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Entrevista de Daniel Castro a Richard Read: “Uruguay está atrasado, tenemos que actualizar las relaciones laborales”

El histórico dirigente de la bebida habló del trabajo del futuro, defendió que los sindicatos tengan personería jurídica y felicitó la reforma en la educación
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24 de diciembre de 2022 a las 05:00

Yamandú Orsi, Álvaro Delgado, Daniel Salinas, Fernando Pereira, Tabaré Viera, Pablo Iturralde,  gerentes de empresas y dirigentes sindicales, entre decenas de personas, escuchan con atención lo que dice Richard Read en el relanzamiento del libro Espalda con Espalda, que escribió el periodista Leonardo Haberkorn sobre el histórico sindicalista de la bebida. Y esa “foto” de dirigentes políticos de “todos los pelos”, empresarios y trabajadores, es la que Read considera referencia imprescindible para el Uruguay del futuro. “Es la mesa del Sorocabana de antes”, dice, en referencia a las tertulias y debates que tenían lugar en el histórico café de Montevideo.

En su opinión, solo con un acuerdo nacional sobre los temas importantes se podrá avanzar hacia un futuro que no espera. Y en esa agenda, el trabajo debe ocupar un lugar destacado para superar las desigualdades, sobre todo las que se han acrecentado por la precariedad del sistema educativo o la informalidad. Además dijo que “el sistema político viene pedaleando con piñón fijo”, enfrascado en debates que están lejos de la gente, sin poner en agenda justamente el tema del empleo.

¿Qué es lo primero que hay que entender como sociedad, para no perder pie en un mundo tan dinámico por ejemplo, en materia de empleo?

Lo primero es que la sociedad debe entender que la velocidad de los cambios va mucho más allá de la posibilidad de la inmensa mayoría de aceptarlos, entenderlos y canalizarlos en algo posible. La revolución industrial nos dejó 40 años de posibilidades de acomodar el cuerpo. Ahora la 4.0 o la revolución inteligente o como quieran llamarle pasa tan velozmente, que la inmensa mayoría de la sociedad queda perpleja, mirándola pasar.

Y en este contexto ¿qué te parece prioritario entender?

Lo primero que hay que entender es que el mundo cambia aceleradamente, pero no es de ahora, sino de comienzos de este siglo. Quiero citar al argentino Andrés Oppenheimer que ha trabajado mucho estos temas, que en 2018 dijo que en la próxima década se iba a perder el 40% de los empleos en el mundo –luego aparece la pandemia que acelera los procesos– , y allí Oppenheimer actualiza sus datos y afirma que la pandemia ya se había llevado el 26% de esos puestos de trabajo. Entonces me preocupa la reticencia a no ver que los cambios se están produciendo ya, y que hablar del presente es hablar del pasado porque las cosas pasan muy aceleradamente. Con el economista Gabriel Oddone dimos una charla en Melo y notamos la avidez de la gente por saber más de estos procesos. Hubo muchas preguntas sobre hacia adónde va el mundo del trabajo.

¿Habrá trabajo para todos? Esa parece ser la gran pregunta

Esa es la pregunta principal, y qué tipo de trabajos es la otra gran pregunta. Ahí empezamos a ver algunas realidades. Las plataformas, y sobre todo a instancias de la pandemia, empezaron a desplazar no solo al trabajo repetitivo, sino otros que se creía que solo un humano podía hacer. Acá en Uruguay, en Montevideo para ser más preciso, uno antes iba a una mutualista y hablaba con varios hasta llegar al médico. Hoy entro, voy al tótem*, me registro y luego veo solo al médico. Entonces la pregunta es, desde que entré a la mutualista hasta que salí ¿a cuánta gente vi? Solo al médico. ¿Y el resto? El resto no está más. Fueron sustituidos por un tótem, fueron sustituidos por tecnología. Ese es el mundo del hoy. Y ahí volvemos a la pregunta sobre si habrá trabajo para todos…yo no sé si hay trabajo para todos, sí creo que se va a subdividir el trabajo genuino, remunerado, de otro que será el trabajo zafral, el “part time”, aquel que no requiera de grandes capacitaciones. Uno va a tener una remuneración acorde, y el otro va a “pichulear”, la diferencia está en la educación…

Antes de ir al tema educación, que sigue siendo basal, quiero hacer un paréntesis con algo que tiene que ver con esto que usted venía respondiendo. Acoplarse a estos cambios necesita de un principio de entendimiento entre trabajadores, empresarios y gobierno. Y si bien hay algunos ámbitos y algunos discursos en ese sentido, parece que no se avanza, que falta madurez…

En estos últimos tiempos me ha tocado por distintos motivos tener diálogo con mucha gente de gestión empresarial, de empresarios y gerentes. Y yo machaco con lo mismo: hay que cambiar la agenda de las relaciones laborales. Y eso pasa por la productividad, pasa por la excelencia, pasa por discutir empleo, capacitación, y hacerle ver al empresario que invertir en capacitación es una inversión, precisamente, y no un costo. Y en este diálogo con tanta gente, he encontrado receptividad en algunos y en otros no, tanto en el bando sindical como en el bando empresarial. El otro día hablando con el ministro (Pablo) Mieres, yo le decía que hay que rearmar los Consejos de Salarios

¿Por dónde pasaría ese rearmado?

