Maduro fue reelecto como presidente por un período de seis años, en un proceso electoral por demás cuestionado. Sus opositores más fuertes no participaron en la contienda por estar presos, inhabilitados, o por no haber querido sumarse en lo que consideraron una "farsa electoral".
¿Qué pasará de ahora en más? Al decir de los venezolanos, se espera "más de lo mismo, o peor". Si bien Maduro prometió recuperar la economía venezolana luego del 20 de mayo, no se espera realmente un cambio en su política, aunque sí podría radicalizarse en su posición para cuidar su sitio.
El mandatario hizo un llamado al diálogo, pero esto carece de credibilidad para sus opositores, ya que en similares situaciones su propuesta solo constituyó una estrategia dilatoria para salirse con la suya.
Lo esperable es que Maduro haga algunos cambios o enroques en el gabinete y en cargos claves, en un intento por "refrescar" su imagen. Los analistas también proyectan que, en la necesidad de lograr una mayor legitimación del pueblo, el gobierno continúe con su política de gasto público de carácter clientelar, por lo menos hasta donde los recursos del país alcancen.
"Seguramente, el gobierno emitirá más bonificaciones para sus programas sociales asistencialistas, aumentos salariales o nuevas pensiones, para compensar a los sectores populares que lo acompañan", dijo el economista y profesor universitario venezolano Leonardo Buniak a El Observador.
Esto ocurrirá en la medida en que aguante el bolsillo de un gobierno en crisis y a un costo inflacionario considerable, ya que esos desembolsos se han venido haciendo a través de emisión de dinero inorgánico por parte del Banco Central de Venezuela, lo cual empeoró la crisis.
Asimismo, es de esperar que la presión y las sanciones económicas internacionales aumenten, como consecuencia del no reconocimiento de los resultados electorales por parte de la Unión Europea, del gobierno de Estados Unidos y del Grupo de Lima. De hecho, la Casa Blanca ya intensificó sus sanciones. El presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que impide al gobierno de Maduro de vender activos y deuda pública en territorio estadounidense.
Pero los analistas creen que puede haber más.
"Esto puede desencadenar sanciones vinculantes al tema petrolero, como por ejemplo, posibles embargos que harán más difícil la situación del país", observó Buniak.
Desde fines de 2017, Venezuela entró en lo que se llama "default técnico", por no estar honrando sus pagos al exterior. Ahora la expectativa de algunos agentes internacionales es que el gobierno podría decidir pasar a un "default total", tanto de las obligaciones de PDVSA como de las obligaciones de la República.
"Entrar en default total significaría ampararse en el principio de inmunidad soberana, a través de la cual un Estado no puede ser embargado. De esa forma, los acreedores tendrían que ir a una suerte de reestructuración de la deuda, por lo menos con las obligaciones de la República", explicó Buniak.
Esta opción representaría recursos en dólares adicionales para el gobierno, con lo que podría financiar el año 2018, es decir financiar importaciones de alimentos y medicinas.
En el caso de Pdvsa, es claro que el gobierno también intentará evitar embargos, pero ello es casi inevitable a esta altura, por las acciones judiciales de Conoco Phillips contra la industria.
Aun diciéndose ganador, la popularidad de Maduro ha bajado en forma alarmante, según las encuestas. Se ha convertido en un presidente con pies de barro, quien se enfrenta a una ingobernabilidad que empeorará a medida que crezcan también las necesidades básicas de los venezolanos, si es el caso.
"Este proceso puede terminar en una fractura interna en el propio gobierno. A la larga, el gobierno tendrá que aceptar un nuevo proceso electoral auténtico o, por el contrario, endurecerse y apelar más a la fuerza que a la razón. Esto último acentuará el camino equivocado y socavará las bases de apoyo que le quedan", dijo el abogado Juan Manuel Raffalli, asesor del Frente Amplio Venezuela Libre -el movimiento político opositor más importante contra Maduro- a El Observador.
Los partidos de oposición, aun los que están unidos, se ven debilitados. Con figuras desgastadas ante la opinión pública, sus seguidores esperan caras nuevas, la renovación de una generación que no ha podido obtener logros en el frente político nacional.
Por lo pronto, Raffalli da a entender que en los próximos días la oposición podría demandar la realización de nuevas elecciones presidenciales en Venezuela para el mes de diciembre, dado que no reconocen las actuales. Pero del dicho al hecho hay un abismo.
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