Hacia un nuevo escenario

La noticia del más que probable fin de las mayorías parlamentarias es algo debería celebrarse. No ha sido de todo positivo para el país convivir con un Parlamento -que salvo contadas excepciones- tuvo mano de yeso al votar leyes o impedir comisiones investigadoras.

Uruguay se encamina hacia un nuevo tiempo donde las mayorías parlamentarias dejarán paso a un nuevo escenario de negociación legislativa en que la buena política deberá mostrar su virtud.

El debate público se redujo a una expresión básica y la incapacidad de la oposición de incidir en las principales leyes del gobierno melló la credibilidad del sistema. Pero las mayorías parlamentarias las otorgan las urnas, y eso fue lo que optaron los uruguayos durante quince años. Las próximas elecciones constituyen un buen mojón para evaluar si fue bueno o malo para el país.

El presente es muy duro al juzgar el balance de la gestión del Frente Amplio (FA). Especialmente por las consecuencias del desprolijo y dicharachero mandato del ex presidente José Mujica y la inacción general de la segunda presidencia de Tabaré Vázquez. Las mayorías parlamentarias dieron gobernabilidad a las magistraturas del FA, pero eso no se tradujo en una mejor gobernanza. El Estado, que engordó, no cambió para bien. La inseguridad pública empeoró, el desempleo subió lo mismo que la deuda pública y el costo de vida.

El presente es muy duro al juzgar el balance de la gestión del Frente Amplio (FA). Especialmente por las consecuencias del desprolijo y dicharachero mandato del ex presidente José Mujica y la inacción general de la segunda presidencia de Tabaré Vázquez.

Los desbordes sindicales estuvieron a la orden del día y los perfilismos de los ministros ocuparon el centro del escenario político, dejando en segundo plano a los parlamentarios. Desde Eleuterio Fernández Huidobro en Defensa, a Eduardo Bonomi atornillado a su sillón del ministerio del Interior pasando por Ernesto Murro en Trabajo, Marina Arismendi en el MIDES. Todos reinaron desde sus carteras al tiempo que otros jerarcas, como Rodolfo Nin Novoa en cancillería y Danilo Astori en Economía bailaron al compás de las decisiones de las bases radicales del FA. Todo en un Poder Legislativo donde el partido de gobierno contaba con mayorías.

El retorno a la negociación política con la probable llegada de un gobierno de coaliciones abre un compás de esperanza para el futuro. La famosa grieta que busca encontrar su lugar en el país para polarizar los extremos tendrá un muro gigante de contención si vuelve el debate leal al Parlamento de la República.

El retorno a la negociación política con la probable llegada de un gobierno de coaliciones abre un compás de esperanza para el futuro.

En ese sentido cabe mencionar el rol que le cupo a Darío Pérez, diputado de la Liga Federal (FA) en la discusión sobre la reforma de la Caja Militar. En un tema polémico el legislador de Maldonado se plantó y negoció. El resultado de hacer valer su voto 50 en el partido de gobierno determinó cambios sustanciales en la reforma que finalmente será aprobada por orden del presidente.

Sin entrar en la discusión en sí de la reforma, la actitud de Pérez muestra la importancia que pueden tener los legisladores a la hora de negociar leyes necesarias para el conjunto de la sociedad.