendrán lugar en junio. El gobernador de San Juan Sergio Uñac, que iba por un próximo mandato, acató el fallo de la Corte pero promete seguir dando pelea. Las elecciones en esa provincia tuvieron lugar el domingo pero sin los cargos ejecutivos que aparecían en las boletas.
De cualquier manera, la discusión no pasa por los tratados de Derecho Constitucional ni por los expedientes tramitados ni los complejos recursos técnicos. Por lo menos no en lo referente a las cautelares que suspendieron el acto eleccionario. La discusión es una discusión política. Y no cualquiera. Una discusión que torna vidriosa cualquier decisión que tome la Corte de acá hasta las elecciones presidenciales. O eso por lo menos es lo que buscará el kirchnerismo a partir de este fallo: mostrar a los tres ministros de la Corte como ministros de una Corte opositora. Y ahí el presidente le dio una mano, aún tergiversando la realidad. Alberto Fernandez se refirió a ellos como “"los jueces designados por decreto por Macri que siguen respondiendo a sus órdenes" . Con una parte de la verdad le alcanzó para desvirtuarla. Tanto Rossati como Rozencratz fueron designados por decreto en la gestión anterior pero luego de un escandalo político pasaron como todos por el Senado y hoy son, como se diría en la jerga, “ jueces de la Constitución”.
El periodista Daniel Santoro, del diario Clarin, había adelantado este fallo polémico. Junto con otros dos de alta sensibilidad: uno vinculado a los reclamos jubilatorios y otro que cuestiona la presidencia de Maximo Kirchner al frente del PJ bonaerense. Sumado a los multiples planteos de CFK en el superior tribunal.
Una mueca se dibuja en el kirchnerismo que se parece demasiado a una sonrisa. Si la Corte le declaró la guerra, todo lo que surja de allí estará viciado y será suceptible de cuestionamientos. Gran favor a corto plazo.
Mientras tanto, otra vela le prende el oficialismo a la oposición que en medio de sus debates internos e incertidumbres varias lo tornó competitivo cuando lo daban por muerto. Gustavo Posse, intendente radical de San Isidro, alerta sobre la falta de experiencia de la coalición opositora en materia de administrar los triunfos: “Cuando ganamos, perdimos. Nos dedicamos a pelear espacios de poder”. Una seria advertencia amiga a Mauricio Macri, Horacio Rodriguez Larreta y Patricia Bullrich que no logran acomodarse y, torpemente buscan mostrar un frente común que lejos está, al día de hoy, de verse consolidado.