El trío reunido de Guns N
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > MÚSICA

Éxito, decadencia y reunión de Guns N' Roses, que este domingo vuelve a Uruguay

La banda se presenta este domingo en el Estadio Centenario tras la reconciliación entre sus tres figuras principales
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29 de septiembre de 2022 a las 05:02

Hace una década, a Axl Rose le preguntaron si la formación original de su banda, Guns n’ Roses, se volvería a reunir. Su respuesta fue lapidaria: “not in this lifetime” (no en esta vida). Cuatro años después, la banda anunciaba el Not in this lifetime tour, que marcaba la vuelta a la formación de dos de los miembros fundamentales de la personalidad, el sonido y la historia de la banda, el guitarrista Slash y el bajista Duff McKagan.

Con esta tríada al frente, el grupo hizo lo que los viejos rockeros están haciendo desde hace décadas: girar por el mundo de forma prácticamente ininterrumpida, facturar millones de dólares y confirmar el relativo estancamiento del género. En su segunda gira desde la reunión, Guns n’ Roses vuelve a Montevideo, pero en una presentación que tiene particularidades que la separan bastante de la anterior, que fue en 2010.

Por un lado, por supuesto, está la diferencia de alineación. Después de que McKagan y Slash se hartaran de Axl y abandonaran la banda a mediados de la década de 1990, el vocalista se quedó con el nombre, se quedó con las canciones, e hizo lo que quiso, con el disco Chinese Democracy, considerado el más caro de producir de la historia, y con quince años entre su anuncio y su salida, como el ejemplo de esa megalomanía desatada.

La anterior visita del grupo a Uruguay fue histórica no solo porque era la primera vez que se presentaba en el país, sino porque empezó dos horas más tarde de lo previsto a influjo del cantante. Esta vez las reglas y la puntualidad serán otras aunque el escenario será el mismo: el Estadio Centenario.

Además, la banda viene avisando que hay material nuevo en camino, y en el último año publicó nuevas canciones por primera vez en décadas. Si bien son temas que proceden de la era del Chinese Democracy, el trío principal parece estar encontrando de a poco la vieja química desde que se produjo la reconciliación que en 2018 Slash denominó como “un milagro”.

Milagro que seguramente estuvo ayudado por una cantidad suficiente de dólares, como ilustra el arreglo que firmó el trío para repartir de forma equitativa los ingresos de estas giras, solucionando uno de los grandes puntos de quiebre en la historia de la banda, cuando Rose obligó a sus colegas a firmar un contrato antes de un show, cediéndole los derechos de la marca Guns N’ Roses bajo amenaza de no salir a escena.

El ego y la megalomanía del cantante fueron de los factores clave en el deterioro de la banda, que tuvo apenas un período de seis años en la cresta de la ola, condenados a la debacle casi de antemano por los antecedentes y el modo de vida de sus integrantes.

Formada en 1985 tras la fusión de dos bandas de Los Ángeles (los L.A. Guns y los Hollywood Rose), la primera formación estaba compuesta por un puñado de jóvenes que llevaban una existencia prácticamente marginal en la ciudad californiana, y llevando el estilo de vida desenfrenado del rockero estereotípico ya antes de haber tenido el primer coqueteo con el éxito.

Al grupo le llevó un año conseguir que una empresa discográfica se animara a meter las manos en el fuego por sus pendencieros integrantes, otro año para sacar su primer disco, y otro más para tener verdadero éxito, gracias al impacto de la canción y el videoclip de Sweet Child o’ Mine.

En su período de mayor masividad, Guns N’ Roses tuvo un recorrido marcado tanto por los éxitos musicales como por los escándalos, sobre todo arriba de los escenarios, y sobre todo catalizados por la ira o los divismos de Axl Rose. Conciertos cancelados a los pocos temas, demoras de varias horas en empezar, incluso era capaz de trompearse con un espectador si este hacia algo que no le gustaba, como filmarlos.

En paralelo, la banda expandía también sus ambiciones musicales, con el disco Use your Illusion repleto de canciones por arriba de los seis minutos, o videoclips que siguen en la lista de los más caros de la historia, como el de Estranged o el de November rain, con locaciones majestuosas, helicópteros, delfines y demás arabescos no siempre necesarios.

Esa grandilocuencia, la agitación interna y los vicios de sus compañeros terminaron por alejar de la banda a Izzy Stradlin, guitarrista, amigo de la infancia de Rose, fundador de Guns N’ Roses y responsable de la mayor parte de las composiciones del grupo. Su salida en 1991 marcó el principio del fin.

Slash y Duff se fueron entre 1996 y 1997, con la banda estancada en la realización de un nuevo disco y ante la necesidad de cortar con el estilo de vida que involucraba ser un músico de rock por esos tiempos: McKagan, alcohólico de larga data, estuvo cerca de morir en 1994 a causa de una pancreatitis provocada por ese consumo: los ácidos de ese órgano empezaron a filtrarse y a quemar el resto de su sistema digestivo. Fue advertencia suficiente para no volver a tocar una botella.

Axl Rose

El guitarrista, en tanto, sufrió varias sobredosis de heroína y cocaína que estuvieron cerca de pasarlo al otro mundo y que le dejaron secuelas permanentes. A los 35 años los médicos le dijeron que le quedaban, como mucho, seis semanas de vida, debido a una serie de problemas cardíacos derivados de esas sustancias, que también fueron la señal definitiva.

Rose se quedó con la banda y con el proyecto del nuevo disco, el dilatado Chinese Democracy que tras convertirse casi en un mito y un chiste recurrente de la industria musical, y tras una inversión de US$ 13 millones, salió finalmente en 2008 y recibió una tibia acogida, aunque no vendió mal.

A mediados de la década pasada, las reconciliaciones comenzaron a gestarse, y después vino la reunión, que derivó en las giras que ahora traen a Rose, McKagan y Slash acompañados por el guitarrista Richard Fortus, el baterista Frank Ferrer, y los tecladistas Melissa Reese y Dizzy Reed, una rareza en la alineación, ya que es el único miembro de la era dorada que se quedó durante todo el camino: entró a la banda en 1990 y desde entonces, ahí está.

El show de este domingo en el Centenario, para el que quedan aún localidades, tendrá un peso histórico algo más importante que el de 2010, aunque sea nada más por los nombres involucrados en lo que sucederá sobre el escenario, y será la presencia de una versión más fiel y valiosa de una banda que supo pisar la cima y dejar ahí grabadas al menos una decena de canciones imprescindibles de la historia del rock.

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