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El cliché del “mejor amigo gay”: cómo la narrativa queer evolucionó en el cine y las series

La representación de identidades LGBTI+ en el audiovisual ha evolucionado a lo largo de las décadas y con ellas algunos clichés que será mejor dejar para la nostalgia
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27 de agosto de 2022 a las 05:01

–Este es mi novio Damian. Uso el termino novio vagamente porque Damian es claramente homosexual.
–Bueno, en ese caso, este es mi novio Stanford.

La conversación entre la escritora Carrie Bradshaw y la productora de moda Lynne Cameron en la cuarta temporada de Sex and the City resume brevemente un estereotipo que sobrevivió demasiado tiempo en Hollywood: el amigo/novio sin cama de las mujeres interesantes. El must have de los 90. El personaje de color en una historia predominantemente heterosexual.

El historiador y autor de Sexbook. Una historia ilustrada de la sexualidad, Nacho M. Segarra, lo llama magical gay (gay mágico). “El magical gay tiene dos funciones en las ficciones creadas casi siempre por y para heterosexuales”, explica Segarra en una entrevista con El País de Madrid. “Por un lado, servir de apoyo y guía a la protagonista femenina y, por otro, subrayar la masculinidad hegemónica y sin fisuras del protagonista masculino”.

En el mismo sentido se expresó ya en 1981 el historiador Vito Russo, después de revisar más de 300 películas y verter su análisis en el libro The Celluloid Closet, con el que intentó abrir el campo de investigación y análisis sobre las formas de representación en el cine mainstream.  “La homosexualidad en las películas, ya sea abiertamente sexual o no, siempre se ha visto en términos de lo que es o no es masculino”. Entonces, durante años, la comunidad queer fue mostrada en pantalla como el ejemplo de lo que no era aceptado en una sociedad occidental homófoba y conservadora, a menos que fuera el punchline del chiste.

“La historia de la representación de lesbianas y hombres gay en el cine mainstream es políticamente indefendible y estéticamente repugnante. Puede haber una gran cantidad de personajes homosexuales flotando en varias pantallas en estos días, pero la visibilidad gay nunca ha sido realmente un problema en las películas. Los homosexuales siempre han sido visibles. Es cómo han sido visibles lo que sido ofensivo durante casi un siglo –sostiene el investigador y agrega–: Eran tan invisibles en la pantalla como en la vida real. Sin embargo, continuaron emergiendo como fantasmas subtextuales que representan el miedo mismo a la homosexualidad”.

Russo concluyó que Hollywood se negaba a generar personajes que no fueran unidimensionales o que fueran apéndices de la narrativa heterosexual, blanca y marcada por una mirada masculina. Una mirada falsa, peyorativa y reduccionista que mantenía la puerta del clóset cerrada. Porque, además, planteaba una única forma de ser en una sociedad obsesionada con los roles de género y la reafirmación de una única masculinidad inquebrantable. En comparación, lesbianas, hombres gays y personas trans eran quienes quedaban por fuera del sueño americano.

Quizá una de las fórmulas más repetidas de esta representación es la del “mejor amigo gay”. Un cliché que se instaló en el cine comercial con fuerza a partir de la década del 90, si bien estaba presente en el cine desde mediados de 1950. Es que la década de 1990 llegó con un puñado de películas y series con personajes más visibles. El mainstream empezó a adoptar líneas narrativas con personajes homosexuales regulares. Reality bites (1994), Clueless (1995), Will and Grace (1998), La boda de mi mejor amigo (1999) son algunos ejemplos.

La comedia romántica protagonizada por Julia Roberts pone a Rupert Everett en el lugar del amigo gay arquetípico: un personaje humorístico que aporta color a la trama haciéndose pasar por el novio de ella y generar celos en el hombre que esta a punto de casarse con otra. Un fanático de Broadway que hace cantar I say a little pray for you a una mesa entera que le cree el cuento.

“El surgimiento del Nuevo Cine Queer y la Teoría Queer fue un punto de inflexión fundamental que trajo nuevas imágenes positivas y entendimientos de la cultura gay. Hollywood representó estos cambios al incorporar conceptos queer a la cultura dominante. Con Tom Hanks ganando un Oscar por Filadelfia (1993), esta película cambió el panorama de Hollywood, y facilitó la producción de largometrajes con personajes o temas homosexuales", dice Sarah Baker en The Changing Face of Gay Representation in Hollywood Films from the 1990s Onwards.

Es que el movimiento del New Queer Cinema empezó a gestarse en el mundo del cine independiente pero atravesó la valla hacia el cine comercial, lo que aumentó la visibilidad de la comunidad LGBT+ a fines del siglo pasado con películas que se ganaron la aclamación popular. Mostraron que pueden ser películas no solo interesantes por fuera de los estereotipos, sino también taquilleras.

Pero volviendo a la televisión, el ejemplo perfecto del "mejor amigo gay" de manual se encuentra en Sex and the City. Stanford Blatch, quien se nombra al comienzo de esta nota, es tal vez el estereotipo de manual. Porque además de una colección de zapatos y colecciones de diseñadores, Carrie Bradshaw tiene un amigo gay. También lo tiene Charlotte York en Anthony Marantino. Los personajes aparecían únicamente en momentos de copas, compras y comentarios ácidos, cuando no era ofreciendo la posibilidad de rematar un chiste a sus expensas.

El estereotipo del amigo gay lo reducía casi al mismo nivel que un objeto de consumo. Pero esta forma de personificar las relaciones entre amigos también terminaba desfigurando la figura femenina hasta caricaturizarla. Una mujer superficial, egocéntrica y despreocupada.

