En retrospectiva parece otro mundo. Por el tiempo que comenzaba a publicarse El Observador, a principios de los 90. se decía que las novedades del mundo llegaban a Uruguay con unos 10 años de atraso, el bajo perfil empresarial era sagrado, hacía pocos años que Montevideo tenía un shopping ; el celular -un objeto enorme para los parámetros de hoy que la empresa Movicom intentaba instalar- era un lujo que tenían solo los altos ejecutivos y el automóvil era mayormente un símbolo de estatus.
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