De adolescente, Guillermo Varela juntaba moneda a moneda hasta tener lo suficiente para ir a la librería Macondo de la calle Pereira y comprar comics como Asterix y Tin tin. También adquiría libros de Julio Verne y coleccionaba la revista española Don Miki. Le gustaba leer las publicaciones más de una vez. Tenía curiosidad por cómo se construyen las historias. Quería detectar “la mano del autor”, ver más allá de las apariencias. “Siempre me sedujo no ser un simple espectador, si no tratar de ser un analista en el sentido de descubrir un poco más; no ser un consumidor de la realidad, si no un investigador de algunas cosas”, reflexiona el hoy presidente de la Cámara Uruguaya de Economía Digital (CEDU).