Godzilla y King Kong se enfrentan en el cine por primera vez desde 1962
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > ESTRENA EL 1 DE ABRIL

Godzilla vs. King Kong: el detrás de escena del duelo entre dos íconos

Los dos monstruos se cruzan en Godzilla vs. Kong, que se estrenará cuando reabran los cines: ¿cómo es la historia de cada uno y que simbolizan los contendientes?
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28 de marzo de 2021 a las 05:05

En esta esquina, con una altura de 102 metros, 158 toneladas de peso, y 88 años, procedente de la Isla Calavera, el gorila que escaló el Empire State, que protagonizó una larga batalla legal por su autoría y que ilustró la fascinación y el miedo del hombre occidental por lo salvaje. Con doce películas a su nombre, el rey de la selva, la octava maravilla del mundo: ¡King Kong!

En la otra esquina, 120 metros de alto, 99.000 toneladas de peso, y 178 metros de largo (cola incluida), desde las profundidades del Océano Pacífico, el terror de Japón, el símbolo del miedo y del impacto del ataque nuclear a Hiroshima y Nagasaki, de 67 años y con 36 películas a su nombre, el creador de un género cinematográfico, el Rey de los monstruos: ¡Godzilla!

Segundos afuera, despejen las calles, evacúen las ciudades. Los contendientes ya están en la pantalla. Déjenlos pelear.

Ken Watanabe, en una escena de Godzilla (2014) que se convirtió en meme

El próximo jueves 1 de abril estaba previsto el estreno en Uruguay de Godzilla vs. Kong, que quedará para la eventual reapertura de los espectáculos públicos (en principio prevista para el 12 de abril). La película plantea un soñado enfrentamiento entre ambas criaturas gigantes. No es el primer duelo de estos monstruos en la pantalla gigante, pero si es el primero que se hace bajo el auspicio de Hollywood, al que le llevó décadas adoptar al monstruo japonés.

La película, anunciada y anticipada desde hace ya seis años, se presenta como un festival de acción, efectos especiales, explosiones y colores chillones, en la que lo importante no es quien gane la pelea (lo más probable, de hecho, es que al final Godzilla y Kong terminen formando una alianza contra alguna otra amenaza más grande), sino el duelo en sí mismo. Ejecutar de alguna forma la pregunta que algún niño se hizo alguna vez: “¿Quién ganaría en una pelea entre…?”, y que ya tuvo ejemplos con asesinos del cine slasher (Freddy vs. Jason), alienígenas asesinos (Alien vs. Depredador), y hasta superhéroes (Batman vs. Superman).

Ojo, que la primera vez que pelearon, el ganador fue el gorila. En 1962, los japoneses, siempre adelantados, tuvieron la idea de cruzar a los dos titanes. Y ganó Kong, porque por esos tiempos, para los nipones el dinosaurio era un villano. Sería recién a partir de la década de 1960 cuando los corazones del archipiélago empezarían a simpatizar con Gojira, como se lo conoce por allá.

Hijo de la bomba

La razón de esa villanía está arraigada al origen de la criatura. El productor cinematográfico japonés Tomoyuki Tanaka tuvo la idea durante un viaje en avión, inspirado por la película El monstruo del mar, y un incidente ocurrido en marzo de 1954 en el que un barco japonés dedicado a la pesca de atún fue contaminado con la lluvia radiactiva generada por una prueba nuclear estadounidense en el atolón de Bikini.

Esas pruebas atómicas tocaban de cerca a los japoneses, que una década antes habían sido las primeras víctimas de un bombardeo nuclear. Habían visto desaparecer dos ciudades, morir a decenas de miles de personas, y secuelas que se extendían en el tiempo y en las generaciones. Un horror hasta entonces desconocido y del que aún su impacto no estaba del todo claro.

No es casual, entonces, que en sus primeras películas Godzilla sea una criatura que arrasa poblaciones enteras, que destroza y hunde barcos, al que no se puede vencer con armamento tradicional, y que provoca a aquellos que sobreviven a su paso el síndrome de irradiación aguda, tal y como si hubieran sobrevivido a una explosión nuclear. De hecho, en la mitología de la criatura, emerge del océano por culpa de las pruebas atómicas en el Pacífico.

Antes de elegir un aspecto similar al de un dinosaurio se contemplaron otras opciones. Godzilla casi fue un calamar gigante, una ballena o, irónicamente, un gorila gigante. El resultado final se convirtió en un ícono, uno de los productos más destacados de la cultura popular japonesa, y el responsable de consolidar un género fílmico, el kaiju eiga (cine de monstruos gigantes, en japonés), que luego pasó a incorporar robots gigantes, en la línea de Mazinger Z, Ultraman o incluso los Power Rangers.

Al principio lo interpretaban unos señores japoneses, que se calzaban un traje de goma y salían a pisar maquetas de Tokio, respaldados por marionetas para otros tipos de tomas. Recién después, con la tecnología, habría versiones mecánicas y luego, digitales. Esas primeras versiones de Godzilla eran también un poco payasescas. El monstruo protagonizaba algunos pasos de comedia, que lo convirtieron en un favorito de los niños, algo que ayudó a que para fines de los años 60, el monstruo ya se hubiera transformado en un defensor de la humanidad, y que rompía cosas de puro torpe y gigante que era.

