Desde el comienzo de la crisis económica Finlandia ha estado en boca de todos. Hemos encumbrado a esta sociedad como referente mundial de lo que debería ser un país moderno, con políticas honradas y servicios de calidad para el pueblo; y si bien es cierto que los finlandeses están arropados por el Estado, los problemas reales de esta sociedad vienen desde adentro.
El consumo excesivo de alcohol tiene múltiples manifestaciones, y ha sido detectado como su mal mayor, vinculado a más de la mitad de los casos de suicidio, homicidio y violencia de género; rankings mundiales que Finlandia encabeza o se mantiene año tras año entre los primeros puestos. En el año 2013 el número de suicidios en Finlandia se incrementó 5% en comparación al año anterior.
Si nos detenemos a observar las causas que llevan a un ser humano a poner fin a su propia existencia, daremos en primer lugar con los trastornos mentales; especialmente la depresión y los de tipo relacionado con el consumo de alcohol. Estos han sido detectados en Europa como uno de los principales factores de riesgo.
El factor principal que lleva al consumo de bebidas alcohólicas es la desinhibición, la búsqueda de elementos externos que faciliten la ruptura con las barreras emocionales fuertemente arraigadas en el carácter finlandés. Hablamos de un país donde se hace apología de la autosuficiencia y en el que la falta de comunicación entre los individuos desencadena un profundo aislamiento emocional y una fuerte represión de los sentimientos. Un gran contraste con las sociedades latinoamericanas, tradicionalmente familiares y acostumbradas a expresar afecto y compartir los problemas y las alegrías de la vida diaria, vía de escape necesaria para tomar perspectiva de cara a enfrentarse a las propias quimeras.
No obstante, hay otros factores externos que también modifican e incrementan este hábito. La ubicación geográfica y, por consiguiente las bajas temperaturas y la falta de luz solar afectan directamente el estado de ánimo de la población del país. Inviernos helados que transcurren lentamente sin llegar a percibir la luz del sol, hasta 51 días seguidos de oscuridad en el extremo Norte y temperaturas mínimas que oscilan entre los -25 ºC y -40 ºC. Circunstancias que se acumulan y desencadenan una serie de trastornos afectivo-estacionales y fuertes depresiones.
Kaarlo Simojoki, de la A-Clinic Fundation, señala que la mayoría de problemas en Finlandia no provienen de las personas que beben mucho, sino de aquellas que lo hacen con mucha asiduidad. Otra reflexión que recoge el experto en materia de EHYT ry (siglas en finés de Finnish Association for Abuse Prevention) Antti Maunu es que el estilo de vida finlandesa ha sido durante siglos bastante duro y orientado al trabajo. "Tenemos una fuerte tradición de beber los sábados. Si haces bien tu trabajo y cuidas de tu familia, entonces te has ganado un buen trago. Esto significa que beber se convierte, casi por definición, en algo que debe denotar respeto y madurez", explica Maunu, y puntualiza que, "en ese sentido, beber está también relacionado con la apreciación de uno mismo. Hablar de beber es realmente hablar de estar juntos, de la libertad individual... Y si beber representa sociabilidad y autoestima no es de extrañar que sea este el motivo por el que bebemos tanto".
Es entonces cuando se produce en la sociedad esa extraña situación en la que sabemos que otras personas tienen estos problemas, pero la gente se mantiene impasible. Al margen. La cultura finlandesa es muy cautelosa, poco dada a intervenir en los problemas ajenos. Es reservada.
"La gente no habla tanto como debería, por lo que resulta muy complicado conseguir ayuda. Hay muchos hombres que maltratan a sus mujeres en casa. Todo el vecindario estará al corriente pero nadie hará nada", relata Mari Hietala, terapista ocupacional, antes de exponer su vivencia personal. "Mi exmarido era un alcohólico. Cuando empezó a beber se volvió extremadamente violento. Abusó de mí, por lo que terminó en prisión durante un año... Es una suerte que siga con vida. Es una historia muy común en Finlandia. Las mujeres aquí somos bastante fuertes. Debemos serlo", relata.
De la misma forma que proyectan sus sueños, deseos e ideales en las diferentes situaciones en las que beben, también proyectan su frustración e ira. Por eso la violencia relacionada con el alcohol es tan común en esta sociedad.
Existe una doble moral en Finlandia: está bien que bebas cada fin de semana y no eres un auténtico hombre si no lo haces.
Si hay alguien en un grupo que no bebe es fácil que la gente lo presione para que lo haga, pero cuando empieza a tener problemas serios con el alcohol llega el estigma, y la gente lo señalará como un perdedor y no querrá que la sociedad pague su tratamiento.Inicio de sesión
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