De Daniel Franzese en Mean Girls a Stanley Tucci en El diablo viste a la moda, el estereotipo del mejor amigo gay nunca fue protagonista: fue un facilitador, un consejero, un asesor de moda o un mero accesorio en la trama central. Personajes que funcionaban únicamente de soporte para la curva argumental de los protagonistas, sin profundizar en su propia vida ni en sus relaciones. Tampoco en sus miserias, porque lo que tiene el estereotipo es que es exitoso, rico y fabuloso.

El estereotipo establece tanto una forma de ser y parecer homosexual, como una forma de ser y parecer heterosexual. Por ejemplo, la siguiente conversación introduce a Christian en la tira Clueless después de que se negara a tener sexo con la protagonista de la serie:

–¿Están ciegas o algo? Tu chico Christian es un cake-boy –dice Murray mientras intenta enseñarle a manejar a su novia–. Un bailarín de disco, un lector de Oscar Wilde, un comprador de entradas de [Barbra] Streisand, un amigo de Dorothy. ¿Saben de lo que hablo? Es gay. 

–Sí, le gusta ir de compras. Y se sabe vestir– observa Dionne a su mejor amiga.

–Me siento una tonta– concluye Cher, la protagonista (antes de casi chocar el auto, porque era bien sabido que en los 90 las mujeres manejaban mal).

Clueless

A partir de los 2000 la representación de los personajes evolucionó cada vez más, empujada ahora no solo por la lucha de los movimientos sociales sino por la participación de cada vez más guionistas, directores y realizadores que tomaron la palabra para representar a una comunidad que se movía en los márgenes del celuloide. La exposición de historias nuevas, con personajes más complejos, como Capote (2005), Kiss Kiss Bang Bang (2005), Secreto en la montaña (2005), El cisne negro, (2010) y Dallas Buyers Club (2013) fueron abriendo un abanico de posibilidades de desarrollo para los personajes LGBT en la ficción.

También en la televisión. Girls, la serie dirigida y protagonizada por Lena Dunham, emitió su primer episodio en HBO en 2012. Elijah Krantz aparece por primera vez en el tercer episodio como el exnovio de la protagonista que le dice que realmente siempre le gustaron los hombres. El personaje podría haber tenido esa única aparición, pero a lo largo de seis temporadas el personaje interpretado por Andrew Rannells se fue desarrollando hasta ocupar uno de los roles más fuertes de la serie. Sí, como uno de los amigos de las protagonistas, pero como un hombre que se rehúsa a ser solamente eso.

Girls, HBO

El último reporte anual de la organización GLAAD, Where We Are on TV? (2021-2022), concluyó que las producciones exploran diferentes representaciones de identidad, dejando claro que no existe una única, ni correcta, forma de ser queer. Con shows como Pose, Feel Good, Heartstopper, It’s a Sin, EuphoriaHacks, que ponen protagonistas que enfrentan problemas de la vida real, más luminosos o más oscuros, como el abuso de sustancias, la pobreza, las tragedias familiares, el amor y el desamor, desarrollan tramas complejas por sí mismos.

Sabemos que Los Simpson puede funcionar como un termómetro social. A la famosa serie, acusada de adivinar el futuro, le tomó 27 años y 33 temporadas desarrollar algún tipo de arco romántico para el único personaje homosexual de la serie animada. Waylon Smithers, el asistente del Sr. Burns, que desde el comienzo fue retratado como un hombre solitario y obsesionado, empezó el año pasado su primera relación romántica en pantalla. 

“El recorrido es sintomático de cómo los personajes gays han estado en la ficción: primero silenciosos, luego paródicos, casi siempre sumisos, serviciales a otros personajes y a sus tramas, en una existencia que fluctuaba entre lo servicial, lo funcional, lo humorístico y lo compasivo”, señala Guillermo Alonso en el medio español.

Sex Education, la serie de Netflix que aborda la necesidad de la educación sexual para los jóvenespuede ser un ejemplo de cómo la producción audiovisual retrata actualmente una relación de amistad entre varones cuando a uno de ellos les gustan otros varones. Otis y Eric se convierten en una dupla entrañable, una relación con complejidades y momentos divertidos. Una amistad que parece sincera.

El guionista Amrou Al-Kadhi explicó a The Guardian el impacto de estos modelos: “era verdaderamente dañino para la audiencia queer más joven verse reflejada como bobalicones shakesperianos que no forman parte intrínseca de la historia, sino que son su azote cómico”

En este sentido, Daniel Harding, autor de Gay Man Talking. All the conversations we never had, publicó una carta abierta en Cosmopolitan en la que contó cómo el estereotipo cinematográfico impactó en su autopercepción y crecimiento. "Un papel que estaba destinado a hacerme sentir aceptado y amado gradualmente resultó ser un trabajo bastante difícil", sostuvo.

"A pesar de que el mejor amigo gay a menudo se considera 'el accesorio más popular', era, y sigue siendo, una etiqueta que pesa mucho en mi mente. De acuerdo con las películas, debería haber amado mi posición no remunerada como la mejor amiga agonizante de la chica heterosexual. Escuchar siempre los problemas de su chico y ser su reina de la comedia debería haber sido un honor. Pero en realidad, me di cuenta de que no era un título divertido en absoluto".

Si bien en algún momento la aparición del cliché puede haber sido un punto ganado a la invisibilidad de la comunidad LGBTI+, pudo transformarse en un estereotipo asfixiante. En pleno 2022, es hora de ver otras representaciones en pantalla, y las hay, para reafirmar que no existe una única forma de ser. Quizá es preferible que el "mejor amigo gay" quede como un recuerdo nostálgico de los 90. Hacia adelante hay mucho más. 

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