Godzilla en su debut, en 1954

Con algunas pausas en el medio, Japón sigue produciendo películas de Godzilla. La más reciente, Shin Godzilla (nuevo Godzilla) es de 2016, y luego vinieron tres filmes animados producidos por Netflix. Aunque siempre detrás del monstruo está la productora Toho, responsable de su historia cinematográfica.

Es fácil imaginar que para Estados Unidos, la idea de Godzilla podía ser un poco incómoda. No dejaba de ser, después de todo, una representación física y fantasiosa de su faceta más destructiva y agresiva. Aunque eso no impidió que ya desde los años 50, sus películas cruzaran el océano. Claro, se estrenó en una versión editada, que eliminaba las referencias políticas y sociales que se reflejaron desde sus inicios en las películas del monstruo, que ha sido una suerte de medidor del pulso nipón del momento.

Para los estadounidenses, Godzilla fue siempre puro entretenimiento. Incluso Steven Spielberg lo consideró como una de sus influencias más tempranas, y una inspiración directa para su Jurassic Park. A Uruguay, en tanto, llegó la versión original japonesa en 1958.

Fue recién en 1992 cuando un estudio de Hollywood adquirió los derechos de la criatura, y en 1998 cuando se estrenó su primera versión yanqui. El siguiente intento fue en 2014, tuvo una secuela en 2019, y es la versión del monstruo que ahora se enfrentará a Kong. En esta nueva etapa, es bueno desde el comienzo, aunque obviamente destructivo.

Godzilla, rey de los monstruos (2019)

Ese horrible gorila

Merian Cooper comenzó a crear a King Kong cuando tenía 6 años y le regalaron un libro que lo obsesionó por los gorilas. En el medio, fue periodista, miembro de la Guardia Nacional estadounidense encargado de perseguir al rebelde mexicano Pancho Villa, piloto de guerra en la primera guerra mundial y luego como voluntario en el ejército polaco en la guerra contra los soviéticos, de quienes fue prisionero durante nueve meses, investigador de la American Geographical Society, explorador, y miembro del directorio de la aerolínea PanAm.

A ese currículum se le sumó su creación más conocida, que como tantas buenas ideas, nació en un sueño. Cooper se despertó, agarró un grabador, y describió a su criatura: “sus manos y sus pies tienen el tamaño y la fuerza de las palas de vapor, su cintura es como una caldera de vapor. Este monstruo tiene la fuerza de cien hombres. Pero lo más aterrador es su cabeza, una cabeza de pesadilla con los ojos inyectados en sangre y dientes afilados colocados bajo una gruesa mata de pelo, un rostro mitad-humano, mitad-bestia”.

King Kong en el Empire State de Nueva York, una escena icónica del cine

Ahí vino el primer problema: era 1930, y si algo no abundaba en Estados Unidos era el dinero. Y esta era una película cara, sobre todo porque requería de efectos especiales que para ese momento eran de primera línea. Al final, Cooper apeló a los contactos: le consiguió un trabajo al histórico productor David Selznick en los estudios RKO, y a cambio, ocupó un lugar en el estudio y pudo hacer su película, de la que también fue guionista y director.

King Kong se estrenó en 1933, y rápidamente se convirtió tanto en un fenómeno popular como en un ícono del cine. La escena del Empire State y su vínculo con la joven rubia encarnada por Fay Wray se convirtieron en estampas fundamentales de la historia del cine, y el inicio de una saga que de fondo, es una pasada de factura a los occidentales por el colonialismo, la esclavitud y la invasión de los entornos naturales.

A Kong lo sacan de su entorno natural, lo encadenan y se lo llevan a la ciudad para obligarlo a trabajar. Lo exhiben como un fenómeno por el que la gente paga entrada, y cuando se rebela, lo revientan a tiros. El gorila, al revés que Godzilla, no es un villano, sino que es un animal actuando en defensa propia, y que muestra su costado bueno no porque se enamora de la chica de turno, sino porque alguien le presta atención y lo trata bien.

El gorila es también el protagonista de una batalla legal que abarcó décadas. Cooper estaba convencido de que el personaje le pertenecía completamente, pero ya en 1935 había varios que se adjudicaban la propiedad del bicho, y que hasta aseguraban que pertenecía al dominio público. Fue recién en 1976, con Cooper ya muerto, que la justicia determinó que el personaje y los derechos eran suyos, salvo por los de las dos primeras películas de la criatura.

Disputa más, disputa menos, en 2017 se estrenó Kong: la isla calavera, la versión más reciente del animal gigante, que será la que se verá en Godzilla vs. Kong.

Kong: la isla de la Calavera (2017)

El cruce se produce como parte de lo que se llama MonsterVerse, inaugurado por la Godzilla de 2014 y que sigue a una escala más pequeña el modelo del Universo Cinematográfico de Marvel, la franquicia más taquillera del cine moderno: películas interconectadas con referencias continuas a las demás entregas.

Así queda la mesa servida para este duelo entre dos personajes que son mucho más que criaturas destructivas. Son símbolos culturales y representantes de traumas y rasgos de sus respectivas procedencias. Figuras más interesantes por sus trayectorias que por el festival de golpes que se verá en el cine por estos días. Ahora, que gane el mejor.

Aunque no hay dudas de que en un aspecto, King Kong tiene ventaja: Godzilla, por ahora, no tiene canciones de La Cumana a su nombre.

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