Espectáculos y Cultura > LA REINA DEL MIEDO

Dos horas para enamorarse de Valeria Bertuccelli

La actriz argentina debuta como directora y guionista en La reina del miedo
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07 de abril de 2018 a las 05:00
Robertina vive al borde. Del llanto, de la ansiedad, de un accidente de auto, de la descompensación, de que su cuerpo –delgado y frágil– se le rompa en mil pedazos. Cuando alguien, de pronto, le dice: "Disfrutá", ella, con la mirada inestable, responde: "Lo intento".

Robertina –Tina en las marquesinas de los teatros– es actriz. La gente la reconoce y le pregunta: "¿Usted no es?". Los productores teatrales invierten mucho dinero en ella. Su agente la deja ser y hacer. Tiene una vida que aparentemente es muy agradable, muy cómoda. Vive en una casa blanca, amplia y hermosa, con una empleada con cama, otra que va solo durante el día, un séquito de jardineros que ponen y sacan plantas sin dar muchas explicaciones y con una empresa de seguridad a la que recurrir cada una de las veces que tenga miedo.

Y ahí, por supuesto, está el nudo. Robertina vive aterrada, tensa, insegura, incómoda.
Su existencia –que aparece tan sofisticada como cada una de las piezas de vestimenta que se tira sin esfuerzo sobre el cuerpo– atraviesa dos situaciones conflictivas. La primera: está sola, su marido se fue de la casa y ella no sabe si va a volver o es definitivo. La segunda: Lisandro –su mejor amigo con el que se pelea todo el tiempo y vive en Dinamarca– se muere de cáncer mientras ella está a dos océanos de distancia. Como dato extra está el pequeñísimo detalle de que Tina está por estrenar un unipersonal que ni ella misma tiene demasiado claro de qué va.
"Yo desconfío mucho de la gente segura, me parece que estamos en un momento en el que la seguridad está especialmente sobreestimada" Valeria Bertuccelli actriz, guionista y directora
Lo único que sabe es que el cerezo de su jardín que –según insiste, pese a lo que dice el jardinero– está seco va a estar en el medio del escenario. Cueste lo que cueste. Porque Tina no tiene idea de dónde está parada, pero cuando tiene una certeza o una necesidad o un capricho es la mujer más terca del planeta.

Una artista que no tiene techo

Así empieza La reina del miedo, la ópera prima de Valeria Bertuccelli.

Para los distraídos, Bertuccelli es aquella que mujer que le ponía el cuerpo y la actitud a un personaje llamado la Tana Ferro en la película Un novio para mi mujer, uno de los tantos intentos de Adrián Suar por hacer cine y, seguro, el que lo deja mejor parado.

El segundo intento de la pareja no fue tan memorable. Me casé con un boludo, estrenada en 2016, es un plomazo con algunos momentos rescatables.

Pero, aunque la película en cuestión sea del montón, lo de Bertuccelli es hermoso siempre. No importa quién la dirija. Si es en teatro, una tira diaria de Pol-ka o una película de Lucía Puenzo, Daniel Burman o Juan José Campanella.

Diego Velázquez, el actor que interpreta a Lisandro en La reina del miedo la definió, en Rolling Stone de marzo, así: "Ella tiene algo como actriz, un tinte siempre gracioso pero también como muy melancólico y un poco triste, que en otras películas es un componente más y que en esta película está todo el tiempo. Hay una marca autoral muy fuerte que no es tan común ver entre los actores de nuestro cine".
"Ella tiene algo como actriz, un tinte siempre gracioso pero también como muy melancólico y un poco triste, que en otras películas es un componente más y que en esta película está todo el tiempo" Diego Velázquez actor de la reina del miedo
El Puma Goity, que trabaja en su ópera prima y la conoce desde hace años, también dijo en Rolling Stone lo siguiente: "Valeria es una artista y no tiene techo, laburar con ella es un premio, yo la escucho y obedezco".

El trabajo actoral de Bertuccelli se ha llevado varios premios dentro de Argentina, pero nunca había salido demasiado de los límites de su país. Hasta que en enero llegó Sundance, considerado uno de los más prestigiosos y relevantes dentro de la escena cinematográfica independiente. La directora (en realidad Bertuccelli codirige junto a Fabiana Tiscornia viajó hasta Utah para presentar su primera película. Y así como la presentó, se fue. Jamás imaginó que, días después, durante la madrugada de Nueva York le iba a sonar el teléfono y del otro lado su productor le iba a decir que había ganado como mejor actriz.

La revista especializada Hollywood Reporter hizo una reseña muy elogiosa sobre su realización y su actuación: "Bertuccelli da una actuación impresionante. Es difícil quitarle la vista de encima a su personaje, aun cuando no se esté del todo seguro sobre lo que ella está pensando o haciendo". La definición es perfecta. Es casi imposible entender lo que sucede por la cabeza de esa mujer desorientada que, a días de estrenar su espectáculo, se toma un avión para aterrizar en Copenhague y acompañar a su amigo en las sesiones de quimioterapia.

Más allá de esos raptos de locura o lo distante de su historia todo en La reina del miedo es creíble: las conversaciones que tiene con Lisandro sobre la vida más allá de la muerte, el anhelo de los hijos. O la que tiene con su empleada al volver a Buenos Aires, cuando ella le dice que "el señor" pasó a buscar sus cosas. O la gestualidad entre torpe y tierna. O el miedo infantil a la oscuridad en medio de la noche. O su forma de acurrucarse en la cama. O las lágrimas –spoiler alert– que recién brotan al final.

"Yo creo que todos somos miedosos. Después está lo que hacés con eso: hay quienes lo disimulan, quienes lo llevan bien... Yo desconfío mucho de la gente segura, me parece que estamos en un momento en el que la seguridad está especialmente sobreestimada. Tenés que mostrarte seguro en el trabajo, en una entrevista. A mí las personas que más me atraen no son de unas seguridades arrolladoras. Me llevo bien con eso, con mi inseguridad", dijo Bertuccelli en entrevista con Rolling Stone.

La reina del miedo
–recién estrenada en Uruguay– es un drama con algunos tintes de comedia por las propias inquietudes y características de su creadora. Tina no es la Tana pero es igual de querible. Y la película no se parece en nada a Un novio para mi mujer. Aunque es probable que no llegue a ser el exitazo que fue la realización de 2008, el primer trabajo de dirección de Bertuccelli tiene todas las cualidades para convertirse en una de esas pequeñas películas que crecen a medida que pasa el tiempo.

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