Julio Cortázar

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Julio Cortázar, una caja olvidada y un hallazgo excepcional: la historia de la subasta de 7 textos inéditos del escritor en Montevideo

Un mecanoescrito de Historias de Cronopios y de Famas, que incluye siete textos inéditos, fue subastado en Montevideo por el triple de su precio base
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17 de octubre de 2023 a las 05:03

“Me han nacido unos nuevos bichos que se llaman cronopios”, escribió Julio Cortázar el 30 de mayo de 1952 en París. En el entreacto de un concierto en el Teatro de Champs Élysées en homenaje a Ígor Stravinski, sentado solo en una de las localidades más altas y más baratas del teatro, tuvo una revelación. 

“De golpe tuve la sensación de que había en el aire personajes indefinibles. Unas especies de globos que yo veía de color verde, muy cómicos, muy divertidos y muy amigos, que circulaban por ahí. Se llamaban cronopios”, explicó el escritor mientras golpeaba la colilla de un cigarrillo con los dedos y dejaba caer la ceniza en una entrevista con Joaquín Soler Serrano.

“Son un poco la conducta del poeta, del asocial, del hombre que vive un poco al margen de las cosas. Frente a los que se plantan los famas, que son los grandes gerentes de los bancos y los presidentes de las repúblicas. La gente formal que defiende un orden".

Habían pasado apenas seis meses desde que había decidido mudarse a Francia. La ciudad de posguerra recibía entonces a un hombre solitario de 37 años que había dejado atrás su vida en Argentina con tres libros publicados. Bestiario, su última publicación, había vendido catorce ejemplares.

Una década después, publicó su Historias de Cronopios y de Famas. Una colección de pequeños relatos, ensayos y manuales de instrucciones para subir una escalera, conservar recuerdos, para dar cuerda al reloj o para llorar. Los simpáticos y sensibles cronopios se convirtieron en sus personajes más queridos, se consagraron como parte inolvidable de su obra y fueron artífices de un estilo inconfundible.

Cronopios, famas y esperanzas escondidos en Montevideo

En el fondo de una caja de cartón en una casa de Montevideo había un hallazgo excepcional. Una de esas cajas en apariencia irrelevante que tiene como destino final terminar en la basura. Una caja fuera de inventario. 

Pero bien al fondo la caja ordinaria se escondía un conjunto de textos de mecanografiados con correcciones a mano. En tapa una escritura desconcertante: Julio Cortázar. Historias de Cronopios y de Famas. París 1952.

Historia de Cronopios y de Famas

La caja, así como otras tantas que contenían cientos y cientos de documentos, fotografías y libros, pertenecía a un coleccionista privado que murió en 2019. Fue su hijo, quien revisando la biblioteca de su padre prestó atención a lo que había dentro.

Poco se sabe de la familia que encontró el documento, que pidió especialmente a los involucrados en la subasta que se la mantuviera en anonimato, ni de cuándo ni de cómo la carpeta llegó a manos del coleccionista.

Sí se sabe que antes de morir el hombre le había dicho a su familia que tenía un original de un escritor argentino y material relacionado al Boom latinoamericano. En base a deducciones buscaban a Borges, pero encontraron a Cortázar.

Se trataba de 46 relatos breves en 60 hojas impresas en una sola cara. Según la investigación a la que fueron sometidos, 35 aparecieron en la primera edición de Historias de Cronopios y Famas publicada en Editorial Minotauro en 1962, mientras que otros cuatro fueron publicados con posterioridad. Pero lo más sorprendente fue que también estaban allí, en esa caja que hasta ahora había pasado desapercibida, siete textos de apariencia inédita: Inventario, Carta de un fama a otro fama, Mariposas automáticas, Los viajes y los sueños, Diminuto unicornio, Rabia del espejo y Rey del mar.

“Una obviedad al inicio: son hoy muy escasas las oportunidades de encontrar originales desconocidos de Julio Cortázar. Ni que hablar de descubrir inéditos del escritor argentino”, puntualizó el librero anticuario e investigador de la obra de Cortázar Lucio Aquilanti, con quien los familiares del coleccionista se contactaron hace un año para certificar la autenticidad de los textos.

Aquilanti se sumergió entonces en una investigación minuciosa del documento. El investigador señala en el estudio, a partir del que publicó un artículo en la revista de la casa de subastas Hilario, que Julio Cortázar tuvo una máquina de escribir Royal hasta 1966, cuando su esposa Aurora Bernárdez adquirió una Olivetti Lettera 32.

El librero argentino entonces comparó los textos descubiertos con una de las primeras tiradas caseras de Razones de la cólera, que forma parte de su propia colección que actualmente está bajo tutela del Tesoro de la Biblioteca Nacional Argentina. Según se desprendió de la comparación de algunos fragmentos de ambas obras "se trata de la misma tipografía, los mismos característicos acentos y el mismo tipo de correcciones a mano".

