Gabriel Pereyra

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El cuento sobre Sendic en versión para jóvenes

No puede sorprender la defensa que la izquierda hizo esta semana de lo indefendible como tampoco la acusación acerca de que la oposición y la prensa estaban atentando contra la democracia
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07 de marzo de 2016 a las 05:00

Decir que la defensa del vicepresidente Raúl Sendic y los ataques a la prensa por atentar contra la democracia que el Frente Amplio hizo este sábado son un error político y un exabrupto, es una obviedad. Por eso intentaré dar una versión acerca del vínculo histórico que la izquierda tiene con la autocrítica y la valoración de la democracia, pero dirigida a los más jóvenes, aquellos que se aproximaron o se informan de la política actual hace un par de décadas.

Hace más de 40 años y en medio de un estado de convulsión social, las Fuerzas Amadas emitieron un par de comunicados que, básicamente, decían que si caía la democracia emergería un gobierno liderado por soldados progresistas. Varios partidos de izquierda se abrazaron con amor a aquel patíbulo de las instituciones. Hagan los jóvenes el ejercicio de ubicar a alguno de los protagonistas de aquel error histórico a ver si se arrepienten de él. Autocrítica y democracia.

En medio de aquel caos que ponía en riesgo la institucionalidad, había partidos de izquierda que tildaban a la democracia de burguesa, de casi no democracia, mientras que otros sectores directamente la emprendieron a tiros contra la institucionalidad. Lograron tirarla, solo que al mando quedaron otros. Es tan cierto que la izquierda aportó buena parte de los muertos para derrocar a la dictadura militar (1973-1985) como lo es que aportó buena parte de los muertos para tirar a la democracia. ¿Revisionismo crítico? Pregunten, indaguen, vale googlear. Autocrítica y democracia.

Más acá en el tiempo, hace apenas un cuarto de siglo, los principales partidos de la izquierda mandaban calurosos saludos a los sangrientos dictadores de detrás de la cortina de hierro. Si la autocrítica que harán cuando caiga la dictadura cubana o la democradura venezolana se parecerá a la que hicieron cuando enviaron besos, por ejemplo, al delirante y asesino dictador rumano Nicolae Ceaucescu, entonces será esperar en vano. Autocrítica y democracia.

Por esto y otros asuntos del último medio siglo de la vida política, no puede sorprender la defensa que la izquierda hizo esta semana de lo indefendible como tampoco la acusación acerca de que la oposición y la prensa estaban atentando contra la democracia. No es tanto que se lo crean, sino que como las instituciones son para algunos de sus dirigentes algo tan volátil, sienten que las pueden utilizar, como quien tira una piedra, en comunicados que en realidad refieren a cuestiones más propias de psicólogos que de politólogos.

Así las cosas, recomendaría ir haciendo una lista de responsables para cuando –quizás más temprano que tarde- la era progresista termine y la izquierda tenga que pasarle el mando a sus oponentes. En tren de elegir, a algunos como la senadora Constanza Moreira les quedaría bien asumir el papel de mariscal (¿mariscala?) de la derrota y enumerar, con esa voz monocorde de los voceros oficiales, a los malvados responsables de su caída.

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