El presidente Petro quiere incluir a un líder paramilitar en el diálogo para lograr la paz total

Al día siguiente, con la certeza de que tendría una dura oposición de parte de la derecha del exmandatario Álvaro Uribe, se presentó ante la Comisión de la Verdad que sesionaba bajo el comando del veterano sacerdote jesuita Francisco De Roux.

El trabajo de años de De Roux y el testimonio de miles de víctimas permitió reconstruir el plan criminal del Estado colombiano que arrasó con líderes sociales y mató jóvenes inocentes con el método de falsos positivos: iban patrullas militares a los barrios humildes, sacaban muchachos y chicas, los vestían con ropa de fajina, los llevaban al campo, los mataban y luego sacaban partes de “enfrentamientos”.

Pero el jesuita De Roux y un amplio equipo de investigadores no pasaron por alto las raíces de una sociedad que durante dos siglos y medio dejó cientos de miles de muertos en guerras civiles, crímenes narco y la violencia ejercida por las organizaciones revolucionarias existentes desde inicios de los ‘60 del siglo pasado.

Sin este somero contexto sería incomprensible que el ex integrante del grupo armado urbano M-19 Gustavo Petro quiera incluir al ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso como interlocutor del diálogo por la paz.

Francisco de Roux había dicho aquel último lunes de junio de 2022: “Colombia conoció lo que significa la paz y no va a renunciar a ello”. Al presentar el informe final de la Comisión de la Verdad enfatizó que la convocatoria era a “la construcción de la paz grande”. 

Pasados 13 meses de aquella presentación, Petro intenta encauzar el diálogo con las disidencias de las FARC y con el ELN, cosa que dista de ser sencilla. Y el domingo pasado, el mandatario anunció que invitaba Mancuso a ser “gestor de paz”.

Eso servirá para lograr “la completa paz” y sellar el proceso que comenzó con la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) entre 2003 y 2006. “El proceso de paz entre el Gobierno de Álvaro Uribe y los paramilitares aún no terminó, aún no se sabe toda la verdad”, dijo el presidente.

Uribe fue señalado muchas veces como un promotor de los grupos paramilitares, pero nunca lo condenaron por ello. Es más, tuvo y tiene reuniones a solas con Petro con el tema de la paz total como eje.

La convocatoria a Mancuso no es una más. No puede pasar inadvertida. Fue extraditado a los Estados Unidos en 2008 requerido por la justicia de ese país por narcotráfico. Condenado, purgando cárcel, la justicia colombiana lo requirió en 2019 para juzgarlo y volvió a Colombia pese a no haber terminado su condena en los Estados Unidos.

En vez de condenarlo, la justicia colombiana le dio la libertad. Mancuso, alias “Mono”, alias “Triple Cero”, fue jefe de las AUC. Fue estanciero y contrató cientos de mercenarios. Está acusado de dirigir 139 masacres en las que fueron asesinadas 800 personas.

En Colombia funciona la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), un ámbito donde juristas y líderes de distintos ámbitos evalúan la posibilidad de dar libertad de acción a quienes tienen cuentas con la Justicia o están detenidos. El caso de Mancuso estaba siendo tratado por la JEP.

Petro sorprendió con el nombramiento de Mancuso antes aún de que se pronunciara la JEP. El mandatario confía en que este líder paramilitar pueda lograr acuerdos con grupos ilegales, aunque eso signifique el levantamiento temporal de órdenes de captura.

La violencia de los “paras” mutó en violencia narco, al igual que la de las disidencias de las FARC o el ELN. En estos últimos casos, justifican algunos de sus vínculos con carteles de la droga en sustento económico para sus miembros y para las comunidades que los apoyan. Los “paras” dicen que custodian hacendados.

La pregunta es si Mancuso, desvinculado de la violencia paramilitar por los años de cárcel, tendrá ascendencia entre los grupos que lo tuvieron como referente hace 15 años. Aún no se firmó en Colombia un entendimiento para que las AUC acepten su desarme. Pero, a diferencia de los líderes de las disidencias de las FARC y el ELN que sí son líderes de sus organizaciones, Mancuso no es ya quien supo ser entre el criminal mundo de los mercenarios paramilitares.

A este complejo dilema se suma que una magistrada de la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Bogotá, Alexandra Valencia, dejó en firme una orden de captura y solicitud de extradición en contra del exjefe paramilitar.

La decisión se conoció luego de que la defensa de Mancuso apelara la decisión que le negó la libertad. El Tribunal de Paz ratificó la decisión que tomó el pasado 6 de marzo el Juzgado Penal del Circuito de Bogotá con funciones de ejecución de sentencias para las Salas de Justicia y Paz.

Mientras Mancuso estaba preso en los Estados Unidos, en Colombia se suspendieron las órdenes de captura en su contra y se le levantó incluso la solicitud de extradición. Ahora está en su país, con la posibilidad de sumarse a un diálogo convocado por el Ejecutivo o de ir a prisión. Así de complejos y difíciles de entender resultan los laberintos del proceso de paz colombiano.