Ernesto Talvi lo repetía en cada acto. Desde sus primeros días como candidato, hasta las últimas horas previo a la elección, el latiguillo era referencia ineludible en su repertorio. Así como siempre aparecía el compromiso de construir 136 liceos o la referencia al “pequeño país modelo”, tampoco faltaba el compromiso de una economía con el agro como motor principal. “Nuestro petróleo –decía una y otra vez– es el campo”.
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