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Festejos diversos: celebraciones de Año Nuevo en el mundo

De los daneses estrellando platos a las posadas mexicanas, pasando por los lunares tailandeses, las campanadas japonesas y las uvas españolas. Ritos y tradiciones de fin de año que nos encuentran distintos, pero a fin de cuentas haciendo lo mismo: celebrando
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29 de diciembre de 2019 a las 05:00

[Por Pablo Donadio]

El hombre gira varias veces sobre sí mismo, se inclina y enciende una pira artesanal. El humo tibio se desliza hasta la trompa de Ganesha, el dios con cabeza de elefante, y se eleva por sus múltiples brazos hasta colmar el templo. De ese sándalo beben los fieles, que se ahúman trayendo el aire con las manos. Es apenas uno de los ritos del Diwali, cuando la India lejana se enciende por el Año Nuevo hindú.

Nada tiene que ver aquello con creencias o tradiciones cercanas, ni siquiera con el calendario vigente en gran parte del mundo. Sin embargo, pese a las diferencias, la mayoría de las culturas desarrollan celebraciones cuando sus ciclos concluyen, a través de agradecimientos, recordatorios y deseos para lo que vendrá. Cada uno, claro, a su manera.

Cuestión de fechas

¿Por qué gran parte de Occidente y otros países celebran Navidad el 24 y fin de año el 31 de diciembre? Signada por el cristianismo, la primera evoca el nacimiento de Jesús, aunque algunos historiadores sostienen que el día se eligió arbitrariamente para apartar a los fieles de los ritos paganos del solsticio de invierno, vigentes aún en varias culturas. El Año Nuevo, en tanto, comenzó a festejarse el 1º de enero en 1582, cuando el papa Gregorio XIII así dispuso, sustituyendo al entonces calendario juliano por ser impreciso y con muchos bisiestos. De a poco, otras naciones no cristianas lo fueron incorporando. “El monje matemático Dionisio el Exiguo estaba harto de que los años se contaran desde la asunción del emperador Diocleciano, que había perseguido con furia a los cristianos, así que aprovechó un nuevo calendario para hacerlo a partir del nacimiento de Jesús”, cuenta la periodista Ana María Bertolini en un artículo de la agencia de noticias Télam de Argentina. “Tras establecer que el Niño Dios había nacido el 25 de diciembre de 753 desde la fundación de Roma, se decidió que el año 1 de nuestra era coincidiera con el 754, sin percatarse que entonces la muerte de Herodes llevaba cuatro años. ¿Cómo pudo Herodes mandar a matar al Mesías (en la Matanza de los Inocentes) si estaba muerto? El recálculo mostró el error, pero el calendario gregoriano siguió igual”, plantea. Estudios posteriores del astrónomo Johannes Kepler, en función de la aparición de la estrella de Belén –triple conjunción de Marte, Júpiter y Saturno en el signo Piscis– llevaron a pensar que Jesús habría nacido a mediados de setiembre del año 7, y no en diciembre del año 1. “Algo sin relevancia si se observa que otros pueblos, que en lo civil se manejan con el calendario gregoriano, celebran Año Nuevo en otras fechas, en función de sus propias tradiciones históricas o religiosas”, concluye Bertolini.

Tradiciones cercanas

Reflejado maravillosamente por el cineasta chileno Patricio Guzmán en su documental La Cruz del Sur, es el sincretismo religioso lo que marca las festividades en Latinoamérica. “Se parte de una concepción en la que cada región evoca elementos propios pero determinados por el relato bíblico”, anuncia Carmen Elena Villacorta, docente e investigadora, doctora en Estudios Latinoamericanos por la UNAM (México). “En algunos países, hacia fin de año, la intensidad celebratoria es notable”, agrega la colombo-salvadoreña, con actual residencia en Jujuy (Argentina) y experiencia en Colombia y México. En México, cuenta, dos grandes festejos sellan este cierre. Uno de ellos se inicia el 2 de noviembre con el Día de los Muertos, de repercusión mundial por su espectacularidad. “Allí la raíz indígena se aleja de la cristiandad, algo también presente a su modo en el noroeste argentino”, dice la especialista entrevistada para Seisgrados. A los pocos días, diciembre inaugura un mes de fiesta completo, con representaciones comunitarias de nueve noches llamadas “posadas”, donde algunos vecinos representan a Jesús, María y al bebé, que buscan una posada donde quedarse. “Surge entonces el México hospitalario, generoso y cristiano en su esplendor: se consume ponche, ricas comidas y se ofrece a esos personajes asilo como si fuesen en verdad la familia de Dios”, explica. En otros países de la región, como Ecuador, Perú y Venezuela, también suelen armarse muñecos con la idea de quemarlos para “dejar ir lo viejo”, junto a variadas tradiciones gastronómicas, como el infaltable asado argentino y uruguayo en torno a la familia, o el simpático “paseo” costarricense y chileno con valijas que augura buenos viajes. Otro clásico es el estreno de ropa interior en Brasil (rojo), Argentina (rosa) o Venezuela y Colombia (amarillo), para que la suerte acompañe. “Es curioso que haya pasado a ser una tradición de creyentes como de familias que en ningún otro momento expresan actos religiosos”, dice Renata Freitas, periodista y especialista en medios, de Brasilia. Habla de la postal de las playas brasileñas a las que se llega de blanco para ofrecer flores a Yemanjá, la diosa afrobrasileña del mar. “En Colombia el 7 de diciembre es el Día de las Velitas, que inaugura las fiestas de fin de año con música folclórica bien propia. Le siguen las novenas, otras reuniones familiares con canto de villancicos y mucha comida. Todo, claro, permeado por la cultura yanqui, con gente que detesta a Papá Noel, la nieve y los renos, pero a la vez compite por armar el mejor pesebre navideño”, comenta Villacorta. 

