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El mundo a un clic

Comunidades online como Couchsurfing y Airbnb promueven una forma diferente de conocer nuevos destinos y personas. Cinco uruguayos cuentan su experiencia recibiendo viajeros de todo el mundo en sus casas
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06 de diciembre de 2014 a las 05:00
Una española y un uruguayo viven juntos en Punta del Diablo. Él es carpintero y construyó una cabaña en frente a su casa. Hace menos de un año se animaron a publicarla en la página web del servicio para alquileres Airbnb para que personas de todo el mundo puedan ir a quedarse allí. Aunque la temporada alta en Punta del Diablo es en verano, a esta pareja le interesa que la gente vaya en invierno. Antes que ganar dinero, lo que buscan es compartir con otros y conocer gente y, como en verano no están en la casa, prefieren no alquilarla.

“No lo trabajamos con inmobiliaria ni con alguien que entregue la llave, disfrutamos de quien ande por aquí, si no, no alquilamos", explicó Andrea Cano, que trabaja como cocinera y mesera y en verano va con su pareja a trabajar a Maldonado.

No lo trabajamos con inmobiliaria ni con alguien que entregue la llave, disfrutamos de quien ande por aquí, si no, no alquilamos" dijo Andrea Cano, usuaria de Airbnb

Es que Airbnb pretende ser más que una página web en la que se puede conseguir alojamientos en todo el mundo. Está presente en más de 190 países, 34 mil ciudades y tiene más de 800 mil propiedades. En Montevideo hay poco menos de 500 ofertas, en Punta del Este figuran más de 950, y en Punta del Diablo, alrededor de 180, entre casas, apartamentos, habitaciones privadas o compartidas. Airbnb también es una forma de conocer, de intercambiar con otras personas y establecer nuevos vínculos. Todo depende de lo que se busque.

Paso a paso


El mecanismo para encontrar alojamiento con Airbnb comienza por el registro. Luego, el sitio pide que se den varios pasos para verificar la identidad del usuario. El primero es publicar una foto de la cédula de identidad o pasaporte, una cuenta de Facebook asociada, un número de teléfono y una descripción de la persona y qué es lo que está buscando. El objetivo puede ser conocer otras personas, como en el caso de Cano, pero también puede ser brindar un buen servicio.

Para eso, lo que muchos hacen es contratar fotógrafos para que el lugar que ofrecen se vea lo mejor posible. El valor agregado lo aporta cada uno. Puede ser la experiencia, el lugar o el servicio que se brinda a los huéspedes.

Cuando el usuario encuentra un alojamiento que cumple con las expectativas, lo que resta es contactar al dueño para hacer la reserva. Por lo general, los precios son los mismos que en el mercado, pero, como se puede compartir habitaciones, se puede encontrar opciones más baratas que en casas o apartamentos.

Lo que se hace es hablar, a través de los mensajes del sitio (no permite pasar números de celular ni correos) y coordinar la estadía. Se le paga a Airbnb y luego de que el huésped pasa las primeras 24 horas en el lugar, el arrendatario puede recibir el dinero.

El servicio se queda con una comisión que oscila entre el 8% y el 12% del costo. En Uruguay las inmobiliarias se quedan con 8% más IVA, según la Cámara Inmobiliaria.

El mercado de lo compartido


La esencia de todo esto es hacer negocio de lo compartido. Si una persona se va de vacaciones y necesita unos pesos, lo que puede hacer es dejarle su casa a un desconocido a quien aprueba luego de ver su perfil en la web de Airbnb.

Lo mismo ocurre con quien tiene una habitación de sobra en su casa, o incluso con quien busca un compañero cuarto.

Este tipo de alquileres puede ayudar a personas como Mercedes, una montevideana que prefirió no dar su apellido, a costear viviendas que se les van del presupuesto. Mercedes vive en la capital y alquila un cuarto de su casa, lo que le permite poder seguir viviendo en el lugar. El negocio es redondo, el turista encuentra un alojamiento barato y el local se lleva el dinero.

