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La cañada de los Milagros olvidados

Los reclamos de los vecinos del asentamiento y la responsabilidad compartida
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28 de noviembre de 2015 a las 05:00
Una niña juega con su bicicleta junto a las dos columnas de hormigón que, acostadas de un lado a otro de la cañada, hacen las veces de puente. Sin embargo, en esa parte de la cuenca del arroyo Chacarita, ubicada a una cuadra de Aparicio Saravia, entre las calles Sixtina y Roberto Ibáñez, ya no corre agua, sino mugre. La misma situación se repite desde hace años en varios de los 25 asentamientos que se ubican en las inmediaciones de esa cuenca. El de Los milagros, al estar en un predio privado, ha sido de los más olvidados.

Televisores, puertas de heladeras, sillones, zapatos, canastos de ropa, partes de bicicletas. Miles de bolsas repletas de basura. Son algunos de los residuos que se amontonan desde el fondo de la cañada –de unos dos metros de profundidad–, entre los que apenas se ve asomar un agua de color verdoso, casi negro. Agua y mugre que hace unos dos meses, con la seguidilla de lluvias, fue a parar adentro de las viviendas de unos 50 vecinos. Y con ella, también lo hicieron las ratas y los desechos de pozos negros.

Hartos de la situación, en 2011 un grupo de vecinos realizó un pedido al Centro Comunal Zonal 9 para que se limpie la cañada, pero aseguran no haber tenido respuesta, más allá de alguna intervención aislada. Así han pasado los últimos 10 años: los vecinos se quejan, la comuna realiza alguna limpieza, el tiempo pasa. El problema sigue.

Asentamiento Los Milagros
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El último reclamo data de enero de 2015, y en octubre, luego de las inundaciones, decidieron juntar firmas y elevar una carta a la Junta Departamental en la que explican la situación. Según dijo a El Observador el edil por el Partido de la Concertación Roberto Gossi, ante el reclamo de los vecinos realizó un pedido de informes a la Intendencia de Montevideo para conocer la situación. Pero mientras, la marea de basura continúa subiendo.

"Al no haber volqueta y no pasar el basurero, durante muchos años todos optamos por tirar acá, todos los vecinos", admite Roberto "Toto" Mendoza, quien vive en el barrio desde que nació, hace 45 años. Los contenedores llegaron al asentamiento Los milagros hace unos meses, y según Mendoza, se ha notado un cambio. Pero los vecinos reclaman por la instalación de algunos más. Es que como si la cañada y los contenedores no fueran suficientes, un basural a medio limpiar parce burlarse del cartel de la intendencia que advierte de una multa de 10 UR ($8.346) para quien arroje basura.

"Me consta que la comisión de Medio Ambiente en un momento trató de conversar con los vecinos y no había ninguna voluntad. Tiraban basura adelante tuyo", dijo a El Observador el alcalde del municipio F (Piedras Blancas, Jardines del Hipódromo, Punta de Rieles), Francisco Fleitas. Según explicó el jerarca, ese problema se da en casi toda la cuenca del arroyo Chacarita, y que se intentará mejorar a través de la creación de una comisión especial para trabajar en el lugar. Un relevamiento realizado en el marco de la presentación del proyecto Montevideo 2030, mostró que un 21,2% de las familias de la cuenca reside en viviendas inadecuadas y un 11% lo hace en condiciones de hacinamiento. En más de la mitad de los hogares hay un "bajo clima educativo". Sin embargo, reconoció el alcalde, y a pesar de que la zona es inundable, al estar en predios privados, el asentamiento "ve pasar las políticas públicas" por el costado.

Asentamiento Los Milagros
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El olor nauseabundo se percibe a varias cuadras. "Hoy, por ejemplo, lo llevamos light, porque no podés estar", afirmó Mendoza mientras recorría las inmediaciones de la cañada. "Donde yo vivo –a unas dos cuadras– a las 5 o 6 de la tarde no hay quien banque, no podés aguantar el olor", agregó, imaginate los que viven aca al lado".

Natalia Ferrerira, otra de las vecinas de Los Milagros, recordó también una innundación de 2012, cuando fueron los propios vecinos quienes debieron meterse a la cañada a sacar las bolsas, para poder evacuar el agua. "Nos metíamos para ayudar a sacar la mugre. Yo tuve que parar en el hospital porque tragué agua y tuve una infección en el estomago", contó a El Observador. Como puede, se encarga ahora de correr a quienes intentan depositar allí los residuos.

Lo mismo hace José Díaz, que vive sobre Aparicio Saravia, junto a la cañada desde hace unos 30 años. En su momento, dijo, hasta se encargó de construir un cerco para evitar que los vecinos y clasificadores pasaran a seguir tirando basura. "Posibilidades no tenemos, queremos irnos pero no se puede, tenemos que aguantarnos", señaló Díaz, que afirma estar cansado de promesas sin ver resultados.

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