"¡Elena, te traje a Martinito!”. El grito agudo es de Olga Acosta. Lleva un jogging gris holgado, un gorro de lana con los colores de Nacional y una remera con su cara impresa sobre el fondo blanco junto a la de Daniel Martínez, el candidato del Frente Amplio que ahora la sigue mientras ella lidera el “tour” a pie por el barrio Maracaná Sur, en el oeste de Montevideo.
Entre la marea de camperas y sobretodos que avanza por los callejones de pedregullo y barro, Acosta parece ser inmune al frío. Carga su campera en brazos y dice que el Frente Amplio le calienta el corazón.
Es la guía autoimpuesta de la primera recorrida de la fórmula Martínez-Villar, que eligió a Montevideo (ciudad a la que ambos dedicaron su carrera política) para calentar los motores de la campaña. “Te tengo que llevar a todos lados porque después se me enojan y yo vivo acá todos los días”, le dice Acosta al candidato. Casa por casa, presenta a la flamante fórmula del Frente Amplio, que recibe una mezcla equitativa de afectos, reclamos e indiferencia.
Jóvenes en bicicleta, madres cargadas con bolsas, choferes que bajan la ventana para lanzar un comentario: todos dejan claro que la falta de empleo es la principal preocupación.
Pero también la vivienda se cuela como un elemento de frustración. Varias de las casas del barrio fueron designadas para un realojo a pocos metros, pero el proceso durará unos dos años más, y los vecinos se quejan de los plazos. Parados sobre el piso de tierra, se lo hacen saber a Martínez y Villar.
“Lo que molesta es que se gaste en obras que no se precisan y que acá demoren años”, reprocha uno de los vecinos. Una mujer lo secunda afirmando que “es frustrante encender la televisión y ver casas entregadas en otras zonas”.
Martínez resalta que “el 80%” (de la inversión) está enfocada en los barrios” como Maracaná y que “solo un 20% se destina a áreas como el Centro o Pocitos, porque son calles que había que hacer”.
“Por lo menos pongan balastro”, retruca la mujer. Villar dice que se llevan como “deber” hablar con el intendente Christian Di Candia para que concurra en persona a buscar una solución.
En otra de las visitas, el candidato resalta que el superávit de la Intendencia permitió dedicar US$ 14 millones a mejoras en las calles de al menos 40 barrios. “Eso es dignidad de vida”, le responde el diputado astorista Carlos Varela.
“Este de acá siempre me critica”, susurra metros más adelante Rosana Paredes, directora de Administración de Personal de la Intendencia e integrante de la 5005, cuando ve que Acosta se acerca a una de las viviendas en las que espera, según dice, un “desencantado”.
“Está medio dolorido pero lo vamos a convencer”, dice Acosta. Los abrazos de Martínez y Villar le devuelven parte del encanto. “Vamos por el cuarto”, suelta vencido antes de sacarse sonriente una foto con la fórmula.
Antes cruzar la ruta 5 para caminar Maracaná Norte –donde Acosta dirá que es “visitante”– un vecino lo detiene para pasarle un último reclamo. “Cuando seas presidente volvé. Viste que los que llegan se olvidan”, afirma. Martínez se apoya en que es su “cuarta vez” allí y dice que como intendente nunca le falló la memoria.
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