Sin embargo, en muchos lugares esta iniciativa no ha sido tan bien recibida. Los conflictos con las leyes locales y los pagos de impuestos han causado resistencias en varias ciudades.

¿Prohibir o adaptarse?


La cuestión no es tan simple como hacer un clic y viajar. Airbnb funciona de la misma manera en todo el mundo, pero los impuestos y las leyes que regulan los servicios de alquiler son diferentes.

En Nueva York, por ejemplo, un reporte de octubre del ministro de Justicia Eric Schneiderman constató que el 72% de los alquileres hechos a través de Airbnb eran ilegales, en especial por la evasión de impuestos. Las principales voces que se alzaron en contra de Airbnb provinieron del sector hotelero.

Según un estudio citado por The Economist, si Airbnb sigue creciendo a este ritmo, para 2016 se estaría llevando el 10% de los ingresos de los hoteles.

El informe de Schneiderman estimó que la ciudad estaba perdiendo más de US$ 33 millones por la evasión y, lo que es peor, apuntaba que incluso se llega a utilizar Airbnb para fomentar “hoteles ilegales” que no cumplen con regulaciones en salud y seguridad.

Un tiempo antes de que el conflicto estallara en la gran manzana, San Francisco tuvo una discusión similar. La resolución a la que se llegó fue legalizar Airbnb, pero con algunas exigencias, como la obligación de registrarse ante la alcaldía y pagar impuestos.

El debate ha sacudido a ciudades en todo el mundo como Hamburgo, París, Barcelona y Berlín. En algunas ciudades la discusión está lejos de zanjarse.

Un mercado incipiente


Si se compara la cantidad de ofertas que hay en Uruguay con otros destinos en el mundo, se puede ver que el uso de este sitio todavía no es masivo. De hecho, tanto el presidente de la Cámara Inmobiliaria Uruguaya, Gabriel Conde, como el presidente de la Cámara Inmobiliaria de Maldonado, Juan Francisco Bistiancic, desconocían su existencia.

Sin embargo, Bistiancic explicó que no sería el primer servicio de alquiler a través de internet. También están Despegar.com. Booking o Mercado Libre, que, aunque sin la filosofía de compartir y vivir nuevas experiencias, dan lugar al mercado informal.“Hay una disconformidad tremenda porque la mayoría no paga impuestos acá en Uruguay y el gobierno dice que todavía no hay una solución para eso“, indicó a Cromo.

El problema mundial de Airbnb con los impuestos también está presente en Uruguay. Así como en otros países es difícil controlar el mercado informal, el reclamo del sector inmobiliario es que haya más controles para este tipo de servicios. “Genera una injusticia entre la gente que paga los tributos y mantiene un sistema que estas empresas aprovechan“, dijo Bistiancic.

De sillón en sillón


Otra modalidad de viajar que permite conocer distintos lugares de una forma más hogareña y de la mano de los locales es el Couchsurfing, el predecesor gratuito de Airbnb.

En Montevideo, la comunidad, que funciona a través de una red social, tiene casi 8.500 personas dispuestas a alojar viajeros en sus hogares sin cobrarles. En el mundo, hay 9 millones de couchsurfers dispersos en 120 mil ciudades.

La idea de esta forma de viajar es que se comparta la experiencia. Las personas se conocen durante el tiempo en que están juntos y con esto pueden incluso forjar una amistad. Aunque no es un requisito del sistema, a veces el huésped termina siendo quien más adelante da hospedaje.

Darío Marroche es un couchsurfer uruguayo y, según sus cálculos, desde 2009 ha recibido a alrededor de 100 personas. Haber conocido a tanta gente dio sus frutos el año pasado, cuando hizo el viaje final de la carrera de arquitectura y pudo volver a ver a muchos de sus huéspedes, que se convirtieron en amigos.

La primera pregunta que surge ante esto tiene que ver con la seguridad. “¿Vas a recibir a un desconocido en tu casa? ¿No es arriesgado?” La respuesta la da el mismo sistema. Cuantas más reseñas positivas se hayan hecho sobre una persona, más probable es que sea alguien bienintencionado. El sistema de control de la red se basa en esa confianza en las opiniones.

