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Dos equipos de radioterapia para cáncer estuvieron casi cinco años sin ser usados por ASSE: ¿qué pasó?
Dos equipos de radioterapia de última generación que Uruguay compró a fines de 2018 están a punto de comenzar a funcionar luego de que la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) lograra firmar un muy postergado acuerdo de mantenimiento preventivo con la empresa Tera Ingenieros, necesario para su inauguración.
Las negociaciones y gestiones para que los equipos oncológicos puedan empezar a prestar servicios tardaron más de cuatro años. “Fue un parto de nalgas, realmente acalambrante”, dijo a El Observador el presidente de ASSE, Leonardo Cipriani.
Se trata de dos aceleradores lineales para aplicar radioterapia a enfermos de cáncer, mucho más modernos y precisos que los que hoy dan ese tratamiento. Ambos ya están instalados desde hace muchos meses: uno en el Instituto Nacional del Cáncer (INCA) y otro en el Hospital de Tacuarembó.
El último obstáculo superado fue la firma de un convenio para asegurar el “mantenimiento preventivo” de los aparatos con la empresa Tera, representante en Uruguay del fabricante Varian.
“La semana pasada pudimos concretar la firma de un preacuerdo”, afirmó Cipriani.
Los problemas para que los aceleradores funcionaran comenzaron ni bien llegaron al país, ya que –por un defecto del pliego de la licitación por la cual fueron comprados- arribaron sin el software necesario.
Los técnicos del fabricante Varian que tenían que llegar para solucionar los problemas y acondicionar los equipos, no pudieron hacerlo durante la pandemia.
“Luego se nos trancó la compra de los fantomas, que son un aparato que se pone para calibrar la radiación. Compramos tres fantomas, que demoraron un año y pico en venir, casi dos, una locura también producto del efecto pandemia”, agregó Cipriani.
El presidente de ASSE señaló que luego la Agencia Reguladora Nacional de Radioprotección (ARNR), del Ministerio de Industria y Energía, que es “extremadamente exigente, indicó que había que hacer un contrato de mantenimiento preventivo”.
“Desgraciadamente en Uruguay hay una sola empresa para eso, que es Tera. Y ahí tuvimos una negociación bastante fuerte, debido a que nos querían cobrar un porcentaje muy alto: un 12 o un 15% del valor de los equipos por año para mantenerlos, lo cual era una locura. Nos cobraban como si fueran viejos, cuando en realidad no habían sido estrenados”.
Cipriani no ocultó su molestia. “Estamos hablando de una cifra millonaria. Lo pudimos negociar, pero nos llevó mucho tiempo porque era un disparate. Era muchísimo dinero, querían cobrar más de un millón de dólares por año por mantener los tres equipos. Era un abuso total que no podíamos permitir. Finalmente quedamos en que se pagará poco más del 8%, unos US$ 600 mil al año”.
El jerarca agregó que Tera también pretendía cobrar la mitad por adelantado, lo que no está permitido por el Tocaf (la normativa que regula las compras públicas).
Desde 2015 el INCA usa un acelerador lineal alquilado, justamente a la empresa Tera.
En aquel momento se firmó un contrato de alquiler por diez años, que vencerá en febrero de 2025.
El director del INCA, Robinson Rodríguez, dijo que recientemente se desestimó la posibilidad de renovar el contrato de alquiler en la apuesta de que el nuevo equipo pueda ponerse a funcionar de una vez.
Rodríguez evaluó que el contrato de alquiler firmado con Tera ha tenido pros y contras. En el haber está que la empresa se comprometió a asegurar el service, el mantenimiento y todo lo necesario para que el equipo no se detenga. Hoy el acelerador lineal trabaja a diario de 6 a 23. En las contras, el alto precio mensual que se paga.
El director afirmó no tener presente el costo exacto del alquiler, pero otras fuentes del INCA señalaron que, una vez que se hayan pagado los diez años de arrendamiento, se habrá gastado mucho más dinero que si se hubiera comprado un acelerador nuevo en 2015.
