En la madrugada del primer día de este agosto, cuando el Ministerio de Desarrollo Social realizó el conteo de quienes duermen en la calle, al menos 713 personas respondieron que trabajan cuidando o limpiando coches. Son más de la mitad de quienes esa noche pernoctaban a la intemperie. Son una cien personas más cumpliendo esa tarea en comparación al promedio de los relevamientos anteriores.
—¿Por qué estás en la calle y no pasás la noche en un refugio?
La pregunta que los censistas les hicieron a quienes se encontraban sin techo era simple, pero muchas respuestas tenían un común denominador: “Cuido autos por acá y si me voy a un refugio me sacan la cuadra”.
El trabajo acaba siendo parte del problema en lugar de la solución. Por eso el Ministerio de Desarrollo Social pidió una reunión con sus homólogos en la Intendencia de Montevideo, institución que, según la normativa vigente, tiene la potestad de regulación y fiscalización de quienes usan el espacio público para cuidar coches.
Fernanda Auersperg, directora de Protección Social del Mides, explicó que “el objetivo es un trabajo conjunto para dar respuesta a esta población: puede ser dando plazas fijas en refugios y más flexibilidad de horario que les sea incentivo para no dormir a la intemperie, puede ser fiscalizando más (no de manera punitiva, aclara) para que la gente esté regularizada, puede ser ideando un sistema de que un porcentaje del tarifado de la zona céntrica (donde se concentran la mayoría de estas personas) vaya a compensar su labor, etcétera”.
Esta actitud colaborativa —de trabajar en las causas que llevan a las personas a seguir pernoctando en la calle— muestra un cambio de perfil: en lugar de que el oficialismo y la oposición se echen culpas, parecería que hay, poco a poco, las personas sin techo dejan de ser bastiones de la disputa dialéctica.
Mercedes Clara, directora de Desarrollo Social de la Intendencia, coincide: “Esta claro que hay más gente en la calle, está claro que el camino es entender y trabajar sobre las causas”.
En la interna del Mides le llaman a eso “cerrar la canilla”: hay una entrada a la calle que son las drogas (siete de cada diez censados admite consumir pasta base todos los días), hay problemas de salud mental (la quinta parte estuvo internada por ello alguna vez), hay una puerta giratoria vinculada a las cárceles (más de la mitad estuvo preso), y ahora las autoridades quieren comprender mejor el perfil de quienes dicen trabajar de cuidacoches para intentar una salida desde allí.
En la capital del departamento de San José, por ejemplo, desde hace una década los cuidacoches que trabajan en la plaza central y las dos cuadras de radio alrededor son contratados como monotributistas por una empresa. La compañía accede a encargarse de ese servicio y de la contratación previa licitación. Se fija un salario por hora —fuera de que cada uno de los trabajadores puede quedarse con la propina voluntaria—, la empresa se compromete a contratar a aquellos que ya ejercían como cuidadores de vehículos, y se fijan normas de convivencia: hay que tener el carné de salud al día, no se puede consumir alcohol y otras drogas durante el ejercicio de la tarea, no se puede obligar a un vecino a dar propina ni intimidarlo.
Clara, de la Intendencia de Montevideo, explica que “para saber qué estrategia conviene priorizar es importante conocer mejor el perfil de quienes están en la situación de calle y dicen trabajar cuidando coches, esa es una información que nos tiene que dar el Mides en la próxima reunión”. La directora aclara que “cerca de 1.000 cuidacoches en Montevideo están regularizados, pero hay muchos más que no y dentro de ellos puede que haya varios casos de personas en situación de calle que cuidan un día, luego se mueven a otro lugar, cuidan dos días, y así…”.
Si bien el trabajo —y por transitiva el dinero— es una pata relevante en las políticas que apuntan a reducir el porcentaje de personas sin techo, los datos oficiales del último conteo del Mides a los que accedió El Observador muestran que no es la principal explicación.
Casi siete de cada diez de quienes duermen a la intemperie dicen tener trabajo. Además de cuidacoches, la venta en feria o puestos callejeros, y el pintado de paredes o trabajo de albañilería, son las tareas más compartidas.
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