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El fin del mito del harén

La forma de reproducirse de los lobos finos no es como creía la ciencia
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28 de septiembre de 2015 a las 05:00

Están los que llegan temprano para reservar lugar, preparados para la temporada de reproducción durante todo el año, cuando se alimentan para acumulanr la capa de grasa necesaria para sobrevivir al ayuno que su guardia reproductiva les requiere. Y hay algunos que llegan tarde y se quedan sin un buen puesto. Aunque, como descubrió la bióloga Valentina Franco-Trecu, esto también tiene sus beneficios.

En la maraña de cuerpos marrones que se ve cuando se está cerca de la Isla de Lobos no se percibe, pero cada lugar ocupado por un lobo fino está calculado estratégicamente. En algunos casos, dos machos pelearon por ese puesto y para mantenerlo, son capaces de pasar días sin comer, en ocasiones, incluso hasta un mes. Es que para estos animales la geografía es decisiva cuando llega el calor a Uruguay. Y la razón es una: la reproducción.

Cuando Franco-Trecu comenzó a estudiar en la isla, hace más de una década, se preguntó dónde estarían los harenes, grupos de hembras dominados por un macho que se reproduce con todas ellas y las defiende como propias. Sin embargo, con el tiempo la investigadora empezó a encontrar que había dos tácticas reproductivas claras, a las que llamaron territorial y satélite, y que ninguna de ellas tenía que ver con un harén, sino más bien con lo que se conoce como lek, un sistema de apareamiento típico de las aves.

"Los machos se juntan y logran lugares en un agrupamiento –supuestamente los mejores o los dominantes– y hacen los despliegues todos juntos", explicó Franco-Trecu. Los despliegues son comportamientos del animal para, precisamente, defender su territorio. Las mejores posiciones van a revelar una mejor condición corporal y niveles altos de testosterona, entre otras cosas, que hacen a un macho un mejor candidato por las cualidades que sus genes le van a transmitir a las crías.

Territoriales y satélites

Llegar a ocupar un lugar implica haberse alimentado bien durante el año. Los territoriales llegan gordos y con una gran cantidad de grasa. Para mantener el lugar, desarrollan más testosterona y se vuelven más agresivos. Estos machos son los dominantes y ocupan terrenos definidos, pequeños pero definidos.

Pero perder un espacio no significa no reproducirse. Los machos que quedan fuera utilizan la táctica conocida como satélite. Ellos no tienen que pelear para cuidar un espacio, lo más probable es que tampoco deban ayunar, e incluso pueden refrescarse en el agua. Mantenerse en la roca caliente durante varios días es también un esfuerzo importante para los lobos territoriales.

lobos finos jugando
Dos crías de lobo fino jugando
Dos crías de lobo fino jugando

Sin embargo, estos machos no suelen ser los más atractivos para las hembras y, por lo general, cuando este sistema ocurre con otras especies, los que utilizan técnicas alternativas a la dominante son los que tienen menos éxito. El resultado más interesante que encontraron los investigadores es que los grupos de machos que utilizaban la táctica dominante no necesariamente tenían más crías, sino que había ejemplares periféricos que tenían más crías que ellos. Esto tiene que ver la forma en que viven durante este período, la cantidad de veces que se reproducen, entre otras cosas.

Esto lo pudieron verificar a través de análisis genéticos. Franco-Trecu y su equipo marcaron a padres e hijos durante dos años y con estos resultados sustentaron aquello que habían observado en la naturaleza. Gracias a la ayuda de un tipo de pintura difícil de borrar, los investigadores pudieron marcar a los animales sin necesidad de moverlos de su espacio.

Hembras al poder

Esta nueva dinámica de reproducción le da un nuevo rol a las hembras de la especie. El poder no lo tienen los machos, sino ellas, que circulan libremente por estos territorios ocupados y eligen cuál es el mejor potencial padre para sus crías. El hecho de que estén agrupados facilita la decisión.

Tienen un período de gestación de entre 11 y 12 meses y, una que vez dan a luz , entre noviembre y enero, vuelven a reproducirse. La temporada más intensa es en diciembre y los machos comienzan a reservar sus lugares incluso desde octubre.

Pero, ¿por qué son ellas las que eligen? El proceso de generación de óvulos es más costoso y además serán las hembras quienes tengan que prepararse para la gestación, la lactancia y los costos físicos que esto les generará. Los machos solamente deben encargarse de conquistarlas, explicó Franco-Trecu.

Rescribir los libros

El artículo científico fue publicado en la revista Behavioral Ecology y la investigadora realizó una presentación de su trabajo en las Jornadas Uruguayas de Comportamiento Animal que se realizaron entre el 7 y 9 de setiembre.

Se trata de una de las primeras investigaciones que mezcla elementos del comportamiento con análisis genéticos para volver a describir el sistema de reproducción de la especie, explicó Franco-Trecu. Además, es el primer trabajo que mide el éxito reproductivo de una técnica alternativa a la dominante, agregó. Y una vez terminada la temporada, las estructuras se disuelven y todo vuelve a empezar.

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