En el medio del parque Yosemite hay una formación rocosa. Es un monolito hecho de granito de 900 metros de altura y lo llaman El Capitán. Escalarlo es una tarea cercana a lo imposible: más de 30 personas murieron intentándolo y la primera persona en lograrlo lo hizo recién en 1958. Hasta que un día llegó Alex Honnold y los superó a todos: completó la escalada en el método llamado “solo”. ¿Qué implica? Que lo hizo solo con sus manos y pies, sin ningún respaldo de equipamiento y medidas de seguridad, salvo un estuche con polvo de talco para mejorar el agarre de sus dedos.
Honnold (californiano, 35 años) cumplió una proeza que hasta ahora no se ha repetido. La hazaña fue tal que llegó hasta el cine. Pero no fue necesario adaptarla a la ficción, la realidad fue superior. El documental Free Solo, que el próximo domingo 3 se estrena en las distintas plataformas de National Geographic Channel a las 22 horas, retrata ese ascenso histórico. El resultado es una película que quita el aliento, sorprende y muestra la vida cotidiana de un hombre que se enfrenta voluntariamente a la naturaleza y la resiste.
El pasado domingo 24, Free Solo ganó el premio Oscar a Mejor documental. Semanas antes, El Observador participó en una conferencia telefónica con Honnold, en la que habló sobre la experiencia de convertirse en el eje de una película y del desafío de retratar la prueba más dura de su carrera.
Honnold completó su ascenso en unas cuatro horas, y fue la proeza más importante de una carrera que empezó como un hobby en su infancia, se convirtió en algo más serio cuando sus padres se divorciaron en su primer año de universidad y empezó a faltar a clases para ir a escalar como escape, y que comenzó a consolidarse en 2007 cuando escaló en solo dos formaciones rocosas de Yosemite.
Su fama se incrementó en los años siguientes, publicó el libro Alone on the wall y se convirtió en referente de la disciplina. Pero nada superó lo realizado en El Capitán, y retratado en Free Solo por los documentalistas Chai Vasarhelyi y Jimmy Chin. Fue su trabajo anterior, Meru, un proyecto similar que relataba el primer ascenso de una montaña de los Himalayas indios, y la compañía que le ofrecieron las cámaras y la posibilidad de escalar con amigos y conocidos que participaron en la película los que lo tentaron a aceptar la propuesta de ser filmado en su momento de mayor desafío y tensión.
De hecho, la relación con el equipo de rodaje se termina convirtiendo en parte de la película. Honnold no se puede permitir ni un fallo, porque está trepando un muro vertical sin más respaldo que el de su propio cuerpo. Equivocarse es morir. Y a su alrededor hay cámaras apuntándolo. Algunos en el suelo, que se dan vuelta para no mirar. Otros trepando con él. Y no lo obstruyen para nada. Al contrario, luego de un momento el escalador empieza a mirar hacia el lente cuando va pasando etapas y hasta sonríe mientras trepa metro a metro.
“No sentí una presión particular. Solamente estaban documentando el proceso, no me decían qué hacer. Fue pasar tiempo en las montañas con mis amigos”, dice sobre ese rasgo del documental. “Me preparé durante tanto tiempo que los realizadores terminaron sabiendo que tenían que hacer exactamente y como documentarlo correctamente sin comprometer mi experiencia. Sabían dónde ponerse para no quedar en mi camino. Nunca sentí que estuvieran alterando mi escalada. Y al final terminó significando que cuando tuve éxito tenía gente con la que festejar a mi lado”.
Ese interés por la preparación es reiterado por Honnold. Y, de hecho, es la gran clave de su hazaña. Practicar, probar, explorar, equivocarse y conocer la pared de granito como si fuera su casa. Fueron dos años de preparación, que también incluyeron fracasos.
El primer intento de ascenso se ve frustrado, y es uno de los puntos más emotivos de la película, porque como dijo el escalador en la entrevista, el momento en el que se rinde y vuelve al suelo fue el mayor fracaso de su carrera. Pero no es la único instancia en la que otras emociones –más allá de la sorpresa y la tensión– se sienten. Porque Free Solo no se limita a mostrar el ascenso de Honnold, también registra su habitual nivel de obsesión con su tarea, su historia familiar, su relación de pareja y cómo la hace convivir con su vida recorriendo el mundo escalando, residiendo en una camioneta desgastada, y su amistad con otros escaladores.
Eso sorprendió incluso al protagonista, una vez que vio el proyecto terminado. “La primera vez que vi la película fue interesante porque no sabía que tenía tantas emociones y sentimientos en ella. Pensaba que era una película de escala, y cuando la vi – yo no tuve nada que ver en el armado de la película– vi que tenía mucho de mis relaciones con mi novia y mi familia, me sorprendió”, dijo el escalador. De hecho Free Solo no retrata su mejor faceta como pareja, el escalador parece más preocupado por su ascenso de El Capitán que por construir una vida junto a ella.
Spoiler: no pasó nada malo entre ellos. El día de los Oscar ambos subieron al escenario para escuchar desde al lado los discursos de Chin y Vasarhelyi. Pero la experiencia de ver ese relacionamiento en pantalla fue un aprendizaje para Honnold. “Hay varios momentos en los que veo que no soy bueno con mi novia. Pienso que en varias de las escenas de la relación quedo como alguien poco amable y malo. Es un buen recordatorio de que debería ser más atento y preocuparme por la gente que quiero”.
Ver a Honnold subiendo por el muro, por más que se sepa que lo logrará, es toda una experiencia. Hay una sensación latente de que algo puede salir mal, de que se va a resbalar y el final de la película será trágico. Eso no solo habla muy bien del trabajo de los directores, sino también de la locura que supone la tarea.
Free Solo llega a analizar el cerebro del escalador, para ver si hay algo que lo diferencia del resto de los seres humanos. Y está allí, en su mente, la clave para enfrentarse a esta misión imposible, y sobre todo, al miedo. “La respuesta simple es que trabajo en la escalada hasta que siento que tengo la confianza y la comodidad necesaria y llego al punto en el que no hay nada de que tener miedo. Visualizar, trabajar mentalmente y hacer el esfuerzo”. O sea, la clave para no sentir miedo es practicar.
Cuenta que el día que se enfrentó, finalmente, a El Capitán por su cabeza no pasaban preocupaciones ajenas a la escalada. “El día de la escalada no pensaba en mucha cosa. Estaba enfocado en eso, ejecutando los movimientos”, recordó. “Pero eso es porque en los dos años previos había pensado en todos los escenarios diferentes, imaginando los diferentes resultados, imaginando lo que podía sentir. Me había preparado mentalmente con tanta antelación que ese día fue solo actuar”.
El logro de Yosemite incrementó aún más el estatus de celebridad que ya poseía, y la película se encarga de mostrar que se ha convertido en una especie de héroe. Pero Honnold prefiere mantener el bajo perfil. “No pienso en eso y nunca fue mi intención. Quizás sí suceda, pero eso habla muy bien de los realizadores y de la película que han hecho, y cómo lograron transmitir mi pasión por la escalada. El tiempo lo dirá. En 15 años veremos”.
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