Unos amigos que vivieron durante muchos años en Argentina -y hace poco volvieron a Uruguay- me contaban el otro día cómo el ritmo informativo uruguayo les resulta un poco monótono en comparación con el que consumían en Buenos Aires.
Y es verdad, por acá nos podemos pasar días y días discutiendo temas muy menores. Es Uruguay y los temas grandes no abundan. Esta semana, sin embargo, el gobierno sacudió la modorra con el anuncio sobre los avances en una negociación sobre un TLC con China. Y cómo escribió Miguel Arregui permitirá que dejemos de discutir si un preso se escapó por una puerta o por los alambrados para pasar a conversar un tema mucho más relevante. De este tema te quiero hablar hoy, en la newsletter EnClave de esta semana.
El presidente Luis Lacalle Pou sorprendió el martes al convocar a todos los partidos políticos con representación parlamentaria a Torre Ejecutiva para darles una noticia: China manifestó que quiere avanzar en un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Uruguay y para eso ya se puso en marcha un estudio de factibilidad.
Desde el anuncio del martes a la noche se sucedieron muchas reacciones. Te comparto algunas de todas las notas que publicamos que te pueden servir para ordenar la información más económica, así como análisis desde el punto de vista comercial:
En EnClave te compartiré un análisis del contexto político en el que se da este anuncio. Desde el aspecto geopolítico y cómo se relaciona Uruguay con eso, hasta la política interna.
Este anuncio se da en un contexto en el que Estados Unidos tiene como uno de sus principales asuntos de su agenda contrarrestar el crecimiento geopolítico que va teniendo China. ¿Cómo lo ha logrado el gigante asiático? A base de su fuerza económica y comercial. Y también, porque Estados Unidos, en una política que se arrastra de muchos años para atrás –tanto en gobiernos demócratas como republicanos→, lo ha dejado aumentar su influencia.
Respecto a América Latina en particular, EEUU se olvidó de la región. Y China no ha parado de crecer. No solo en acuerdos comerciales, comprando y vendiendo productos, sino también en inversiones.
La relación histórica de EEUU con Uruguay es particularmente rica. No solo porque en 2002 fue el tesoro norteamericano el que salvó al país luego de las gestiones entre George W. Bush y Jorge Batlle, o porque ese mismo presidente estadounidense ofreció un TLC a Tabaré Vázquez y luego envió algunas señales diplomáticas amistosas durante el conflicto con Argentina por las pasteras. Hay muchísimos episodios de cooperación que lo demuestran.
Por eso la lógica del actual gobierno no es la de cortarse solo con China y olvidarse de EEUU. Por el contrario, Lacalle ha enviado varios mensajes, que podrían traducirse en una expresión: “Mirá que ellos me dan bolilla, pero vos nada. No me obligues a jugar solo con ellos que quiero seguir contigo”.
Ese mensaje, con otras palabras más diplomáticas, lo pasó hace apenas tres meses, durante una entrevista con el Centro para América Latina de Atlas Network. Allí dijo que ve a EEUU "más reaccionando que accionando" en América Latina y pareció hablarle a Biden:
Para entender estas frases de Lacalle hay que tomar en cuenta que Lacalle tenía una muy buena relación personal con Donald Trump, con una línea directa que usó al menos en un par de oportunidades por temas concretos durante el año que coincidieron en la presidencia de ambos países.
El gobierno uruguayo de todas formas insiste con algo que, según dicen todos los funcionarios norteamericanos, hoy sería muy difícil de conseguir: negociar un TLC con Estados Unidos.
Lacalle Pou ya le transmitió esa idea a varios funcionarios de EEUU con los que habló y en la cancillería también trabajan en eso. En la representación diplomática en Washington son optimistas. Pese a eso el contexto y las señales de EEUU son de que no firmará más tratados como el que le ofreció a Uruguay en 2006.
Más allá del formato (TLC sí, o TLC no), Lacalle Pou no solo lo dijo en la campaña electoral sino cada vez que pudo, en el Mercosur y en el ámbito doméstico: intentará negociar todos los acuerdos comerciales que pueda.
Y tuvo suerte en que el que primero haya dicho que sí haya sido China. ¿Por qué? Hay varios motivos. El primero es que la oposición queda en una posición incómoda para hacer lo que ha hecho con casi todos los temas del gobierno hasta ahora: oponerse.
El último gobierno del Frente Amplio avanzó muchísimo en las negociaciones con China y con la misma intención: un TLC. Nin Novoa en 2017 cuando fue al Parlamento para hablar sobre un eventual TLC dijo: "Si China quiere hacer el tratado lo vamos a hacer".
Esta semana, cuando Lacalle Pou recibió el mensaje chino, lo primero que hizo fue convocar a todos los partidos y no solo a sus socios. Eso, al decir de la coordinadora de FA, María Jossé Rodríguez, marca “un antes y un después" en la relación del presidente con la coalición de izquierda.
Si el camino fuese al revés y el gobierno se pusiera a negociar primero un TLC con Estados Unidos, el camino político seguramente sería mucho más empinado.
En el FA igual habrá resistencias. Y la evaluación del acuerdo dependerá mucho del tono en que se resuelvan las diferencias con los socios del Mercosur. La izquierda privilegiará el bloque regional antes que abrirse a otras economías.
Como en casi todos los temas, una incógnita será Cabildo Abierto. El partido liderado por Guido Manini Ríos tiene algunas concepciones filosóficas que se pueden chocar con esta apertura comercial con China y ya hubo algunas señales esta semana.
El FA y Cabildo Abierto juntos tienen los votos para bloquear cualquier ley. Por tanto, si no apoyan el tratado, este será otro tren que pasará de largo. Lacalle tendrá el desafío, que ya lo empezó a gestar desde el anuncio, de convencerlos tanto a sus socios como a la oposición y para eso también será clave involucrar a empresarios y trabajadores, como también ya anunció el Poder Ejecutivo.
Este es un tema donde lo ideológico pesa, pero no solo. También se mezclan intereses económicos, comerciales y sectoriales de diversos grupos de interés. El camino de construcción política interna y luego de negociación externa será arduo.
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