En la cuarentena de un hotel en Melbourne, aún lejos pero un poco más cerca de su hogar en Sidney, Margaret Ann no puede dejar de pensar en Uruguay. Esta mujer australiana de 67 años había planeado un largo viaje al sur de América del Sur, pero el estado tapón entre Argentina y Brasil no había entrado en el itinerario. Hasta que se cruzó el coronavirus covid-19 por el camino.