Por darle a esa herramienta fantástica nuevos contenidos, que lo hagan más atractivo. Posibilitar que esa herramienta se ponga al frente de este Uruguay del siglo XXI que está lleno de acechanzas. Por lo tanto, no podemos seguir con el manual viejo. Cuando se aprobó la modificación de los cinco puntos de la ley de Convenios Colectivos, yo estuve en contra de algunos de ellos. Pero hay uno que está bien, y es el de la personería jurídica.

Que ha sido motivo de controversias permanentes

Claro. Muchos empresarios me decían que no discutirían productividad, porque si no hay personería jurídica del otro lado, no tengo las garantías de confidencialidad. Bueno, yo creo que hay que salvar esas distancias y allí hay gran parte de responsabilidad del gobierno, que tiene que convocar a un diálogo realmente fructífero donde podamos decir: Uruguay está atrasado y tenemos que actualizar las relaciones laborales.

¿Cree que es posible en este momento, donde hay evidentes tensiones en las relaciones entre el movimiento sindical y el gobierno?

Yo creo que de un lado y otro hay gente que está bien intencionada y que entiende que el camino es el de actualizar las relaciones laborales. Pero igual, sigue habiendo una cantidad de uruguayos que lo ven con recelo. Creo que alguien tiene que pegar el puntapié inicial y decir “señores, esto no genera daño,  esto genera confianza entre las partes”. Hay un error –y lo digo yo con 40 años de experiencia–; todos creemos que la buena negociación termina con un sí. No, no, el sí es coyuntural. El “no” es parte de la respuesta, es parte de la negociación. Por lo tanto, creo que hay que darle una inyección de confianza a las relaciones laborales, y creo que hay un empresariado que debe estar dispuesto a hacerlo, y también un movimiento sindical que tiene que actualizarse…

Sin embargo, hay cambios que han ocurrido en los sindicatos. Era imposible que hace 10 o 20 años se hablara  de flexibilización laboral. Más allá de que el propio concepto fue cambiando con el paso del tiempo, ¿no nota que hay mayor apertura para encarar estos debates?

Yo, para empezar, quitaría el término flexibilización. Porque a veces los términos dañan el contenido. A veces los términos son el envase. Una cerveza en un envase de plástico no la consume nadie, en cambio una buena cerveza con un buen envase y un buen marketing, se consume todo el día. Quitando esa frase porque a esta altura cada uno la manipuló a su manera, lo que yo creo que hay que hacer es actualizar las relaciones laborales, aggiornarlas al siglo XXI. Eso significa discutir cosas que antes no discutíamos. Yo no puedo entender cómo en la negociación no aparece el tema de la productividad en la tapa del libro. Nosotros la tenemos en la bebida hace unos 14 años y nos va bárbaro. Nadie se queda abrazado a la máquina. O sea, si hay productividad se cobra y si no hay no se cobra, es un beneficio de partes. Pero más que dinero, es mantener la fuente de trabajo.  Y déjeme remarcar algo que considero muy importante, ¡soy de los últimos que queda del año ’85 del Consejo Superior de Salarios! ¡Es muy importante generar confianza entre las partes! En la cervecería (FNC) llegábamos a acuerdos sobre cosas increíbles, se redactaban y a la semana nos dábamos la mano y estaba acordado. ¿Por qué? Porque había confianza. Cuando vos decís no, es no, y cuando decís sí, es sí.

Vuelvo sobre la pregunta de si están dadas las condiciones para ese estado de confianza

Creo que hay un largo trecho por recorrer en las relaciones laborales en el país, creo que hay gente muy capacitada en las dos tiendas, para poder sentarse y decir: dejémonos de embromar, y a mano abierta y con cara descubierta vamos a dialogar. Porque lo peor que nos puede pasar es que el mundo se nos venga encima y no tengamos respuestas a los grandes temas, por ejemplo a los que enfrenta el movimiento sindical en el mundo. Yo he recorrido en los últimos meses varios países, y pude ver realidades laborales. Están a años luz. Voy a una pizzería y no hay nadie para atenderte. Voy al código QR en la mesa, lo registro, hago el pedido, pago !y en ese proceso no había nadie! Ese es el mundo de hoy. ¿Cómo lo vamos a enfrentar?

Pero mucho de esto ya está en la agenda ¿No cree?

