Eternals, los nuevos héroes de Marvel
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > RESEÑA

Eternals: la ganadora del Oscar se asocia con Marvel para presentar a unos dioses muy humanos

Chloé Zhao, directora de Nomadland, es la responsable de esta película de superhéroes que puede verse en los cines locales
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10 de noviembre de 2021 a las 05:00

Cuando un cineasta que trabaja en Hollywood recibe un premio Oscar, siempre se le presta atención a la película que hará después. A cómo va a seguir su carrera luego de haber llegado a esa cuota de relativo prestigio que le da tener su nombre grabado en una estatuilla de un hombrecito dorado. En los últimos años, como en tantas otras áreas, todo parece haberse dividido en una grieta, en este caso entre “el cine de verdad” y “las películas de superhéroes” (las más taquilleras de la industria desde hace ya casi dos décadas). Y después de ganar el Oscar, la directora china Cholé Zhao trazó un puente.

La última ganadora de los premios a Mejor director y Mejor película, por Nomadland, cambió los dramas independientes llenos de actores no profesionales y dilemas existenciales por una película de estudio, llena de estrellas, efectos especiales, acción. Y dilemas existenciales. Porque de esos hay bastantes en Eternals, la enésima película del Universo Cinematográfico de Marvel, la saga actual más exitosa y expansiva del cine, que la semana pasada se estrenó en los cines uruguayos.

Marvel, encarnada en el productor Kevin Feige (el verdadero responsable de las toneladas de dinero que Disney ha embolsado gracias a estos superhéroes), ha reclutado en otras ocasiones a figuras ascendentes del cine indie, con mayor o menor éxito. En este caso, fue la propia Zhao la que dio el primer paso y se ofreció para dirigir una película para este polémico pero redituable género.

El resultado es un matrimonio funcional entre el estilo visual y temático de Zhao, y la plantilla básica de Marvel en cuanto a escenas de acción, chistes varios, guiños a otras partes de su universo y una cierta cohesión estética entre las películas. Sin ser del todo una “película de autor”, Eternals rompe partes de la estructura habitual de estas películas, muestra otra ambición, tanto temática como visual, y deja una agradable sensación, sin ser inolvidable.

Zhao muestra algunos de los recursos que ya son parte habitual de su cine: en Eternals hay mucha luz natural, paisajes naturales majestuosos (que cuadran muy bien con la historia, como veremos luego) y un tono reflexivo en el relato. Antes del estreno de la película la maravilla que los paisajes retratados por la directora generaron en Feige ocasionó comentarios burlones muy repetidos, dada la tendencia de las películas del estudio a usar y abusar de la “pantalla verde” y del trabajo de efectos especiales para recrear situaciones que podrían filmarse en un escenario real.

Esas burlas marcan un poco el quiebre que representa Eternals, que incluso cuando se pone cósmica tiene más peso que sus compañeras de establo, con referencias a la obra de Stanley Kubrick. Y también tiene algunas novedades a nivel de la historia: hay aquí una escena de sexo (muy pacata, pero inédita para el Universo Marvel) y un matrimonio entre dos hombres, beso incluido, que hizo que la película fuera prohibida en algunos países de Medio Oriente, pero que, al mismo tiempo, recibió aplausos por no ceder a la presión de esos países de que el beso fuera censurado. Claro, seguro que Disney no se preocupó tanto por esa escena sabiendo que la prohibición de Zhao y su obra en China hacían que la película nunca tuviera chances de recibir la aprobación gubernamental para ser exhibida en ese país, el principal mercado cinematográfico mundial, donde ese tipo de vínculos no pueden ser mostrados.

En el principio

Parte del encanto de los personajes de Marvel es que pueden tener habilidades sobrenaturales, salvar al universo día por medio y recorrer galaxias de punta a punta, pero a fin de cuentas, son humanos. El Hombre Araña no llega a fin de mes y lo agobian los exámenes, Iron Man es alcohólico, a los X-men los discriminan por ser mutantes.

En Eternals la cosa cambia, porque sus protagonistas son prácticamente dioses. Son un grupo de diez extraterrestres inmortales, los Eternos, enviados a la Tierra por una suerte de dios cósmico, con dos misiones: detener a los Desviantes, una raza de monstruos bien feos que funcionan como depredadores implacables, y por otro lado, asegurarse que la humanidad prospere, crezca y se multiplique, un gesto magnánimo que esconde detrás algunos secretos.

Los Eternos llegan en plena prehistoria a Mesopotamia, y a lo largo de los siglos van reventando bichos y dando los empujones necesarios a los humanos para que se expandan por el planeta, entrando a los mitos y leyendas como dioses, criaturas fantásticas e íconos varios. Todo eso lo vemos mientras esos viajes al pasado se van intercalando con los Eternos en el presente: los Desviantes, en apariencia extintos, están volviendo, y en la Tierra están pasando cosas raras. Después de siglos separados, tendrán que reunirse y encarar este nuevo problema.

Eternals deja lugar para el romance, la traición y los vínculos familiares

Lo mejor de la película es, justamente, la dinámica entre este grupo de personajes. Son tantos que el guion poco puede hacer para darles demasiada profundidad a cada uno, pero el vínculo de familia extendida entre ellos es entrañable, cálido y la fuente de los mejores momentos de la trama. Sobre todo, por las discusiones que se generan entre ellos: entre los Eternos hay amores no correspondidos, parejas disueltas que se reencuentran, celos y agresividad, pero también amor, cariño y preocupación por los otros. Un retrato de familia veraz y accesible, aunque estemos hablando de semidioses cósmicos.

Las peleas con los desviantes y otros devenires cósmicos de Eternals son lo menos memorable. Tienen que salvar al mundo, si, pero es menos importante el como que el por qué. Estos inmortales se enamoran de la Tierra y de sus habitantes, generan vínculos (aunque al final también sufren por ellos porque ven como todo es temporal menos ellos, a la manera de los elfos de El Señor de los Anillos), y tienen debates filosóficos sobre su lugar en el mundo, su intervención o no en asuntos humanos y la capacidad para la belleza y el horror que tiene nuestra especie.

Es una película que a veces se siente demasiado fría y distante, pero es un tono acorde para una historia sobre unos seres prácticamente mitológicos que perciben el tiempo y la vida de forma diferente. Y con eso le alcanza para sentirse como algo diferente, más denso, más meditativo. Pero también, como algo sumamente humano.

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