Leandro Íbero Núñez en La tierra purpúrea.<br>

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El talento de un hombre motivado

Leandro Núñez protagoniza una de las obras más destacadas de la cartelera: La tierra purpúrea. El actor de la Comedia Nacional conversó con El Observador sobre su vocación y su complicada adolescencia
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12 de junio de 2015 a las 05:00
Los asiduos al teatro y a ver los espectáculos de la Comedia Nacional con probabilidad lo recuerden porque Leandro Íbero Núñez difícilmente pasa desapercibido. Actor con grandes dotes histriónicas y rulos inconfundibles, el intérprete de 36 años seguramente permanezca en la memoria de aquellos que lo hayan visto en dos obras revolucionarias del teatro uruguayo de los últimos años: Mi muñequita, de Gabriel Calderón, y Gatomaquia, la espectacular versión de Héctor Manuel Vidal sobre el texto de Lope de Vega.

Quienes no lo conozcan de allí, acaso lo vieron actuar en sus roles en Litoral o El tiempo todo entero con la Comedia Nacional, compañía de la que forma parte desde 2008 y en la que se ha convertido en una de sus figuras más prominentes. En la actualidad, Nuñez está al frente de otra gran obra, una de las más destacadas de la cartelera actual. Se trata de La tierra purpúrea, adaptación del director británico residente en Uruguay Anthony Fletcher de la novela homónima del escritor y naturalista inglés W.H. Hudson, considerada la primera en retratar el Uruguay en el siglo XIX.

El libro narra las andanzas del álter ego del autor, el botánico inglés Richard Lamb, por la Banda Oriental, que en ese entonces era un lugar regado por la violencia, la anarquía los ánimos revolucionarios y la lucha entre blancos y colorados. El protagonista se inmiscuye en esa tierra como una voz civilizada dentro de la barbarie, pero de a poco irá formando parte de aquello que en principio lo horrorizaba.

Se trata de una apuesta muy fuerte de Fletcher y la Comedia Nacional, que logran no solo hacer accesible un texto arduo como el de Hudson, sino plantear un espectáculo teatral muy interesante en varios aspectos. Entre ellos está la reflexión sobre la apropiación teatral y contemporánea de la novela, la gran labor de todo el elenco, la música de Martín Buscaglia, y el trabajo escenográfico y de iluminación.

Núñez interpreta a Lamb con un registro más contenido que en sus anteriores actuaciones, pero manteniendo su imán interpretativo.

"Me sentí muy perdido hasta tres semanas antes del estreno, por el tipo de proceso de estar improvisando y no tener un texto fijo (ya que Fletcher iba escribiendo a medida que se sucedían los ensayos). No sé si es mi mejor o mi peor trabajo pero sí el más difícil y siento que aprendí muchísimo en este proceso", dice el actor en el luminoso apartamento que comparte con su novia en la calle Constituyente. En este saltan a la vista un premio Morosoli y dos Florencio, uno por su papel en I love Clint Eastwood en 2007 y el otro es el que recibió el elenco de El tiempo todo entero el año pasado. Un póster de la obra mencionada y una colección de pequeños Ferrari son otros elementos que destacan.

"Era una dificultad muy grande porque tengo un papel protagónico y uno trata de no repetirse. Tenía que intentar imponerle esa presencia mesurada. Además desde hace un tiempo estoy con la necesidad de encarar otro tipo de personajes y de responsabilidades. Yo soy muy flaquito y con eso también existe un cierto encasillamiento. Nunca hice específicamente comedias, pero de alguna forma los directores sentían que yo los podía salvar en la parte de entretenimiento, de energía, de humor. También por mi edad, que aunque tengo 36 sigo haciendo de veinteañero. Eso incide en lo que se cuestionan los personajes", comenta.

Encontrar un rumbo

Núñez llegó al teatro casi por casualidad, pero si hay algo que tuvo claro cuando se adentró en este mundo fue que quería formar parte de la Comedia Nacional. "La primera obra que vi fue de la Comedia Nacional cuando tenía ocho años. Era La boda, de Brecht. Fui porque mi madre comenzó a trabajar en la comisión del barrio y a la obra la hicieron cerca. Yo estaba sentado adelante y me acuerdo que Nelly Antunez, que hacía de la madre de la novia, trajo comida y me dijo 'M'hijito comé'. Era una obra en la que los espectadores eran los invitados del casamiento. Me impactó pero así como me impactó me olvidé del tema teatro", reconoce.

El intérprete se crió en el barrio Lavalleja, a dos cuadras del barrio Cuarenta Semanas. "A mí me iba muy mal en el liceo. Me sentía totalmente desorientado, quinto y sexto lo hice en siete años. Estaba en la calle todo el tiempo. Lo que me salvó fue seguir yendo a mi liceo: no estudiaba pero seguía yendo. Eso me permitió estar en contacto con otra gente, que hacía cosas que yo no, que se iban de vacaciones o iban a un club a hacer deporte. Hasta leían o incluso escuchaban otra variedad de música porque en el barrio sonaba cumbia, cumbia, cumbia. Cuando escucho esa música me causa una especie de rechazo", señala.

"Lo único que me motivaba era tener una banda pero nunca había estudiado música y mi madre no me podía mandar a clases de nada, También me gustaba el fútbol, pero no había un equipo ahí y viajar era lejos y peligroso. Mi padre se había ido de mi casa y eso me condicionó un montón", dice el actor, quien no oculta durante la entrevista los momentos en que lo asalta la emoción.

Un día, un amigo le dijo que había una clase de teatro gratis y decidió ir más que nada porque el profesor era Tabaré Rivero. "Me gustaba el rock. Sentía que las canciones decían cosas que me interesaban. El rockero tiene algo de under, de roto, de antihéroe. Me gustaron las clases, me enteré lo que era la Emad (Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático) y para poder entrar tenía que acabar el liceo. Entonces lo terminé enseguida".

Tres años después, Rivero lo llamó para hacer intervenciones en recitales de La Tabaré y comenzó a actuar en diversos espectáculos, entre ellos I love Clint Eastwood, de Alfredo Goldstein, en el que compartió cartel con Rivero.

Pese a que tiene toda una carrera por delante, a Núñez le gusta la idea de jubilarse en la Comedia Nacional, aunque también quisiera incursionar en el cine, ya que hasta ahora solo actuó en una película dirigida por Fletcher, actualmente en edición.

"Actuar en cine es un debe, aunque cuando empecé a hacer teatro recién ahí descubrirlo. La verdad es que antes de los 20 años había visto cinco películas. La primera vez que fui al cine fue con 20 años y vi La vida es bella. Ahora me resulta muy loco eso. No puedo estar sin ver una obra de teatro, un espectáculo de danza, ir al cine".

"Sentía que no iba a poder salir y no me daba cuenta de qué había que hacer", comenta Núñez mientras se queda pensando en la importancia de la motivación, algo que para su fortuna y la del público le llegó con el teatro.

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