Diez veces por día, el hombre consultaba su nombre en Google. No era egolatría. Era una obsesión. Buscaba, leía y releía y el resultado era siempre el mismo: encontrarse y leer sobre sí mismo lo perturbaba. El daño psicológico era evidente; lo mismo sucedía con el daño que había sufrido su reputación online. Tal vez también había padecido daños económicos. ¿Qué podía hacer? Consultó sobre “el derecho al olvido”, un derecho que no recoge de forma específica la legislación uruguaya pero que puede pelearse si se quiere borrar un dato publicado en internet.
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