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En la era del #Metoo peligra el puesto conservador en la Corte del candidato de Trump
El objetivo del presidente Donald Trump, que eligió a Brett Kavanaugh como su pieza clave para que la Corte Suprema incline su balanza hacia el ala más conservadora está tambaleando. En la era del #Metoo, en la que las denuncias de mujeres por abuso sexual toman protagonismo, que este juez haya sido denunciado por tres mujeres no es un dato menor y el Congreso está dispuesto a escucharlas. Saben que en muchos casos las víctimas de abuso no denuncian los hechos en el momento en el que ocurren, ya sea por culpa o por vergüenza, y la denuncia de Christine Blasey Ford es un caso que marca precedente.
El dilema al que se enfrentan ahora los legisladores tiene que ver también con las fechas. El Partido Demócrata se encamina a recuperar el poder en la cámara baja y podría llegar a pelear también en el Senado. Es decir, si se pospone la votación de Kavanaugh y sucede después de las elecciones legislativas del próximo 6 de noviembre, su nominación será prácticamente imposible. En cambio, si esa votación se realiza antes de esa fecha tiene mayores chances.
Las palabras de Blasey Ford en la tarde de este jueves fueron demoledoras. "No estoy aquí porque quiero. Estoy aterrada", dijo cuando compareció en la mesa de testigos en una sala abarrotada en la Comisión Judicial del Senado, en una sesión que comenzó a las 10 de la mañana con una introducción del presidente de la entidad, el republicano Chuck Grassley.
Esta académica experta en psicología y profesora, de 51 años de edad, aseguró que Kavanaugh intentó violarla en una fiesta de estudiantes en 1982, algo que el juez niega. "Yo creí que me iba a violar", dijo a la comisión, y enumeró los detalles de la noche.
"Creo que es mi deber cívico contarles a ustedes lo que me pasó cuando Brett Kavanaugh y yo estábamos en secundaria", dijo, leyendo palabra a palabra una declaración ya preparada, con silencios intercalados mientras intentaba luchar contra las lágrimas.
"Los detalles de esa noche, que es lo que me trae aquí, son cosas que nunca voy a olvidar. Han quedado grabados en mi memoria y me han atormentado por momentos en mi vida adulta", dijo.
Al ser interrogada sobre si se podría haber equivocado sobre quién era su agresor, ella dijo que era "absolutamente" imposible que se confundiera de persona.
Lágrimas y reputación
A su turno, Kavanaugh dijo ante los senadores que las acusaciones de Blasey Ford, son "una vergüenza nacional". "Niego categórica e inequívocamente la alegación contra mí de la señora Ford (...). Vengo aquí a limpiar mi nombre", dijo en su declaración, que se produjo después de la intervención ante los senadores de la presunta víctima.
"Yo no voy a dejarme intimidar y renunciar" a su candidatura en la Corte, dijo, y aseguró que su familia y su nombre "fueron destruidos para siempre". Con lágrimas en los ojos, dijo no cuestionar que Blasey Ford haya sido atacada, pero aseguró que no fue él quien lo hizo.
La defensa de Trump
Al presidente estadounidense poco le importa en general el qué dirán, por lo que las críticas surgidas ante su inmediato apoyo a Kavanaugh no surtieron ningún efecto.
Trump puso en duda la acusación de Ford y dijo que de haber existido la agresión, seguramente existirían documentos de su denuncia. A su vez, los defensores de Kavanaugh advierten que sin pruebas se trata de un caso de palabra contra palabra y que sin la presunción de inocencia caen las garantías de un sistema legal democrático.
Sin embargo, si Blasey Ford consiguiera convencerlo con su testimonio de este jueves de la veracidad de sus acusaciones, Trump afirmó que podría renunciar a su candidato y proponer a otra persona.
Por el momento, y pese a la existencia de otras denuncias contra Kavanaugh, Trump lo mantiene como su hombre clave hacia un lugar en la Corte.
Camino empedrado
Dos semanas atrás, Kavanaugh parecía encaminado a obtener el visto bueno del Senado para entrar en la Corte Suprema, que dirime cuestiones fundamentales de la sociedad estadounidense. Por eso es vital para Trump colocar a un juez conservador en ese cargo, ya que lograría dejar en minoría a los jueces progresistas o moderados durante muchos años.
La Corte Suprema de Estados Unidos representa en forma bastante fiel la correlación de fuerzas políticas, pero el gobierno tiene la posibilidad de incidir a su favor ya que puede nombrar nuevos miembros –que debe refrendar el Congreso- ante el retiro o muerte de alguno de los integrantes. Esa es la fórmula que tiene para poder incidir en decisiones importantes como el aborto, matrimonio igualitario, derechos civiles, porte de armas o libertad de culto. Cuando asumió Trump la Corte tenía un equilibrio de cuatro liberales y cinco conservadores, aunque como conservador se contaba a Anthony Kennedy, un juez moderado y ubicado casi al centro.
Trump pudo nombrar a su primer candidato cuando recién asumió. Neil Gorsuch llegó a ese cargo en el fin del mandato de Obama tras la muerte del conservador Antonin Scalia. Obama había intentado nombrar al liberal Merrick Garland, pero el Congreso, controlado por los republicanos, no le dio la chance.
Lo que sucedió ahora es que Kennedy anunció su retiro y se abrió una nueva vacante. Por eso Trump buscó a un candidato que reforzara el ala conservadora y por eso también se aferra a la figura de Kavanaugh, que le garantiza que la corte tendrá un perfil más afín a sus ideas.