Mientras el nuevo aparato, ya instalado, todavía no se ha puesto a funcionar, en el INCA hay una lista de espera de entre 20 y 25 personas para recibir este tipo de radioterapia. Según reconoció el director Rodríguez, en algunos momentos la nómina de pacientes aguardando turno llegó a 60. Sin embargo, enfatizó que ninguno de esos casos es de urgencia, ya que estos siempre son atendidos en el momento.
Hasta el cierre de esta nota, los responsables de la empresa Tera no habían respondido los mensajes que se les dejaron para tener su punto de vista.
En el Pereira Rossell no
El convenio firmado la semana pasada entre ASSE y Tera para asegurarle el “mantenimiento preventivo” a los dos nuevos aceleradores lineales está siendo analizado ahora por el Tribunal de Cuentas.
Cipriani dijo que, para habilitar que se comience a usar los nuevos aceleradores ya mismo, los primeros meses arrendarán los servicios de Tera en régimen de compra directa.
Para que los equipos comiencen a funcionar solo falta ahora el visto bueno final de la ARNR.
Rodríguez señaló que ya no debería haber más obstáculos. Muchos técnicos del INCA se han capacitado desde 2021 para operar estos equipos.
Un tercer acelerador también comprado en 2018 para uso del hospital pediátrico Pereira Rossell todavía seguirá sin estrenarse debido a que hubo un error al construir el bunker donde quedará instalado, lo que ha retrasado aún más su inauguración.
Los tres equipos fueron comprados a la empresa estadounidense Varian, a un costo de US$ 3.975.000.
En Tacuarembó también
El director del Hospital de Tacuarembó, Ciro Ferreira, se mostró muy contento con la firma del acuerdo entre ASSE y Tera y la posibilidad de comenzar a usar el equipo.
“Vamos a empezar a la brevedad. Nosotros nunca dejamos de hacer radioterapia, pero con esto vamos a poder recibir más pacientes y podremos hacer medicina nuclear con un tomógrafo de altísima definición. Hoy tenemos un Volkswagen Gol que nos traslada y que funciona bien. Ahora vamos a tener un Mercedes Benz de última generación”.
Ferreira subrayó que no participó de la negociación para el mantenimiento de los equipos, porque la realizó la dirección central de ASSE.
Desde hace dos años, dos físicas argentinas viven en Tacuarembó, contratadas para llevar adelante la puesta a punto del acelerador.
El equipo destinado a Tacuarembó padeció problemas adicionales debido a que perdía gas.
“Fue una lucha. Hubo idas y venidas porque la empresa Tera decía que era normal, pero no lo era. Finalmente se detectó la pérdida, la fábrica aceptó que era una falla, enviaron el repuesto y después de dos años y pico el aparato se reparó”, agregó.
Equipos viejos
A fines de 2020, tras diversos pedidos de acceso a la información pública, ASSE informó a El Observador que el acelerador lineal del Pereira Rossell lleva 19 años en funciones, y presenta problemas técnicos en forma periódica que dificultan su correcto funcionamiento.
A su vez, el Hospital de Tacuarembó opera con un aparato de 25 años de antigüedad, mientras que el aparato alquilado por el INCA tiene 15 años.
El hecho de tener equipos tan viejos, que se rompen con mayor frecuencia, también ha sido discutido en el directorio de ASSE, que en algunos casos ha tenido que autorizar compras directas a privados porque los servicios públicos no alcanzan para atender a todos los pacientes.
En una entrevista con El Observador en marzo de 2021, el director de la ARNR, el físico Gabriel González, dijo que lo que "muestra" esta situación es que "hay una gran fragilidad en el sistema" que tiene que ver con la "poca inversión que se hizo en los años anteriores".
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) estableció en su manual práctico de 2010 que la vida útil de los equipos no puede superar la década, aunque hay otras publicaciones que conceden que ese límite puede marcarse hasta los 12 años.
