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El Frente Amplio y un gobierno de izquierda acorralado tras la victoria de Bolsonaro

Quedan pocos gobiernos de izquierda en la región y pocos aliados para la administración de Tabaré Vázquez
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29 de octubre de 2018 a las 05:03

Con el triunfo de Jair Bolsonaro este domingo en las elecciones presidenciales de Brasil se termina de completar el cambio de signo político en América del Sur, que en la década de los 2000 había tenido el viraje opuesto. Mauricio Macri en Argentina, Mario Abdo Benítez en Paraguay, Sebastián Piñera en Chile, Iván Duque en Colombia y Martín Vizcarra en Perú conforman un mapa ideológico que va de la centroderecha a la derecha. Y con Bolsonaro se incorpora la ultraderecha a la región.

En ese contexto es que queda inmerso ahora el gobierno de Uruguay, con la izquierda frenteamplista acorralada por presidentes de derecha en los gigantes vecinos y en casi todos los del subcontinente.

En su bando solo le queda Bolivia. Pero Evo Morales no es ni amigo ni enemigo, simplemente ahí está. También se podría decir que está la centroizquierda ecuatoriana con Lenín Moreno al mando, pero tampoco es un gran socio político ni comercial de Uruguay. Y lo de Venezuela ya ni como izquierda se puede calificar. Ninguno de estos cuatro países, además, van a marcar el rumbo ideológico de la región.

Vázquez ha demostrado en este período de gobierno que puede llevarse bien con presidentes de derecha. Lo ha hecho con Macri, con quien mantiene un diálogo mucho más fluido que el que había con Cristina Fernández de Kirchner. Es cierto también que Macri ha sido mucho más suave en sus políticas de derecha o liberales respecto a lo que se espera de Bolsonaro.

En su bando solo le queda Bolivia. Pero Evo Morales no es ni amigo ni enemigo, simplemente ahí está. También se podría decir que está la centroizquierda ecuatoriana con Lenín Moreno al mando, pero tampoco es un gran socio político ni comercial de Uruguay.

El Frente Amplio tiene chances de ganar las elecciones en 2019, y las relaciones con Brasil van a tener que desarrollarse de la mejor forma posible. Pero más allá de que eso se confirme el año próximo o no, Uruguay será una isla de centroizquierda durante al menos 15 meses. Bolsonaro no tiene nada en común con Tabaré Vázquez, y ni siquiera lo llamó en las últimas semanas, algo que sí ocurrió con Macri o Abdo Benítez.

Por eso, el mandatario uruguayo y su canciller, Rodolfo Nin Novoa –quien además manifestó públicamente su deseo de que el ultraderechista no ganara–, probablemente tengan que acomodar el cuerpo y tragarse a un enemigo ideológico, les guste o no. Brasil, además del segundo socio comercial de Uruguay después de China, es uno de los dos que manda en el Mercosur. Y siendo el enano del sur, ser el único de izquierda no lo favorecerá.

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