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El gran gurú

Hace 120 años, el 24 de agosto de 1899, nació Jorge Luis Borges, mi amigo y mentor personal
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18 de agosto de 2019 a las 05:00

Borges empezó a existir, para mí, una tarde de invierno de 1978. Yo tenía 15 años y estaba solo en mi casa, disfrutando de mi destino de nerd, mediante el análisis de una apertura de ajedrez, la defensa eslava, una variante del gambito de dama. Sonó el timbre.

Me quedé inmóvil un minuto más, absorto en la figura que conformaban las piezas en el tablero. Sonó el timbre otra vez. Me encaminé a la puerta pensando en las posibilidades de las piezas negras en esa situación tan compleja a la que ellas mismas se habían sometido.

Ese que osaba interrumpirme era un vendedor del Círculo de Lectores, un sistema de suscripción que ofrecía libros a buen precio, con el compromiso de comprar al menos uno por mes. Como oferta de nuevos suscriptores, había un dos por uno.

Me interesó un libro de textos diversos en prosa de Pablo Neruda: Para nacer he nacido. Yo había leído una autobiografía suya, Confieso que he vivido, y la había disfrutado mucho. Y entonces decidí afiliarme al Círculo de Lectores y adquirir el libro, que venía con otro de regalo, de 812 páginas: Prosa, de Jorge Luis Borges.

Apenas hojeé Para nacer he nacido, una publicación póstuma que reunía unos textos encontrados en los cajones de Neruda. Tal vez habrían sido útiles como apuntes para algún libro, pero no eran un libro. Eran un objeto, un recuerdo del gran poeta chileno, pensado para aquellos que lo adoraban y lo extrañaban.

El otro libro, el que venía de regalo, agrupaba los volúmenes en prosa publicados por Borges desde Evaristo Carriego (1930) hasta El libro de arena (1975).  Ese libro cambió mi forma de entender el mundo para siempre. Ahí estaba Discusión, Historia universal de la infamia, Historia de la eternidad, Ficciones, El Aleph, El hacedor

Yo no tenía idea de quién era Jorge Luis Borges. No conocía ni siquiera su leyenda negra. Empecé a leer Historia universal de la infamia, atraído por los títulos de los relatos –El impostor inverosímil Tom Castro, El tintorero enmascarado Hakim de Merv, El asesino desinteresado Bill Harrigan, La viuda Ching, pirata– y me di cuenta de que había encontrado un gran amigo, que además sería mi maestro y que también era un mago.

A veces cerraba el libro y me quedaba riendo a carcajadas, otras terminaba un cuento y me quedaba pensando en las consecuencias terribles, magníficas, maravillosas que se abrían paso en mi imaginación

Discusión e Historia de la eternidad eran clases magistrales que parecían dictadas en una gran universidad para alumnos muy avanzados y yo me sentía una de esas mentes privilegiadas. A pesar de las citas en inglés, alemán, francés e italiano, no siempre traducidas, los textos eran transparentes. No solo tenía una manera de entender el mundo mucho más lúcida de lo que yo había escuchado o leído jamás sino que lo explicaba de manera tan hábil que hacía que el lector se sintiera un genio por entender tan intrincadas cuestiones.

Cuando llegué a los cuentos fantásticos, La lotería de Babilonia, La biblioteca de Babel, Las ruinas circulares, El milagro secreto, sentí el orgullo inmenso de comprender que ese, mi maestro, era además un creador capaz de provocar una emoción estética de un poder sobrenatural.

A veces cerraba el libro y me quedaba riendo a carcajadas, otras terminaba un cuento y me quedaba pensando en las consecuencias terribles, magníficas, maravillosas que se abrían paso en mi imaginación.

Y para colmo también decidió ambientar sus ficciones en los suelos de este sur de América y logró algunas de sus mejores páginas en ese ámbito, con El evangelio según Marcos, La intrusa, El sur, El muerto.

Había que leer su poesía, claro. Y entonces descubrí que esa fineza y elegancia de su prosa llegaban todavía más lejos. Que haya escrito dos sonetos dedicados al ajedrez lo tomo como un regalo personal, pero el poema que más me impresionó de todos los que he leído es El Golem.

Todos los textos citados son mis sugerencias de lectura para conmemorar el aniversario de ese gran maestro de la literatura universal. 
 

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