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Fiscal de casos de abuso: "Los relatos son tan terribles que superan a la imaginación"

Las víctimas denuncian más. La fiscal Lovesio investiga 400 casos y van en aumento
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15 de septiembre de 2019 a las 05:00

Esta semana hubo, al menos, tres denuncias por abuso a menores en las que familiares directos de las víctimas fueron imputados con prisión preventiva. Esta es la tercera forma de violencia hacia niños y adolescentes  en Uruguay, luego del maltrato emocional y el físico. 

En 2018 se registraron 938 situaciones de niños y adolescentes víctimas de violencia que debieron ser asistidos por el Sistema Nacional de Protección a la Infancia y la Adolescencia contra la Violencia (Sipiav), que corresponde a un 23% de las situaciones de violencia que atraviesan los menores de edad. El mayor escenario de violencia es el propio hogar de los niños, lo que complejiza esta problemática e involucra a toda la familia.

Expertos en la temática manejan la hipótesis de que las denuncias aumentan debido a la visibilidad del delito, a las campañas de prevención para evitarlo y la educación sexual que contribuye a que los niños y adolescentes entiendan lo que no deben permitir de parte de los adultos.

La fiscal especializada en delitos sexuales, Sylvia Lovesio, trabaja en cerca de 400 casos de abuso sexual de niños y asegura que la cifra va en aumento. Hay menores de edad que fueron abusados durante años, y son situaciones duras de afrontar para los letrados. Según estimó la fiscal en la totalidad de las fiscalías que estudian estos casos hay más de mil casos, informó Telemundo.

“Hay que hacer fuerza para no quebrarse con ellos. Los relatos son tan terribles que superan a la imaginación, dan ganas de abrazarlos”, dijo Lovesio a El Observador. Pero justo en ese momento, cuando siente que el dolor del niño la supera, repite esta frase: “No les puedo prometer borrar lo que vivieron, pero les prometo hacer justicia”.

Para la fiscal Sabrina Flores, también especializada en delitos sexuales, el aumento de denuncias de abuso sexual se vincula a su vez con la formación de los profesionales de diferentes ámbitos que trabajan con niños y pueden detectar estas situaciones. “Hoy hay más educación sexual, que refiere al cuidado de su cuerpo y eso hace que ciertas conductas empiecen a llamar la atención de los niños y se animen a decir lo que pasa”, sostuvo en diálogo con El Observador.

Los fiscales trabajan junto a la Unidad de Víctimas y Testigos de la Fiscalía. Lovesio explicó que en los interrogatorios siempre está presente una psicóloga o asistente social. “Para cuidar a la víctima y protegerla, y decirle que les creemos, porque a veces piensan que no les van a a creer”. 

Aunque no son la mayoría de los casos, sí hay situaciones “que indignan”, dijo la fiscal. “A veces las madres no creen que su padrastro abuse de sus hijos. Uno tiene que darle respuestas al niño abusado y nosotros sí les creemos”, sostuvo. 

En este sentido, la fiscal explicó que en estos casos los niños vuelven a un ambiente hostil luego de la denuncia. “Se toman las medidas de prevención de acercamiento al imputado, pero el ambiente en el que permanece no es bueno. Hay que hacerles un seguimiento y lograr que el niño vaya a las pericias y a las entrevistas, y a veces eso no es fácil si no hay apoyo real detrás”.

El psiquiatra de niños y adolescentes Miguel Cherro dijo a El Observador que uno de los reparos internos de las víctimas de abuso sexual es el miedo a que su palabra no se tenga en cuenta. “El abuso sexual a veces no se cree porque los adultos piensan que el niño está interpretando mal, que miente, porque no puede ser que fulano de tal que es tan bueno y respetable abuse de un niño”. 

Por lo general, los niños cuando narran estas situaciones lo hacen con un referente de su confianza -una maestra, padrino, tío, abuela- porque pueden estar amenazados en caso de hablarlo con uno de sus progenitores. Según Lovesio, el abusador suele decirle a su víctima que no le cuente a la madre “porque se va a enojar”, haciéndola sentir culpable de la situación, o incluso amenaza con hacerle daño a alguno de sus familiares más cercanos.

Después de la denuncia

Cherro explicó que muchas veces, cuando el abuso ocurre en el núcleo familiar, toma vigencia como “algo institucionalizado”, pero la prevención y talleres en instituciones educativas pueden lograr que, aunque sean niños pequeños, consideren que no es una situación normal. 

“Una víctima de abuso sexual puede sentir que el abusador le está trasmitiendo cariño. La difusión de que ese tipo de actos no son muestras de cariño, desmantela la ficción y produce la denuncia”, explicó. 

Para el psiquiatra, luego de realizar la denuncia ante un referente, es importante cuidar el interrogatorio. “Cuando uno sospecha un abuso sexual, lo mejor es consultar un técnico que sepa del tema. Si lo agarra la tía, el padrino, la abuela, lo someten a un interrogatorio desastroso, intervienen personas que quieren sacar de mentira y verdad una u otra cosa e influyen al niño a respuestas que no son válidas”. Esto podría ocasionar lo que se denomina “discurso inducido”. “El profesional preparado que interroga al niño puede detectar esos discursos que están elaborados desde afuera y que el niño repite porque se lo han enseñado así".

A su vez, la reiteración del relato -ante el referente primero, luego a la Policía y al Fiscal- someten al niño a una “victimización secundaria”, creando traumas en la víctima al recordar una y otra vez lo sucedido.

Flores contó que según la ley de violencia basada en género, que comprende el abuso sexual de niños y adolescentes, las víctimas deben declarar en el juzgado, una sola vez, de forma de “evitar la revictimización”. El Código de la Niñez también incluye modificaciones sobre el proceso judicial, de forma de no exponer al niño a situaciones que puedan seguir generando traumas. La fiscal contó que parte del proceso implica trabajar con los adultos referentes, brindándoles contención y explicándoles cómo va la investigación. 

La coordinadora del Sipiav, María Elena Mizrahi, hizo énfasis en que los adultos “no pueden dejar de escuchar ni prestar atención a estas situaciones”. También recomienda no actuar solo en caso de tener dudas sobre cómo proceder con el menor y recurrir a organismos especializados.

Mizrahi dijo que las situaciones de abuso no siempre dejan pruebas físicas y que, en general, se prolongan por largos plazos, por lo que el relato suele ser la única prueba para probar los hechos. 

 

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