La reputación lo es todo


Tanto en Couchsurfing como en Airbnb las reseñas que se hacen de cada persona son el capital para que se abran las puertas y se cierren las valijas. “La idea de Airbnb es que pueda validarte, que tu identidad digital sea la real”, explicó a Cromo Augusto Viola, que ha alquilado su propiedad en Punta del Este alrededor de 20 veces desde junio de este año, cuando empezó a usar Airbnb. Aunque su interés no es conocer gente, sí le quiere dar un buen servicio y ser un buen arrendatario.
La idea de Airbnb es que pueda validarte, que tu identidad digital sea la real”, explicó Augusto Viola, usuario de Airbnb

Con cada hospedaje, el anfitrión y el húesped generan un perfil que es clave para tener credibilidad en la red. Esto es determinante a la hora de elegir un candidato.

En el caso de Couchsurfing se puede incluso pagar US$ 25 por validarse. Hay incluso usuarios en ciudades muy solicitadas que tienen requerimientos especiales con los huéspedes. Estos pueden ir desde tener un perfil completo (que no falten datos) hasta otras iniciativas más raras.

Un neoyorquino pone como requisito para aceptar huéspedes en Couchsurfing que escriban “Apple Miner Colony” en el mensaje de solicitud. Además le da puntos extra al candidato para ser elegido si adivina qué significa.

En Airbnb, seguir las reglas del sitio y no comunicarse por fuera es una garantía. En caso de que se rompa algo o alguna de las partes quede disconforme, el servicio incluye atención al cliente 24 horas al día.

Esto le ocurrió a Viola cuando unos turistas brasileños rompieron una de las cortinas de su casa. Lo que hizo fue llamar al servicio de soporte y pedir que revisen el caso. A los días, lo contactó una operadora, quien le pidió más información y ahora está esperando una respuesta. Airbnb tiene un seguro para los arrendatarios de US$ 43 mil que le cubren los daños que los inquilinos puedan causar en su propiedad.

Hasta ahora, Andrea y su pareja han alquilado su cabaña a más de 20 parejas de todo el mundo: rusos, alemanes, suizos, brasileños, argentinos, franceses, españoles, estadounidenses, italianos y australianos. Ahora, para su próximo viaje, ya saben adónde ir cuando recorran el mundo; basta con mirar su nueva red de contactos.

Otras formas de viajar con la ayuda de la web


Vacaciones de trabajo
Si lo que se busca es poder visitar otro lugar y conseguir un trabajo, Workaway es la herramienta para trabajar para familias o personas que ofrezcan alojamiento y comida a cambio de trabajo.

Intercambio de casas
Cambiar casa con un extraño, generalmente sin tener que pagar nada, se puede hacer a través de servicios como Intervac o la red ecológica Green Theme International.

Trabajar en una granja
La Organización Mundial de Granjas Orgánicas (WWOOFing) ofrece intercambio para quienes quieran viajar a cambio de 20 horas semanales de trabajo voluntario en granjas.


Viajeros en línea




Los testimonios de uruguayos que han recibido húespedes en sus casas a través de Airbnb y Couchsurfing


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“No es con ánimo de hacer negocios, sino de compartir nuestro espacio aquí en Punta del Diablo y que quien venga esté con alguien, que no pase solo, como algo más personal, más íntimo (...) Es una experiencia más casera que un hotel”. Andrea Cano, 28 años.



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“Yo cultivo el estilo opuesto. Ser excelente host (arrendatario) pero no aparecer. Ni siquiera me conocen. Yo dejo todo perfecto pero no me ven nunca; lo que hago es dejarlos tranquilos”. Augusto Viola, 39 años.



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“En cualquier lugar que estés vas a poder encontrar a alguien que te dé una mano (...) Es la alternativa al plan más turístico que está en las guías de viaje. Es una forma de tener información más local”. Diego Marroche, 27 años



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“Tenés que tener la mente abierta para recibir a alguien que no conocés en tu casa (...) Es una experiencia buenísima. Siento que estoy aprendiendo de otras culturas aun cuando no estoy viajando”. Federico Pais, 30 años



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