El gobierno aprendió la lección y apeló a la cautela al comunicar un tema sensible

Iván Kirichenko -hoy director de la agencia de comunicación Signo pero antes periodista que cubrió Derechos Humanos y Fuerzas Armadas para el semanario Búsqueda durante la primera presidencia de Tabaré Vázquez - opinó que el manejo comunicacional del gobierno fue acertado. 

“La manera en que actuó el gobierno ante este hallazgo específico parece responder a un par de reflejos principales: por un lado, su aprendizaje sobre sus propios errores de manejo público en el pasado y, por otro, su legítimo interés por marcar presencia y reivindicar un asunto con el cual hizo bandera desde 2005”, dijo el experto en comunicación a El Observador.

Los gobiernos del Frente Amplio ya conocen el impacto negativo que puede ocasionar el manejo errático de una noticia de este tipo. Por eso, las declaraciones de los jerarcas que enfrentaron los micrófonos de los medios de comunicación subrayaron la necesidad de apelar a la cautela. Fueron el ministro de Defensa, José Bayardi y el prosecretario de la Presidencia, Juan Andrés Roballo. “En lugar de adelantarse a la certeza, prefirieron mostrarse como garantes de la prudencia”,  sostuvo Kirichenko. 

Leonardo Carreño

Durante su discurso de asunción, el 1 de marzo de 2005, Vázquez anunció que ordenaría excavar los cuarteles militares en busca de hallar los restos de los desaparecidos. Y cumplió. Cinco meses más tarde, en agosto, ya había novedades. El 8 de agosto, el presidente convocó a una conferencia de prensa junto a los comandantes en jefe de las tres fuerzas armadas. “´Momento histórico´, dijo Vázquez tras recibir informes de comandantes con la ubicación de restos de desaparecidos”, fue el título del comunicado oficial de Presidencia. 

El texto del Ejército llegó a Vázquez de manos del comandante en jefe, el general Angel Bertolotti. “(...) Por parte del Ejército se ha llevado adelante una investigación que casi seguramente en más de un 99% nos da seguridad de dónde estarían los restos de la señora María Claudia García de Gelman y, eventualmente, la posibilidad de que existan otros cuerpos en los terrenos del Batallón 14”, dijo el presidente Vázquez. 

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Encontrar la tumba clandestina de uno de los casos más emblemáticos del Plan Cóndor era muy removedor. Macarena Gelman llegó al Edificio Libertad en una mañana gris. La esperaba el secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández. Desde allí partieron hacia Toledo. Sobre las 11 de la mañana del martes 2 de agosto de 2005, llegaron al campo de maniobras que el Ejército tiene frente al Batallón de Infantería 14. Gelman, que en aquel entonces tenía 28 años, Fernández y Bertolotti recorrieron la zona esquivando a los mosquitos. 

“Bertolotti señaló una parcela de unos 25 metros cuadrados, y explicó que, según los datos del Ejército, los restos óseos de María Claudia García de Gelman, madre biológica de María Macarena, están enterrados a 80 centímetros de la superficie”, decía la crónica que Kirichenko publicó en Búsqueda el 4 de agosto de 2005. Macarena miró al suelo, tuvo un gesto de reprobación, se quebró y comenzó a llorar. Estuvieron allí entre 15 y 20 minutos. 

El equipo de antropólogos excavó la zona durante meses pero no halló ningún rastro de enterramientos clandestinos. La historia detrás de este engaño jamás quedó clara, pero lo cierto es que la expectativa generada por el discurso oficial trajo una gran frustración como resultado.

La historia de Macarena Gelman es durísima. Macarena es hija de María Claudia García Irureta Goyena y Marcelo Ariel Gelman, detenidos por la dictadura argentina y trasladados a Uruguay en el marco del Plan Cóndor, que consistía en la coordinación de las dictaduras del Cono Sur. Macarena jamás supo su verdadera identidad hasta los 23 años. En agosto de 2008, concedió una entrevista a La Nación de Argentina donde narró detalles de su vida. 

“Me lo dijo mi mamá. Mi papá había muerto cuatro meses atrás y mi madre me dijo que mi abuelo estaba buscándome. En realidad, toda mi familia biológica me estaba buscando. Mis papás biológicos tenían 19 y 20 años. Eran argentinos. Vivían en Buenos Aires. Los secuestran el 24 de agosto de 1976”, le contó a La Nación. 

Aquel día, un grupo de militares argentinos irrumpió en el domicilio del poeta Juan Gelman. Pero él ya se había exiliado. En su lugar, se llevaron a su hijo y a su esposa embarazada. En diciembre de 1998, Gelman publicó en Brecha un texto titulado “Carta abierta a mi nieto”, en el que narraba la historia de Marcelo y María Claudia. El cadáver de Marcelo fue encontrado dentro de un barril de cemento y arena. Los restos de María Claudia aún no aparecieron. 

Maracena habló de su mamá con La Nación. “La última vez que la ven con vida es el 22 de diciembre, y a mí me dejan en la casa de los papás que me criaron el 14 de enero de 1977. Ella cumplía los 20 años el 6 de enero. Bueno, los secuestran, los llevan a un centro clandestino de detención que se llamaba Automotores Orletti. Allí permanecen. A mi papá lo matan en el año 1976 mismo, a finales de septiembre u octubre. Y a mi mamá la trasladan a Uruguay dentro de la operación que se llamaba Plan Cóndor. Estaba embarazada de siete meses y medio cuando la secuestran”, dijo. 

“Hay que luchar por la verdad y para que esto no vuelva a pasar”. Con esa frase, Macarena Gelman dio por finalizada la entrevista.