En las imágenes mostradas en marzo se veía un grupo de misiles apuntar hacia lo que parece ser la península de Florida.

The Sótano > THE SÓTANO / EDUARDO ESPINA

El fin: el mayor de todos los miedos

Este temor se ve en la vulnerabilidad y se contagia
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26 de julio de 2018 a las 04:45
Las dos mejores películas post apocalípticas de tiempos recientes (no sé si son las mejores, me parece que sí, pero son mis favoritas) tienen que ver con una aniquilación colectiva total, que incluye la flora y fauna completas. Nada de lo que era, volverá a ser igual. El escenario es brutal, devastador en lo visual, en lo anímico y en lo psicológico. Entre los pocos que sobrevivieron –en una de ellas- algunos llegan incluso a quitarse la vida por no poder adaptarse a los horrores y bestialidades del nuevo mundo posterior a la destrucción, la realidad post.

Pero lo interesante, tanto de La carretera como de El libro de los secretos, separados apenas por un año (uno es de 2009, el otro de 2010), es que no se sabe cuál fue la causa que originó la gran catástrofe. Podemos suponer que fue una detonación nuclear que vino de la nada, o bien que fueron las consecuencias que tuvieron estas en el medio ambiente.

Fueron feroces. Aunque del tema no se hable todo lo que se debería, estamos a un tris de que esa realidad ocurra al menor descuido. Los nuevos misiles que Rusia está testeando y que podrá operar por completo dentro de dos años, viajan a una velocidad impresionante (20 veces la del sonido) y pueden sortear cualquier barrera antimisiles que le salga al paso y producir en cuestión de segundos la aniquilación completa de un área del tamaño del estado de Texas o de Francia.

La llamada "súper arma" nuclear o "bomba de Satanas", es la más poderosa que ha fabricado el ser humano hasta la fecha. Con solo su existencia contagia de vulnerabilidad a todo el planeta. Además, son capaces de transportar dos docenas de planeadores ultrasónicos, cada uno con su propia carga atómica. Una vez disparados, no hay defensa en tierra o aire capaz de contenerlos. Durante muchos años que fueron décadas, los de la Guerra Fría, el planeta se levantó cada mañana esperando la peor noticia: el fin definitivo de todo.

Este afortunadamente nunca llegó y fueron muchos los que celebraron el arribo del atisbo de paz nuclear definitiva, tras la caída del comunismo soviético. El pánico que globalmente unió a los habitantes racionales del planeta está a punto de estar nuevamente de vuelta, esta vez, mucho más escalofriante que antes.

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