Es así, mirá. Carmen Sanguinetti por ejemplo, senadora del Partido Colorado, tuvo la valentía –porque de verdad hay que tener una enorme valentía–, para redactar el año pasado un proyecto de ley que permita regularizar y darle un marco jurídico al teletrabajo. Yo había leído el proyecto de Francia y el de Argentina. Y Sanguinetti tuvo la deferencia de convocarme para un mano a mano con ella. Le di mi punto de vista diciéndole que, independientemente de algunos matices, era muy valiente en poner sobre la mesa el tema. Porque pensar que en un nuevo mundo del trabajo sin darle un marco legal, es dejar mano a mano al trabajador con el empleador. Y fíjate que le demoró meses, ¡meses!, para que los legisladores de la oposición e inclusive algunos del oficialismo, la ayudaran a armar un proyecto con opiniones diferentes. (…) Estamos lejos, lejos, muy lejos de actualizar no solamente el contenido, sino actualizar nuestras cabezas sobre que el mundo cambió.

Y también cambiaron los conceptos, porque volviendo sobre la flexibilización, es probable que haya variado mucho aquel debate original con respecto al actual. Lo mismo en la productividad, que en esta revolución digital debe valorarse distinto a otras épocas. ¿Qué es productividad hoy?

Mirá, Laura Raffo, a quien mucho respeto, hace como unos diez años en un espacio que tenía en la televisión (Telemundo) abordó el tema de la productividad. Dijo algo que me llevó a decirle a un compañero mío: “Es así como dice Raffo”. La productividad se negocia por ramas, pero luego se aplica por lugar de trabajo. No es lo mismo la productividad en Coca Cola, que en Fábricas Nacionales de Cerveza. ¿Y qué hay que tener, además? Hay que tener un convenio de confidencialidad. Porque cuando uno discute productividad, el empleador te está mostrando cual es su talón de Aquiles. Por lo tanto hay que capacitar a las partes para que cuando hablemos de productividad estemos hablando de lo mismo, generar un espacio de confianza y un acuerdo de confidencialidad –por eso lo de la personería jurídica.

Lo principal es asumir que no hay productividad única o un modelo para todo

Y un elemento más, porque todo nos conduce al mismo callejón: es sumamente importante un cambio radical, pero radical en serio, en el sistema educativo. No solamente en el sistema educativo formal sino en el no formal. También en la UTU, también en la UTEC, porque el mundo va hacia ahí. En Melo yo decía que ya hay tractores donde no hay tractorero. Lo programan de mañana, le meten combustible, le trillan el surco y el tractor está solo, arando o trillando 24 horas. El hombre a caballo que va a contar ovejas al campo, está sustituido por un dron. Entonces, ¿qué hacemos? ¿Tirarle con una escopeta al dron o tratar de capacitarme para manejar un dron o para arreglarlo o repararlo, para hacerle el mantenimiento? Creo que necesitamos un impulso desde el gobierno. Un impulso fuerte para reformularnos el mundo educativo de hoy, que no pasa solamente por la currícula.

Algo de eso está planteado en esta iniciativa de transformación educativa, como se la llama…

(interrumpe) Aclaro, la currícula es importante, pero no todo pasa por ahí, pasa por “escanear” la cabeza de los docentes, de los maestros. Hoy la educación formal compite con internet, que está a mano con el celular. Hablar en octubre del desembarco de Colón y estar 45 minutos hablando de las carabelas y de todo eso, va el niño o el adolescente al teléfono y en tres minutos tiene la información. Ese es el mundo de hoy, el que no hay que dejar pasar, porque es el mundo que vino, se instaló y va a seguir progresando.

Vuelvo sobre la idea de cambiar a la educación, que están planteando desde el gobierno. ¿Cómo encaja en este nuevo mundo del trabajo que demanda personas formadas, calificadas, donde la automatización gana porciones de actividad cada vez más grandes y diversas?
Totalmente. Nosotros en los Centros Educativos FOEB que ya vamos por los 10 centros a partir de marzo del año que viene, y que ya tenemos cinco de apoyo inicial y una carpintería en Paso Carrasco para formar a muchachos hasta 17 años que no trabajan ni estudian, hemos visto los resultados. A botijas que son de contexto crítico, les das una oportunidad. Los tratás con respeto, pasan los meses y al final del año están despegados. Yo no estoy diciendo que la reforma educativa pase por preparar mano de obra calificada casi gratis para las multinacionales. A mí me da la sensación de que todo pasa por el cambio en el sistema educativo. Hay una propuesta del gobierno y me parece muy valiente que se haya puesto sobre la mesa una reforma del sistema educativo. de que se discuta y se resuelva. Antiguamente a vos te educaban en tu casa y te enseñaban en la escuela; hoy el entramado social se ha distorsionado, se ha roto. Creo que hay gente en todos los mostradores que estaría dispuesta a decir “señores, vamos a ponernos al hombro la responsabilidad de avanzar con las relaciones laborales , modificar el sistema educativo, generar una propuesta de empleo y definir como país por dónde va la matriz productiva”. Hay que encontrar un norte, una guía para muchachos de 14,15, 16 años que no saben para adónde arrancar. Y termino citando otra vez a Oppenheimer que dice que empezar una capacitación sobre un oficio hoy, que te lleva seis años, quizás cuando termines de estudiar o de aprenderlo, el oficio no existe más. Por eso, hay que estar actualizados.

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