Además, en base al análisis de la correspondencia del escritor, Aquilanti logró establecer una coincidencia temporal entre la fecha en la que estaba marcado el documento y la época en la que Cortázar empezó a escribir sobre estos seres inquietos.

“Los cronopios van bien, día a día me entero de nuevas costumbres y andanzas de estos bichos. Hay otros que se llaman 'famas', y también las 'esperanzas', que son perversas y persiguen a los cronopios. Un día tendré varios textos con sus aventuras, y te los mandaré”, escribió el 14 de junio 1952 a su amigo, pintor y poeta Eduardo Jonquiéres.

Cinco meses después, le escribe esta otra carta en la que asegura haber enviado el documento mecanografiado a Buenos Aires: “Quiero que las leas porque son muy encantadores, muy tristes y muy enternecedores. Estoy muy contento de esos ejercicios, pero me temo que a Baudi [Luis María Baudizzone] le hayan parecido horrendos, a juzgar por su ominoso silencio".

Por lo tanto, según Aquilanti, el documento mecanografiado corresponde a la misma época en la que Cortázar escribía las aventuras de sus cronopios y fue tripeado en la misma máquina de escribir: una Royal. Se desprende del análisis que podría tratarse de aquel escrito que viajó directamente de París a Buenos Aires. "Puedo afirmar sin lugar a dudas, que se trata de un original del autor, mecanoscrito, de extraordinaria trascendencia”, aseguró el investigador.

 

Historia de Cronopios y de Famas

Aldo Mazzuchelli, escritor uruguayo y PhD en Letras por la Universidad de Stanford, también participó de la investigación en torno a los documentos para evaluar si era posible que los textos inéditos pertenecieran al universo literario de Cortázar y particularmente al mismo conjunto de textos originales.

"Aunque las secciones o capítulos finalmente incluidos en la edición de 1962 se distinguen bastante entre sí en varios aspectos, todos ellos podrían tener en común una cierta adscripción -aunque sea a través del toque personal de Cortázar- al ambiente surrealista de yuxtaposiciones, asociaciones libres, juego con el humor y el absurdo, evocación de ambientes oníricos, etc", sostiene Mazzuchelli en la revista Hilario.

Según concluyó el uruguayo, “desde el punto de vista literario, teniendo en cuenta sobre todo la época y el contexto de composición, el estilo, el idiolecto del autor y los temas, no hay ninguna razón sólida para pensar que estas páginas no sean auténticas”.

Cronopio busca dueño

Pasaban 35 minutos de las cinco de la tarde y la expectativa crecía en la casa de subastas Zorrilla. Siete teléfonos sonaban a la vez y el lote 187 tenía la atención de todos en la sala. "Es un momento histórico que va a vivir la cultura mundial", dijo el rematador Sebastián Zorrilla con el martillo en la mano.

La subasta se realizó en asociación de las casas de subastas Zorrilla (Uruguay) e Hilario (Argentina), cuyo director, Roberto Vega, estuvo a cargo de la catalogación del documento.

“Desde que lo vimos sabíamos que iba a despertar mucho interés. Es una pieza, como todos sabemos, inédita y nunca se sabe en manos de quién va a caer cuando uno lo presenta. Nosotros lo sacamos a subasta con dos plataformas internacionales que tienen cerca de 6 millones de usuarios cada una", dijo Zorrilla a El Observador.

El mecanoescrito salió a la venta con un precio base de 12 mil dólares, pero las ofertas fueron subiendo hasta triplicar el precio base en apenas siete minutos.

Los teléfonos se iban cortando uno a uno hasta que solo quedaban dos ofertantes en carrera: “36 mil en un solo teléfono. ¿Vamos o lo dejamos pasar?”, le dijo uno de los funcionarios a quien, del otro lado de la línea, dejó pasar la oportunidad de quedarse con el original de Cortázar que finalmente se vendió por 36 mil dólares a un coleccionista privado argentino.

“El propietario se hace de la propiedad de la pieza, no de los derechos de publicación. No puede publicarlas hasta no tener un acuerdo con quienes tienen los derechos de publicación de Cortázar”, puntualizó el rematador.

Cortázar murió el 12 de febrero de 1984. Desde entonces, solamente se ha publicado un conjunto de textos editados por su esposa y albacea Aurora Bernárdez, antes de su muerte en 2014. Por lo tanto, en caso de que el comprador quisiera publicar los textos debería llegar a un acuerdo con sus herederos.

De cualquier manera, los cronopios escondidos tienen nuevo dueño. 

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