Mundo > La crisis en Venezuela

Elecciones entre el desasosiego popular y las denuncias de fraude

La renovación de gobernadores pone a prueba al chavismo y también a la oposición
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14 de octubre de 2017 a las 05:00
Por Fabiana Culshaw, especial desde Colombia

Las elecciones de gobernadores en Venezuela previstas para este domingo serán una especie de termómetro para que gobierno y oposición midan su real estado de fuerzas en un país sumido en una crisis política, económico y social como nunca antes vista en su historia contemporánea.

Para estos comicios, los primeros que se realizarán en dos años, se presentarán una oposición debilitada –con fracturas internas, una capacidad de movilización que dista de ser la de antes y candidatos proscriptos– y un régimen chavista cuya credibilidad está en entredicho, pero que aspira a obtener una mayoría de gobernadores para seguir afianzando su poder.

Sin saber qué es lo que sucederá, gobierno y oposición creen tener argumentos suficientes para sentirse ganadores de antemano.

Por el lado de la oposición, algunos grupos de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) decidieron no presentarse por considerar la elección como fraudulenta.

Los líderes opositores Leopoldo López y Henrique Capriles no podrán participar: el primero porque está bajo arresto domiciliario y el segundo porque fue inhabilitado junto a otros candidatos.

La población elegirá gobernadores en los 23 estados del país, 20 de los cuales están controlados por el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela .

En el padrón hay 18.094.065 electores, lo que no incluye a Caracas, debido a que esa entidad posee un régimen especial que no contempla la elección de gobernador. Por no tratarse de una elección nacional, los venezolanos en el exterior no fueron incluidos en el padrón.

Los gobernadores electos deberán ejercer su cargo por un período de cuatro años (2017-2021), con la posibilidad de ser reelectos, según establece la Constitución.

Pero por el lado del gobierno, la estrategia de campaña consistió en instigar a sus seguidores a votar a los candidatos oficialistas "por el bien de la Patria".

Además, se echó a correr el mensaje implícito de que, en caso de no hacerlo, podrían dejar de percibir algunos beneficios económicos estatales o sus empleos públicos.

En esa política en la que prevalece el vale todo, el oficialismo manejó argumentos como que la crisis se debe a una "guerra económica incentivada desde el imperio", como para descargar responsabilidades que le restarían votos.

¿Abstención?

Un escenario favorable al gobierno puede ser la abstención, según coinciden en señalar analistas.
Por su parte, la oposición enfocó su campaña a generar conciencia colectiva sobre la importancia de votar, a pesar de las eventuales dificultades que surjan para hacerlo.

La oposición apunta a reducir el impacto de una eventual abstención que, temen, podría producirse en algunos de sus seguidores, que ya están cansados de expresarse de las más diversas formas (marchas, concentraciones, elecciones anteriores), sin alcanzar los resultados esperados.

Sienten que, de una forma u otra, el régimen chavista siempre termina imponiendo su voluntad.

De hecho, en las últimas elecciones parlamentarias, realizadas en diciembre de 2015, la oposición ganó con amplitud y se constituyó mayoría en la Asamblea Nacional (Parlamento).

Pero con la creación de la Asamblea Constituyente, un suprapoder, ampliamente rechazado por la comunidad internacional, la actuación de los legisladores opositores pasó a ser nominal.

A esta altura, la oposición no tiene mucho para perder y un triunfo electoral podría acrecentar la presión internacional para cambiar el rumbo político del país.

En ese sentido, el analista Luis Vicente León, director de la reconocida consultora Datanálisis, estimó, en diálogo con El Observador, que la oposición puede llegar a ganar en 18 de los 23 estados.

Aunque advirtió que los resultados pueden ser drásticamente distintos si, como espera, la falta de transparencia pauta la jornada electoral.

Los últimos sondeos de Datanálisis indicaron que alrededor del 40% de los votantes tienen decidido sufragar.

Por su parte, proyecciones realizadas por Venebarómetro indicaron que votará alrededor de 55,7% del total de habilitados.

Para esa empresa, la intención de voto para la oposición se ubica en el entorno de 52%, mientras que la del oficialismo alcanza a 28%, con una salvedad: 21% de ciudadanos consultados no supo decir a quién votará o no respondió, lo que podría ser determinante.

Al mismo tiempo, Venebarómetro indicó que la gestión del presidente Nicolás Maduro es percibida como negativa por el 76% de los consultados, pero su aceptación, aun en caída, sigue por encima del umbral del 20%.

"Una gran abstención el domingo sería una guillotina para la oposición; por el contrario, una alta participación complicaría cualquier intento de manipulación electoral", consideró León.

En los hechos, la elección dará una idea clara de si el oficialismo sigue consolidando su poder o la oposición gana terreno para exigir una salida negociada a la crisis.

Pocas garantías

La oposición denunció supuestas irregularidades en el proceso electoral que se realizará este domingo, algunas de las cuales ya existieron en anteriores oportunidades.

Una de ellas, tal vez la principal, es que está en tela de juicio la legitimidad del Consejo Nacional Electoral, que "carece de independencia y responde a los intereses del oficialismo", señalaron dirigentes opositores.

Si bien últimamente no se produjeron disturbios, algunos dirigentes no descartaron que pueda haberlos.

Mesa de diálogo

Según analistas, un triunfo electoral de la oposición le permitirá exigir condiciones para establecer una mesa de diálogo sobre lo que considera deberían ser bases "más sólidas", ya que hoy las
negociaciones están congeladas.

El gobierno puede resultar favorecido en caso de que exista una pronunciada abstención, opinan expertos.

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