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Hacer turismo en un país que no existe: ahora se puede visitar la Yugoslavia socialista

Una agencia de viajes ofrece un servicio de turismo histórico para conocer cómo fue la Yugoslavia socialista a través de edificios, objetos y vehículos de la época
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12 de junio de 2019 a las 05:00

Un viaje nostálgico a un tiempo que se fue y a un país que ya ni siquiera existe es la oferta que plantea Yugotour: conocer cómo fue la Yugoslavia socialista a través de los edificios, los objetos y hasta los vehículos que marcaron una época.

La República Federativa Socialista de Yugoslavia dejó de existir oficialmente en abril de 1992, cuando se fragmentó en mitad de varios conflictos bélicos en Bosnia, Croacia, Macedonia, Eslovenia y la República Federal de Yugoslavia, que, a su vez, se dividió en Serbia y Montenegro en 2006.

Pese al baño de sangre en el que acabó, el país sigue despertando curiosidad y fascinación entre muchos visitantes extranjeros, un interés que explotan agencias especializadas, como Yugotour.

“Tenemos bastantes visitantes de casi todo el mundo, sobre todo de Europa Occidental”, cuenta Nebosja Hinic, uno de los guías de una agencia que recibe unos 5.000 turistas al año.

Los visitantes recorren la ciudad en el Yugo, el coche de producción yugoslava que fue el rey de las carreteras del país comunista en la década de 1980.

Uno de esos turistas es el inglés Josh Newsome, de 27 años, que visita Belgrado por su interés en la historia y la arquitectura del país. “Lo fascinante de Yugoslavia es que fue un país no alineado. Para nosotros es interesante encontrar diferentes experiencias de la gente que vivía aquí, que diseñaba los edificios, la ciudad, ver cuál era la estrategia del gobierno”, explica.

Pese a ser un país socialista, Yugoslavia quedó al otro lado del llamado Telón de Acero, no fue parte del Pacto de Varsovia y se mantuvo más cerca, y más abierta, a Occidente.

Bajo el liderazgo del dictador Josip Broz Tito, fallecido en 1980 tras 35 años en el poder, desarrolló un exitoso modelo económico y social propio.

Una de las atracciones turísticas es la arquitectura brutalista, caracterizada por la robustez, la funcionalidad e, incluso, la fealdad de los edificios en los que el hormigón es el material predominante.

Nueva Belgrado, la parte moderna de la ciudad construida tras la segunda guerra mundial, es un claro ejemplo de un estilo que fue un símbolo de la rápida modernización y el entusiasmo desarrollista.

“Los pisos eran muy funcionales. Se prestaba mucha atención a las zonas verdes en los edificios, y no hay duda de que la arquitectura estaba muy centrada en la persona como individuo, pero también como parte de la comunidad”, dice Hinic.

Las dos torres de 135 metros del edificio Genex, llamado así por la empresa que financió su construcción en 1980, son ejemplos de la prosperidad que alcanzó el país.

Ahora, las oficinas están vacías tras la quiebra del antiguo consorcio, y los alrededores del edificio están descuidados. En el centro de Belgrado, el museo Yugodom (Yugohogar) ofrece al visitante la posibilidad de viajar al pasado a través del mueble y otros objetos de la vida cotidiana.

“Todos los objetos fueron hechos en Yugoslavia”, declara el diseñador Mario Milakovic, fundador de Yugodom. “El edificio es del realismo socialista, y el diseño interior es lo que llamamos modernismo”, cuenta sobre este edificio de finales de la década de 1950, en el que se exponen objetos de entre 1960 y 1980.

Aquí pueden verse los sofás, vitrinas, butacas, televisores, aparatos de radio, teléfonos, carteles de películas, lámparas, ceniceros, relojes o platos que usaban los yugoslavos.

La nostalgia por una época que muchos serbios recuerdan como los buenos viejos tiempos se manifiesta en el resultado de una encuesta realizada el año pasado, según la cual, la mayoría de los serbios votaría hoy por Tito si se presentara a una elecciones.

“La gente entiende que Yugoslavia era un Estado, con mayúscula”, explica Danilo Sarenac, del Instituto de Historia Contemporánea.

“Pese a los defectos, sobre todo en la esfera de libertades políticas, está claro que existía un sistema ordenado, con normas claras. Algo que hace falta ahora a los ciudadanos”, considera.
Sarenac recuerda también que la economía de la Yugoslavia socialista alcanzó niveles cercanos a los de los países desarrollados, y muy por encima de los actuales en Serbia.

(EFE) 

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