El mejor tenista de la historia

En tenis hay un número que pesa más que todos los demás números juntos: la cantidad de torneos de grand slam ganados. Estos tres encabezan la lista de todos los tiempos: Federer tiene 20, Nadal 17 y Djokovic 15.

Entre ellos dominan los cuatro torneos de grand slam. Desde que Federer ganó el Abierto de Australia en 2004 hasta que Djokovic ganó ese mismo torneo el domingo pasado, uno de los tres ganó 13 de 16 en Australia, 13 de 15 en Roland Garros, 13 de 15 en Wimbledon y 11 de 15 en el US Open.

Al principio era la rivalidad Federer - Nadal. El español era el único capaz de hacerle frente al suizo e incluso le ganaba los mano a mano desde que se enfrentaron por primera vez en el Master de Miami, en 2004. Nadal, que tenía 17 años, le ganó al entonces número uno del mundo, Roger Federer, que tenía 22.

Cuando Nadal ganó el US Open en setiembre de 2010, la cuenta de torneos grandes estaba así: Federer 16, Nadal 9 y Djokovic 1. Y entonces el serbio aceleró y ahora está a dos de Nadal y cinco de Federer y amenaza con seguir de largo, pasarlos a los dos e instalarse como el mejor tenista de todas las épocas.

Djokovic tiene 31 años, uno menos que Nadal y seis menos que Federer, pero su mayor ventaja es que juega mejor que los otros dos. Y por eso les gana, cada vez con más frecuencia. Tiene récord histórico positivo contra los dos y desde 2011 su ventaja es abrumadora. Es el único tenista en la era abierta que ganó los cuatro grandes de forma consecutiva y ahora mismo lleva tres al hilo por tercera vez en su carrera.

Djokovic es el único tenista en la era abierta que ganó los cuatro grandes de forma consecutiva y ahora mismo lleva tres al hilo por tercera vez en su carrera

Decir que Djokovic es mejor tenista que Federer y Nadal es mucho decir, lo sé. Federer es el jugador más elegante que ha pisado una cancha de tenis y Nadal tiene una combinación de fuerza física y voluntad inquebrantable como no se había visto nunca antes. Ambos son capaces de una precisión milagrosa y tienen unas ganas de ganar que roza con lo psicótico.

Pues resulta que Djokovic combina todo eso. Rivaliza con Nadal en eso de ir a buscar y devolver con precisión pelotas que el resto de los mortales dan por perdidas y rivaliza con Federer en eso de sorprender con tiros exquisitos e inesperados. Y es el mejor de los tres cuando las papas queman, cuando parece que ya no hay nada que hacer.

Esta realidad pone de muy mal humor a la mayoría de los entusiastas de este deporte. La mayoría no quiere que nadie destrone a Federer. Y si eso tiene que suceder, que sea Nadal el que lo haga. Fuera de Serbia, muy pocos quieren a Djokovic. Cada vez que se enfrenta a alguno de los otros dos, juega de visitante.

Hay muchas razones para que eso suceda: Djokovic llegó después, cuando el clásico era Federer - Nadal, y su comportamiento no era el de un caballero. Su forma extrema de expresar su frustración cuando las cosas no salían y su alegría cuando ganaba, su costumbre de fingir que estaba agotado o lesionado para engañar al rival, sus declaraciones poco diplomáticas y hasta su evidente deseo de agradar jugaban en su contra.

Salvo lo de querer que lo amen, todo lo demás cambió y ahora Djokovic supera a sus rivales también en conducta. Desde hace ya algunos años, su comportamiento es ejemplar dentro y fuera de la cancha, pero una gran mayoría no está dispuesta a perdonarlo.

Yo creo, sin embargo, que pronto no habrá otro remedio que rendirse ante las evidencias: Djokovic batirá todos los récords y será recordado durante décadas como el tenista más glorioso de la historia del tenis.