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Independentismo catalán sin rumbo a un año del referéndum

Siguen siendo mayoría pero están divididos, tienen al líder en el exilio y comenzaron negociaciones reservadas con el gobierno español
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01 de octubre de 2018 a las 05:02

Hace un año, los independentistas catalanes unieron fuerzas para sacar adelante el referéndum ilegal con el que justificaron la posterior proclamación de una república que no vio la luz. Ahora, el movimiento se encuentra dividido y sin una estrategia definida. 
“Nos lo jugamos todo para poder hacer el referéndum, les creímos ciegamente y ahora vemos que todo lo prometido era falso”, lamenta Adrià, un furibundo independentista que protesta contra el gobierno regional presidido por Quim Torra. Junto a otra veintena de personas, este joven de 23 años, que no quiere dar su apellido por miedo a represalias policiales, lleva días acampado frente a la sede del gobierno regional, en el centro de Barcelona, para exigir la república prometida un año atrás. “Estaremos aquí hasta la independencia. Solo les pedimos que vayan hacia la república o que dimitan y se vayan a su casa”, insiste. 

“Hito histórico” insuficiente.

Pero un año después de poner en jaque a Madrid con un referéndum ilegal marcado por la dura acción de la policía estatal mandada para evitarlo, la “situación está encallada”, opina el analista político Josep Ramoneda. 
La votación del 1 de octubre supuso un “hito histórico”: si bien el sufragio no tenía garantías electorales, el gobierno regional anunció una participación de 2,3 millones de personas sobre un censo de 5,5 millones (90% para la secesión) y las imágenes de la violencia policial dieron la vuelta al mundo.
“El 1 de octubre fue una desgracia para todos porque la imagen de España sufrió mucho”, reconoció recientemente el ministro de Exteriores, Josep Borrell. 

La votación del 1 de octubre supuso un “hito histórico”: si bien el sufragio no tenía garantías electorales, el gobierno regional anunció una participación de 2,3 millones de personas sobre un censo de 5,5 millones (90% para la secesión) y las imágenes de la violencia policial dieron la vuelta al mundo.

“Es un momento que estará en los anales del independentismo pero también demostró sus límites evidentes: con 2 millones de personas no tiene los instrumentos necesarios para imponerse por la vía unilateral”, añade Ramoneda.
La declaración de independencia del 27 de octubre lo evidenció: ningún país reconoció a Cataluña y el gobierno español destituyó al presidente Carles Puigdemont, disolvió el Parlamento regional y convocó nuevas elecciones. 
Puigdemont y otros dirigentes marcharon a Bélgica y el resto del gobierno regional permanecido en Cataluña fue encarcelado días después acusados de rebelión.
En diciembre, los independentistas renovaron la mayoría absoluta de la cámara, aunque el porcentaje de votos se quedó por debajo del 50% (47%). 

Incapaces de volver a escoger a distancia a Puigdemont, invistieron como presidente a Quim Torra, un fiel de su grupo parlamentario Juntos por Cataluña que formó una coalición con el partido progresista ERC. 

En diciembre, los independentistas renovaron la mayoría absoluta de la cámara, aunque el porcentaje de votos se quedó por debajo del 50% (47%). 

“Muchas divisiones”

Pero las estrategias divergen.  Los fieles de Puigdemont y la izquierda radical CUP, que ha retirado su vital apoyo al gobierno, apuestan por mantener vivo el conflicto.
En cambio, ERC y algunos sectores del partido del expresidente propugnan la moderación y aseguran no disponer de apoyos suficientes para seguir por la vía unilateral.

Nacionalista romántico, calificado de supremacista por sus adversarios, Torra combina un discurso encendido, llamando a la movilización de sus bases y atacando a Madrid, con una incipiente negociación con el nuevo jefe de gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, menos beligerante que su antecesor, el conservador Mariano Rajoy.
“Por debajo de la mesa hay cooperación con el gobierno central pero el discurso oficial sigue siendo el mismo”, señala Joan Botella, profesor de ciencias políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona. “El independentismo está dividido en tres partidos y además hay una divisoria entre los líderes que están fuera de España, los que están en prisión, los que no...”, explica.
“Cuando hay muchas divisiones, la situación se bloquea y nadie tiene capacidad para tomar la iniciativa”, concluye Botella. 
Entre las asociaciones que durante años movilizaron a multitudes independentistas en constantes protestas empieza a cundir la preocupación.

“Cuando hay muchas divisiones, la situación se bloquea y nadie tiene capacidad para tomar la iniciativa”

El lunes por la tarde celebrarán una manifestación en Barcelona para conmemorar el referéndum y reclamar que “se haga efectivo el deseo de la mayoría del pueblo de Cataluña”.
“Se trata de que todos emprendamos una estrategia ganadora. Sabemos las dificultades pero nos gustaría que se reemprenda el camino hacia la independencia”, reivindica a la AFP la presidenta de la influyente asociación ANC, Elisenda Paluzie. 
“Queremos empujar y evitar que se den pasos atrás”, añade. 

Puidgemont no se arrepiente y dice que la lucha va para largo

Un año después del referéndum de secesión de Cataluña, el entonces presidente regional Carles Puigdemont no lamenta la proclamación unilateral de independencia, aunque sí haber caído esos días en un diálogo “trampa” con el gobierno español, y advierte que la crisis “va a durar”. 

Con la mayoría de su gobierno en prisión o en el exilio, pese a las cargas policiales durante la consulta o la toma bajo control del gobierno regional por Madrid, Puigdemont repasa sus decisiones en una entrevista con la AFP. 
¿Se arrepiente de haber declarado la independencia? “No. Yo me hubiera arrepentido si hubieran aceptado las condiciones que propuse para convocar elecciones y no las hubiera atendido”, asegura Puigdemont, quien esta semana presentó su libro “La crisis catalana. Una oportunidad para Europa”.

El 10 de octubre, el aún presidente catalán decide postergar esta declaración que ningún país reconoció, “atendiendo a las peticiones de abrir una ventana al diálogo y de no tomar una decisión irreversible”. “Hoy no volvería a hacer esta suspensión”, agrega.
Su plan era convocar elecciones anticipadas para forzar un diálogo con Madrid, pero si se retiraba la amenaza de tomar el control del gobierno regional y la acusación de sedición contra líderes catalanes en prisión preventiva, entre otras condiciones.
Su propuesta formulada al ejecutivo español no tuvo recorrido y vista la falta de “voluntad de diálogo de España”, el Parlamento declaró unilateralmente la independencia a finales de ese mes. l

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