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El regreso de Gregorio: “La dignidad y la moral no se negocian”

Los últimos ocho años vivió con la valija a cuestas, dirigió en Paraguay, Colombia y Perú chocando con polémicos presidentes que pretendieron meterse en el equipo y fiel a su estilo se alejó; en su vuelta a Defensor habló con Referí de “su marca”, el respeto, su moral y dignidad y el legado que va dejando
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21 de noviembre de 2020 a las 05:04

La mano venía pesada en Olimpia. El Rey de Copas se había comido seis goles con Lanús por la Copa Libertadores. Fue el principio del fin. “Se acabó la joda”, gritó el presidente, el polémico Marcelo Recanate.

El equipo era dirigido entonces por Gerardo Pelusso. Y como era de esperar su ciclo terminó allí. El presidente de Olimpia recurrió a otro uruguayo: Gregorio Pérez. Duró poco más de dos meses en el cargo. Cuando Recanate le dijo que no pusiera a Martín Silva tomó sus pertenencias y se fue.

Más acá en el tiempo le tocó vivir otra experiencia similar. Esta vez en Colombia. Con otro peso pesado como el presidente de Tolima, Gabriel Camargo que no estaba de acuerdo con la constitución del equipo. Gregorio duró 35 días en el cargo. Poco le importó. Hay cosas que no se tranzan en la vida. “La dignidad y la moral no se negocian”, afirmó a Referí.

Ocho años después de su última experiencia vuelve a dirigir en Uruguay. Un hombre que traspasó la frontera de los colores a la hora de recibir muestras de respeto. Y que, como pasó con otros grandes entrenadores, la sola mención de su nombre es suficiente. Gregorio, el regreso de un señor.  

Corría setiembre de 2011 cuando Diego Aguirre renunciaba a su cargo como técnico de Peñarol. Buscar un sustituto no era tarea sencilla. Tenía que ser un peso pesado. Y por quinta vez recurrieron a Gregorio, aunque en su cuarto pasaje por el club, en 2006-2007, Juan Pedro Damiani lo echó por teléfono. El entrenador miró para adelante.

De todas formas, la relación terminó de manera sorpresiva a fines de febrero de 2012 cuando lo cesaron del cargo. 

Por segunda vez lo despedían por teléfono. Esta vez, el entrenador ni siquiera los recibió. La intención de la directiva fue comunicarle personalmente que iba a ser cesado, pero cuando lo llamaron para decirle que iban el presidente Juan Pedro Damiani, el gerente deportivo Osvaldo Giménez, Fernando Morena y el secretario Gervasio Gedanke, Gregorio les dijo que no se molestaran que se encontraba con gente en su casa.

“Realmente a veces uno por respeto no dice las palabras que desearía decir, y hoy quiero mantener la mesura. Peñarol es más grande que cualquier apellido”, expresó Gregorio cuando fue destituido.

El técnico esperó un tiempo. Mantuvo contactos y llegó a recibir ofrecimientos, pero jamás se concretaron por lo que debió armar la valija y salir del país.

Unos meses después de su salida de los mirasoles le llegó un ofrecimiento de un grande Paraguay y del continente como Olimpia. En julio de 2012 Gregorio fue presentado oficialmente como nuevo conductor del equipo en sustitución de Gerardo Pelusso.

La experiencia duró 35 días como narró el propio Gregorio en la charla con Referí. Todo se precipitó por sus diferencias con el presidente Marcelo Recanate, un hombre polémico que se llevaba todo por delante.

Un buen día Recanate le dijo a Gregorio que no quería que pusiera en el arco al uruguayo Martín Silva.

“No quería que jugara Martín Silva y un día me dijo que si lo ponía me echaba. Lo puse y al otro día me echó. Cumplió con su palabra”, reveló Gregorio a Referí.

El entrenador pasó cuatro años sin ejercer su tarea. Hasta que en 2016 le llegó un particular ofrecimiento de otro club guaraní: Rubio Ñu.

“Me llamaron porque el cuadro estaba comprometido con el descenso. Fui por nueve partidos, el compromiso era ese, hasta la finalización del torneo”, contó Pérez que terminó logrando el objetivo de salvar al equipo.

Volvió a Uruguay y el telefóno sonó enseguida. A fines de 2016 se lo llevó Deportes Tolima, el club del congresista Gabriel Camargo. Otra vez Gregorio con un presidente polémico. Otra vez la aventura duró un suspiro. Fueron 35 días. Cuando Camargo pretendió tener injerencia en el armado del equipo, Pérez no lo toleró.

“Luego de realizar una buena pretemporada el equipo comenzó el campeonato y el hombre me decía cómo tenía que jugar el equipo. No acepté y me echó”, comenzó diciendo el entrenador uruguayo.  

Y agregó: “Luego de hacer un buen trabajo y comenzar bien el campeonato, él no estaba de acuerdo en cómo yo formaba el equipo y eso que arrancamos bien. Pero luego de ganar un partido contra América, sorpresivamente me dijo que no estaba de acuerdo con el equipo y me echó".

Por esos tiempos Gregorio andaba con la maleta a cuestas. Por lo que no era de extrañar que volvieran a requerir de sus servicios.   

El 13 de junio de 2017 se anunció su llegada a Independiente Santa Fe. Llegó a la final del Torneo Finalización que terminó perdiendo ante Millonarios.

Dos años después partió a Lima, Perú. Allí se hizo cargo de Universitario de Deportes.