Curiosidades lejanas

Famoso en materia de derechos sociales, movilidad ascendente y calidad de vida, Dinamarca pierde toda la formalidad escandinava en fin de año, cuando hombres y mujeres destrozan vajilla en la puerta de los vecinos. No se trata de enojos, todo lo contrario: a más platos rotos, mejor será el futuro.

Esperar el brindis en pleno parque Kruger, o participar del carnaval costero de Ciudad del Cabo, son gustos posibles en Sudáfrica, aunque la más curiosa es la tradición del barrio de Hillsboro de Johannesburgo: entrar con prosperidad al año siguiente requiere despojarse de trastos viejos, por lo que microondas, lámparas, mesas de luz y ventiladores se apilan en las calles cada 1º de enero. En Filipinas, la prosperidad es representada por la figura de las monedas y por eso las mujeres llevan coloridos vestidos a lunares y se hace sonar monedas en los bolsillos. Los chapuzones helados para la suerte en Canadá, y los besos bajo el muérdago para atrapar el amor en Estados Unidos; las religiosas siete comidas de Estonia; las 108 campanadas japonesas para evitar los pecados humanos, o las austeras 12 españolas –¡pero acompañadas de 12 uvas!–, son otras versiones del mismo deseo. “Predecir la suerte en Alemania es una costumbre habitual”, cuenta Elena Ruiz en el portal del magazine Harper’s Bazaar. El Bleigießen, su juego adivinatorio, consiste en fundir figuras de plomo en un cucharón y luego echar el metal líquido al agua. “Si toma forma de estrella, mariposa o pez, será sinónimo de suerte; una escalera traerá un ascenso laboral; y un barco, un viaje. Claro que si no son reconocibles habrá que hacer uso de la imaginación”, dice.

Vuelta al sol

Celebraciones, entonces, hay para todos los gustos. Siguiendo el calendario lunar, el Año Nuevo chino suele comenzar en enero o febrero, con la primera luna nueva de Acuario, mientras el Rosh Hashaná judío empieza en el mes de Tishréi del calendario hebreo, equivalente a setiembre-octubre del gregoriano. El Año Nuevo musulmán inicia con el Muharram, regido por el calendario lunar, por lo que puede caer en distintos meses gregorianos. En la ciudad de Buenos Aires, la ley 1550 de 2004 reconoce el año nuevo de los pueblos originarios al darse el solsticio de invierno. Y es el equinoccio de primavera en el norte, entre el 20 y el 21 de marzo, el que continúa dando pie al año astronómico basado en el ciclo de las estaciones, cuando el Sol pasa por el punto vernal (declinación 0º, ascensión recta 0´) y la rueda se reinicia, misma fecha del año astrológico, cuando arranca Aries (primer signo del zodíaco) hacia los otros 11 signos. Así, podría pensarse que el año nuevo de algún modo es bien personal, y empieza, y termina, cuando uno llega al mundo: con el cumpleaños. ¿Qué tal?

Primeros y últimos

La isla Navidad, en la República de Kiribati, ubicada al noreste de Australia, es el primer lugar del mundo en recibir el Año Nuevo. En tanto, los últimos en llegar al 2020 serán los pobladores de Hawái, ubicada al norte de la Polinesia, junto con otras islas del Pacífico, que lo harán unas siete horas después que Uruguay.

Fuego en el cielo

Inicialmente como cosas quemadas a modo de ritual, los fuegos artificiales fueron convirtiéndose en símbolo de los festejos deportivos, sociales y culturales, iluminando el cielo de color, brillo y sonido. Hace unos 200 años a. C. en China, todo habría comenzado con un bambú lanzado al fuego, que por la expansión del aire interior habría explotado al cielo. Con susto primero, y simpatía después, los aldeanos habrían tomado aquello para ahuyentar a los espíritus.

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