El continente americano, incluidas sus zonas menos desarrolladas, está frente a la gran oportunidad: la de convertirse en un actor aún más relevante del comercio mundial y en el garante fundamental de la seguridad alimentaria y nutricional del planeta, destacó Manuel Otero al asumir este lunes en Costa Rica como director General del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
Otero, argentino, de profesión veterinario, destacó también que la agricultura y los ricos recursos naturales del hemisferio constituyen una base privilegiada para una "industrialización inteligente" que permita alcanzar cabalmente uno de los objetivos principales del IICA: el bienestar de las poblaciones rurales, claves para la seguridad alimentaria.
"Nuestra América debe ser una gran fábrica de alimentos procesados bionergías, probióticos, nutraceuticos y biomateriales. Se trata de una industrialización inteligente a partir de los recursos biológicos que, apoyada en la ciencia y la tecnología, promueva mayor diversidad sectorial, competitividad internacional y generación de empleo", dijo Otero.
En ese sentido, agregó que "la bioeconomía expresa en buena medida esa visión transformadora para promover una producción sustentable e inteligente, partiendo desde la gran base de recursos naturales que poseemos".
El jerarca instó al IICA, una institución del sistema interamericano fundada hace 75 años, a trabajar para demostrar que la agricultura es parte inseparable de las soluciones para una realidad que calificó de "amenazadora" debido a que "las crisis alimentaria, poblacional, energética y ambiental condicionan un futuro sustentable".
Además dijo que el IICA concentrará sus esfuerzos para contribuir a superar una "visión antigua" del sector agropecuario como "extractivista y generador de bienes primarios", para pasar a ver a "la agricultura como la industria de la biomasa".
El planteo implica, según el nuevo jefe del IICA, un cambio de paradigma, al colocar a los territorios rurales en un papel protagónico que les permita convertirse en zonas de progreso, con nuevas tecnologías y conectividad, "revirtiendo la actual visión que los confina como zonas generadoras de pobreza y expulsoras de recursos humanos".
Otero consideró que este nuevo escenario crea un marco de grandes oportunidades para "los 15 millones de pequeños productores del hemisferio, distribuidos en 400 millones de hectáreas y cuya viabilidad está aún más condicionada ante las consecuencias del cambio climático".
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