La campaña del equipo venía siendo buena a nivel local cuando la pandemia del coronavirus descontroló todo. Universitario había vencido a Alianza Lima de Pablo Bengoechea en el clásico y posteriormente el torneo se paralizó.

Gregorio regresó a Uruguay para estar cerca de su familia. En ese período de tiempo el club cambió de administración. Un día lo llamaron para anunciarle su salida.

“Me dio mucha pena, me dolió porque encontré un club bárbaro con 11 millones de hinchas, una gran pasión, una gran infraestructura, la gente que me llevó se portó bien conmigo. La administración deportiva estaba comandada por Gian Ferrari, un exjugador del club y la selección. Me sentí muy bien y me iba bien pero entre la pandemia y la nueva administración me quedé en Montevideo porque no estaban de acuerdo que regresara”, contó Gregorio en el diálogo con Referí.

Cuando volvió, por estas tierras el campeonato estaba en marcha. Y si bien varios equipos cambiaron de entrenador, su nombre no sonó.

Hasta que la pasada semana, 35 años después, Defensor Sporting entendió que era tiempo de que Gregorio volviera a las fuentes. Pocos conocen que Pérez jugó dos años en Defensor (1976, campeón uruguayo histórico, y 1977) y que desde 1985 tuvo un pasaje de dos años y medio como entrenador dirigiendo juveniles y al primer equipo.

“Por tercera vez vuelvo al club, que no es poca cosa, pero después de 35 años porque mi segundo pasaje fue en el año 85. Fue una satisfacción que se acordaran de uno porque esto no deja de ser un masaje el alma”, expresó el nuevo conductor de los violetas.

Gregorio confirmó que trabajará con Edgardo Adinolfi y Daniel Curbelo en el club del Parque Rodó.

“Mi deseo siempre fue poder trabajar en Uruguay y no salir más. Ahora mismo tuve propuestas para salir pero pedí para esperar hasta diciembre por el tema de la pandemia. Hoy tener la oportunidad de dirigir a Defensor no lo cambio por nada”, expresó el entrenador.

La llama viva

Gregorio reveló a Referí que, pese al paso de los años y la trayectoria que tiene, mantiene vivo el fuego de dirigir.

“Es algo que realmente lo siento así y me alimento todos los días para seguir progresando. Y no es demagogia. Reconozco que tengo mi edad, la que tengo, pero me siento como en el mejor momento, es la realidad y trato de aggiornarme todos los días y estar en conocimiento de todo lo que puedo. No soy el único, todo el mundo lo hace y al tener la posibilidad de desarrollarlo con un trabajo y en un club donde te consideran no es poca cosa”, indicó.

Con el paso de los años Gregorio pasó a ocupar el lugar de aquellos profesionales que están más de rivalidades o camisetas. Un sitial de respeto que va más allá de todo.

“Vos sabés que a medida que fue transcurriendo el tiempo siempre lo sentí el reconocimiento. Y el respeto no es de ahora, que pienso que estoy en la recta final, sino que siempre sentí respeto de la gente, pero no solo acá en el país, sino en Argentina, Paraguay, Colombia, sentí el mismo respeto que siento que hay acá”.

Gregorio asume en la charla que “por eso uno también se siente bien porque, más allá del resulta deportivo, vamos dejado algo en la vida que lo recogen los hijos y los nietos. Es una marca que vamos dejando”.

La semilla que plantó Gregorio trabajando como entrenador a lo largo de tantos años en Uruguay comenzó a germinar y hoy son varios de sus exdigiridos los que siguen sus pasos. Muchos lo citan como referente.

El actual conductor de los violetas prefiere decir algo distinto: “Yo no digo que dejé una semilla, cada uno recoge lo que entiende que le pueda llegar a potenciar sus ideas. Lógicamente que el hecho de te reconozcan quiere decir que captaron algo de lo que transmitiste, principalmente en el aspecto humano”.

Gregorio agregó: “Eso me reconforta porque tener la posibilidad de ser director técnico como somos nosotros y manejar grupos no es solo la pelota de fútbol, nosotros tenemos que dejar otras cosas, cada uno a su manera. Y más en los tiempos que corren porque algún mensaje la juventud tiene que captar de la experiencia que uno ha recogido a través de los años. Es importante que te reconozcan, pero uno no hace las cosas para que lo reconozcan”.

El conductor de Defensor tiene claro que, de pronto sin pretenderlo, está dejando un legado.

“Yo soy mucho de hablar y los jóvenes con los que tengo confianza de alguna forma compartimos en algún lugar dejar algún mensaje. Luego está en cada uno”.

Admite que los tiempos actuales son totalmente diferentes a los de su inicio en la profesión y que, por tal motivo, trata de adaptarse a muchas cosas, pero sin desviarse de su camino.

“Lógico que hay que estar en el día a día porque el mundo está cambiado y no podemos ignorar eso y la memoria nos posibilita respetar nuestra mente, hacernos sentir vigentes, esa es mi preocupación de sentirme vigente”.

Pero al margen de los cambios que se produjeron en el mundo, para Gregorio hay algo que no cambia y es su forma de conducirse.

“Es una forma. Me llevó a tener algún dolor de cabeza como los que narré que me tocó vivir en Paraguay o Colombia. Muchos de nosotros nos equivocamos pero más allá de los errores que podamos cometer, que no son con mala intención, hay una cosa que es muy importante mantener en la vida: la dignidad y la moral, que son cosas que no se negocian. La dignidad no se negocia”.

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