El presidente Nayib Bukele lanzó su candidatura a la reelección, pese a que la Constitución lo prohíbe

En los hechos, la prohibición constitucional no importa para Bukele. El domingo oficializó su candidatura mucho tiempo antes de las elecciones nacionales. En efecto, Bukele asumió en junio de 2019 y estará en la Casa Presidencial hasta junio de 2024.

No cabe duda que sus políticas de cercenamiento de derechos civiles y de persecución a las maras tuvo una gran aceptación, y el joven mandatario quiere montarse en esta ola de populismo punitivo para pasar por encima del orden constitucional.

El partido Nuevas Ideas, fundado y liderado por Bukele, sostiene que se necesita su continuidad en el cargo  porque logró reducir los niveles de inseguridad en el país. Sin embargo, sus críticos advierten que es una maniobra para perpetuarse en el poder.

Según anunció, lo acompañará en fórmula su actual vicepresidente, Félix Ulloa, en un proceso que es la culminación del iniciado en setiembre de 2021, cuando los magistrados de la Sala Constitucional, designados por el propio Bukele, hicieron una interpretación del texto constitucional que estableció como viable la reelección. 

Por lo pronto, las denuncias judiciales contra su lanzamiento terminarán en el alto tribunal que hace dos años avaló la maniobra. Ese mismo año, el Tribunal Electoral informó de que admitía la resolución de los jueces y que daría luz verde a la inscripción de una candidatura de Bukele y Ulloa.

La Constitución salvadoreña establece, en su artículo 152, que no puede ser candidato a presidente “el que haya desempeñado la Presidencia de la República por más de seis meses, consecutivos o no, durante el periodo inmediato anterior, o dentro de los últimos seis meses anteriores del periodo presidencial”. 

Sin embargo, con el camino judicial despejado y con los derechos conculcados, lo que pone sobre la mesa Bukele es su popularidad. Ella está basada en la ofensiva lanzada hace más de un año contra las maras y grupos criminales que asolan el país. Eso sí, cualquier joven con un tatuaje puede ser llevada a una comisaría y no tiene derecho siquiera a contar con un abogado, salvo que las autoridades policiales consideren apropiado.

En las legislativas de 2021, el partido de Bukele se consolidó y cuenta ahora con una holgada mayoría legislativa; de modo que, en principio, tampoco correrá riesgos de ser interpelado en el parlamento.

La cárcel es la mejor campaña de Bukele. El país registra 68.000 personas detenidas y las estadísticas que exhibe el mandatario muestran una reducción importante de la criminalidad. Organismos de derechos humanos, sin embargo, denuncian las sistemáticas violaciones a los derechos humanos, con muertos por torturas, golpes y hacinamiento extremo en el Centro de Confinamiento del Terrorismo, la mega cárcel construida en tiempo récord e inaugurada hace unos meses por el mandatario.

Bukele, que el 24 de julio cumplirá 44 años, logró que otros países de la región vean su modelo de combate a las maras como eficaz. Basta mencionar que la mandataria de Honduras, Xiomara Castro, con posiciones de centro izquierda y defensora de los derechos humanos y sociales, comenzó una “guerra contra las pandillas” a partir de la muerte de 46 mujeres detenidas en el Centro Femenino de Adaptación Social, ubicado a unos 20 kilómetros de Tegucigalpa, la capital.

Los responsables de seguridad del país dijeron que se trató de una pelea entre bandas ligadas al narcotráfico y desde ese día, la mandataria dio más vuelo a las fuerzas armadas y de seguridad. El modelo de Bukele prende en países donde la pobreza, la marginalidad y la desigualdad social son muy pronunciadas.

(Con información de agencias)