Elon Musk compra Twitter por US$ 44.000 millones y despide a los principales directivos

Creada en 2006 por Jack Patrick Dorsey, un desarrollador de software nombrado como uno de los 35 principales innovadores en el mundo menor de 35 años en 2008 por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (IMT. Cuatro años después, The Wall Street Journal le otorgó el premio de “Innovador del Año”.

Dorsey vive en San Francisco, donde el jueves por la tarde, se concretó el traspaso de Twitter a manos de Musk. La primera decisión del nuevo dueño fue desprenderse del gerente general de la compañía, Parag Agrawal; del director financiero, Ned Segal, y la jefa de asuntos jurídicos, Vijaya Gadde, a quienes indemnizó en regla para poder colocar en los lugares claves expertos de su confianza.

Musk, de 51 años, no solo sabe cómo y con quién dirigir una compañía sino que es un negociador durísimo, de allí que la operación de compra durara siete meses, con tironeos jurídicos en el medio. Ya está todo terminado y en la Bolsa de Nueva York la acción de Twitter el viernes abrió a US$ 53,70.

Musk decidió el mismo jueves, entre otras cosas, que el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, vetado tras el asalto al Capitolio por parte de sus seguidores en 2021, podía volver a tener su cuenta con el logo de la palomita. Faltan pocos días para las elecciones de medio término en el país, dato que no puede ser soslayado.

El plazo para cerrar el acuerdo vencía el viernes, pero el día antes de concretarse, Musk dio la pista de que la suerte estaba echada: en su perfil de Twitter se presentó como “Tuitero jefe” y visitó las oficinas de San Francisco.

Desde fines de marzo, Dorsey y Musk comenzaron las tratativas. Tras reuniones con el ahora despedido gerente tgeneral Agrawal, las conversaciones fueron fluyendo y tensándose por ambos lados.

El 15 de abril, Agrawal decide exigir garantías de financiación. Pocos días después Musk le dice que tiene el dinero para hacerse de la compañía. Y le dice que la compra sin el protocolo de revisión previa a fondo (due diligence), saltando un paso habitual en compras de semejante porte. A fines de abril firman un preacuerdo.

Pero en mayo, Musk dice que su intención “queda en suspenso”. Aduce que había muchas cuentas falsas. Luego pide a Agrawal que demuestren que había menos de un 5% de tuiteros falsos.

Era un momento en que las empresas tecnológicas caían en las Bolsas y Musk ganaba tiempo. El duelo entre el nuevo dueño y el ex gerente general tuvo batalla pública por tuits. Palomas mensajeras que iban y venían a cielo abierto.

Además, Reuters informó que los despidos de los cargos más altos se debieron a que lo engañaron a él y a los inversores de Twitter sobre la cantidad de cuentas falsas en la plataforma de redes sociales.

Los tres directivos despedidos abandonaron el edificio escoltados por la seguridad de la empresa, según informó la agencia. Más temprano, el multimillonario intentó tranquilizar a los anunciantes de Twitter sobre el futuro de la plataforma en una carta abierta publicada en Twitter, donde Musk advierte que no quiere que la plataforma se convierta en un "infierno sin límites para todos donde se puede decir cualquier cosa sin consecuencias", a pesar de su promesa declarada de reducir el la moderación del contenido de la plataforma y reforzar la "libertad de expresión".

Autodesignado adalid de la libertad de expresión, ha indicado que piense flexibilizar la moderación de contenidos, alimentando los temores sobre un aumento de abusos y desinformación en la plataforma.